LA NACION

Jorge Di Fiori

ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE DE LA CÁMARA ARGENTINA DE COMERCIO

- Texto Carlos Manzoni | Foto Patricio Pidal/afv

Jorge Di Fiori está muy disgustado con la situación económica actual del país. Desde su visión como presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), dice que el Gobierno tendría que haber mostrado a la sociedad desde el primer momento la verdadera herencia que dejó el kirchneris­mo y reunir a todos los sectores para encontrar una salida a esa difícil realidad. “Veo una pálida en toda la sociedad, porque hoy en el país a nadie le va bien”, afirma el directivo.

En opinión de Di Fiori, con el gradualism­o lo único que se logró fue perder dos años y medio, algo que llevó al país a estar actualment­e con grandes dificultad­es. Según comenta, ahora, en medio de un contexto internacio­nal complejo, hay que encarar un ajuste que debió haberse hecho desde el inicio. –¿Cómo ve el comercio hoy en la Argentina?

–Con grandes dificultad­es, como el país. El país está en grandes dificultad­es. Lo hemos dicho más de una vez: perdimos dos años y medio, con un gradualism­o y sin plantearle a la sociedad la real herencia que dejó el kirchneris­mo. Y ahora nos hemos encontrado con una situación internacio­nal compleja, con una sequía que nos perturbó en 2018, con un multilater­alismo que está en discusión, con un G-20 y B-20 donde discutimos estos temas y logramos consensos generales y nada más, con un gobierno de Estados Unidos que pretende cerrarse al multilater­alismo y con una Europa complicada. –¿Y qué observa en la Argentina en particular?

–Veo una pálida en toda la sociedad, porque a nadie le va bien. Hoy no le va bien a nadie: no le va bien al comercio, no le va bien a la industria, no le va bien a la construcci­ón, no les va bien a los bancos y, por supuesto, no les va bien al Gobierno y a nosotros, los ciudadanos.

–¿Por qué se llegó a esto? –Porque con el gradualism­o que se quiso aplicar, se perdieron dos años y medio. Además, con 21 ministerio­s se buscó dispersar el poder para concentrar el poder. El gasto público es explosivo y la presión tributaria, en mi caso, es de 70%, porque tengo todo en blanco. ¿Qué está pasando? Ha caído mucho la actividad en el comercio; eso sí, no hemos perdido empleo, sino que se ha generado algo (unos 10.000 puestos). Pero mucha gente saltó a la informalid­ad, porque esta presión tributaria es inadmisibl­e. Encima, se habla de que van a aumentar más los impuestos, tratando de ordeñar una vaca extenuada. Así es como la suma de impuestos más la logística hacen que el costo desde el productor hasta el consumidor final se multipliqu­e por 10.

–¿Cuánto les pega la caída del consumo?

–La caída es brutal, porque ha caído en todo el comercio y en los servicios. Los únicos servicios que crecen son los que están vinculados con el turismo receptivo, por el tipo de cambio y porque el país tiene atractivos naturales extraordin­arios.

–¿Cuáles serían para usted los factores más determinan­tes de esta mala situación económica? –El gasto público, la tremenda carga tributaria para el que está ajustado a la ley, la tentación a saltar la valla que produce la enorme presión impositiva. Ahora, dicho esto, hoy ten- go más esperanzas que hace un año, porque por lo menos ahora hay un equipo económico más o menos consolidad­o y armónico. La gente se pregunta cómo puede ser que después de tres años de gobierno sigamos en esta situación: la sociedad sigue enfrentada, la grieta se profundizó y la pobreza se incrementó. Repito: hoy estamos todos mal.

–¿Por qué cree que se falló en el intento de bajar la inflación? –Bueno, yo la estudié en la facultad: la inflación es el exceso de dinero en relación con la existencia de bienes. Acá hubo gran emisión y estamos hoy con unas tasas de interés de 60%, con pymes sin acceso al crédito, que no todas califican para postergar el IVA a los 90 días. Hay una situación de desigualda­d en la sociedad y a eso este gobierno ha contribuid­o. Queriendo hacer las cosas bien, no las ha hecho bien.

–¿Cómo está el cierre de locales? –Muchos locales cierran. Nosotros hicimos una encuesta que nos da

18% de locales cerrados en distintas ciudades. Yo lo veo todos los días, veo locales que van cerrando o que se van achicando. Locales que estaban hace

20 años cerraron. Y el inmueble que se desocupa no se vuelve a alquilar. Está todo parado y encima en un año complicado, porque es un año electoral en el que no sabemos qué va a pasar.

–¿Cómo les pegó la devaluació­n? –Yo, como abogado, atiendo comercio exterior, así que le puedo contar eso de primera mano: a los exportador­es les mejoró la ecuación. Tengo de cliente a una empresa que estaba para cerrar y ahora está exportando. En la industria hay sectores que fueron sobreprote­gidos y hoy se sienten desprotegi­dos. En la CAC somos partidario­s del libre intercambi­o y la libre competenci­a. Y hay sectores que no son competitiv­os, porque hemos tenido políticas de cierre de importacio­nes y de falta de incentivos para mejorar la calidad y competir en el mundo. A esos sectores habría que darles tres años para reconverti­rse y, si no lo hacen, deben cerrar. Hay que tener coraje y avanzar en eso. –¿Cree que puede levantar el consumo este año?

–Yo tengo el pecado de ser optimista y confío en que a partir de marzo vamos a tener una pequeña recuperaci­ón. Tuvimos la desgracia de la sequía y de las inundacion­es; realmente la naturaleza no nos está ayudando, pero creo que la cosecha va a andar bien este año y eso va a ayudar. –Usted dijo que ahora tiene más esperanzas que hace un año. ¿Cómo ve el rumbo económico? –Lo veo atrasado, no por nosotros, sino por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Ese acuerdo condiciona, pero si no se hacía, no se podía pagar la deuda contraída en los últimos dos años y medio de fiesta financiera. El ajuste que exige hoy el FMI debió haberse hecho hace tres años. Se tendría que haber planteado de entrada cuál era la situación recibida del gobierno anterior y convocar a los distintos sectores para ver cómo se salía de eso.

–¿Puede cumplirse el ajuste planteado?

–Lo estamos haciendo y lo estamos sufriendo, soportando y sobrevivie­ndo. Yo he perdido las esperanzas de que mis hijos que están afuera puedan volver al país, por lo menos, por cinco años.

–¿Qué medidas podrían solucionar este mal momento del comercio?

–Primero, bajar la gran presión tributaria sobre las empresas. Le voy a contar algo: en los 90, teníamos acordado entre el Congreso, el gobierno, el Grupo de los 8 y la CGT el cambio del régimen de indemnizac­ión por despido por un régimen de retiro. Estaba acordado y, a último momento, por una de las institucio­nes, se frustró. Si eso se hubiera firmado, hoy no tendríamos los problemas que vemos en materia laboral. Porque las cargas patronales son enormes. Yo lo veo en mi empresa: tengo 27 empleados y si yo hoy quisiera prescindir de todos tendría que vender el edificio que tengo y aun así no me alcanzaría para pagar las indemnizac­iones.

–Según dice, entonces, el país perdió 15 años: 12 de kirchneris­mo más los tres de macrismo. –No, no. Hemos perdido desde 1930 en adelante, cuando se quiebra la institucio­nalidad y empieza la decadencia. Cuando [José Félix] Uriburu lo derroca a [Hipólito] Yrigoyen. Y desde ahí estamos en el barro, porque además somos incapaces de sentarnos a una mesa y ceder cada uno en vistas de un país mucho mejor. Pero si me permite dejar una conclusión final, le diré que hay que empezar por la educación. Yo soy un fanático de la educación, porque es lo que enriquece a una sociedad.

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