Juan Octavio Gauna
Con el fallecimiento de Juan Octavio Gauna la Argentina pierde a un brillante jurista, a un destacado dirigente político y, sobre todo, a una persona de bien, de firmes convicciones democráticas y republicanas. Tras recibirse en la Facultad de Derecho de la UBA, comenzó una extensa y fecunda carrera como abogado, como catedrático de derecho administrativo y como juez. Vinculado desde muy joven, como su padre, a la Unión Cívica Radical, fue un político que cultivó siempre el diálogo y la búsqueda de consensos. Ocupó eminentes funciones desde el retorno de la democracia. Fue procurador general de la Nación durante la presidencia de Alfonsín, secretario de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, diputado nacional y miembro del Consejo de la Magistratura local, entre otros cargos. A partir de la reforma constitucional federal de 1994 y de la sanción de la Constitución de la ciudad de Buenos Aires, en 1996, se convirtió en un férreo defensor de la autonomía porteña y le cupo un importante rol en la creación y organización del Poder Judicial de la Ciudad.
Yo lo traté durante décadas. Milité junto a él en el radicalismo y fue mi superior cuando me tocó desempeñar la Subsecretaría de Gobierno de la Ciudad. Ya alejado de la política, seguía siendo un hombre de consulta indispensable. Me enorgullece el privilegio de haber sido su amigo. Mi deuda de gratitud es inmensa. Nunca me gustó esa injusta distinción entre nueva y vieja política. La política es buena o mala. Yuyo, como lo conocíamos, es un cabal ejemplo de la mejor posible, la que reúne la inteligencia, la cultura, los valores y la pasión por el servicio público. Lo vamos a extrañar, pero su legado nos seguirá iluminando.
Jorge R. Enríquez
Diputado nacional (ProCambiemos)