Debilitado, el gobierno de Sánchez analiza llamar a elecciones
Acorralado, el frágil gobierno socialista de Pedro Sánchez analiza anticipar elecciones generales.
Difícil imaginar un momento más complejo y envenenado para que comience un juicio crucial en España. Uno que expandirá su onda por muchos años y en el que se procesan delitos de los que hasta hace poco los españoles no habían oído ni hablar.
Una maquinaria judicial imparable que encierra, para empezar, una lucha por el botín del relato: quién es el bueno y quién es el malo en esta historia. Quién es la víctima y quién, el victimario.
En ese tablero se juega su credibilidad la Justicia española. Pero también se dirimen elementos que configurarán el futuro inmediato de los españoles.
Entre ellos, la unidad o no del independentismo catalán y su futuro. También, buena parte de los procesos electorales a los que se supeditará la continuidad o no del frágil gobierno de Pedro Sánchez, cada vez más acotado.
En tercer lugar, pero no menos importante, la imagen que el país proyecta entre sus socios europeos, habitualmente más permeables al discurso victimista del separatismo que gobierna en Barcelona. Lo primero es el impacto en el calendario electoral de España, siempre pendiente de un posible adelantamiento de elecciones generales.
La posibilidad crece ante un gobierno central debilitado y expuesto, mañana, a un casi seguro naufragio de su agenda en el Parlamento.
A esta altura, solo un milagro dotaría al presidente Pedro Sánchez de los votos que necesita en el Congreso nacional para aprobar su presupuesto.
Un auxilio que solo pueden darle los legisladores nacionales del independentismo catalán, que ya han dicho que no lo harán.
Pese a que Sánchez es un hombre de suerte, quedan pocas horas para que quienes tienen en sus manos semejante poder cambien de opinión y decidan no ejercerlo en beneficio propio.
Sería un golpe fuerte, pero no necesariamente letal. Para España, el presupuesto sintetiza la agenda de gobierno. Si no consi- guiera aprobarlo, Sánchez quedaría desnudo de programa.
Un gobierno sin contenido propio, pero no necesariamente condenado. Podría intentar resistir, pero ¿lo hará? Solo Sánchez lo sabe, aunque ayer parecía inclinarse en esa dirección con una fecha posible: 14 de abril.
La opción de elecciones es la que prefiere no solo la oposición de derecha, sino también buena parte de los “barones” y referentes de su partido, el Socialista Obrero Español (PSOE).
El Partido Popular (PP), de derecha, y los liberales de Ciudadanos se frotan las manos. Ven a Sánchez debilitado y con el fracaso en puerta de su acercamiento al independentismo catalán. Una maniobra que ellos definen lisa y llanamente como “un traición”.
La derecha viene de hacer la primera demostración de fuerza en la calle. Cerca de 50.000 personas reclamaron “elecciones ya” el sábado pasado en las calles de Madrid.
Más allá de los números –si era mucha o poca gente–, estaban allí los partidos que representan a media España. El PP y Ciudadanos tienen el 50% de las 350 bancas del Parlamento. Es un dato para cualquier gobierno.