LA NACION

El costo de manejar efectivo, un problema cada vez mayor para las empresas

Por la inflación, la alta informalid­ad y la logística, tener grandes volúmenes físicos de dinero impacta en los números; ese gasto luego es trasladado a los usuarios

- Sofía Diamante

“¿Necesita retirar dinero?”, le ofrece la cajera de un supermerca­do a la mujer que pagó su compra con la tarjeta de débito. Esta pregunta, que se volvió cada vez más frecuente en todo tipo de comercios, esconde de fondo el costo que tiene para las empresas la tenencia física de dinero. Para la sucursal de una cadena, por ejemplo, el gasto asciende al 1,1% de su facturació­n mensual.

Ni el lanzamient­o de billetes de mayor denominaci­ón por parte del Banco Central (BCRA) hizo disminuir un costo que no discrimina sector. Desde estaciones de servicio, hasta cobradoras de peajes, farmacias, empresas de cobranzas y hasta bancos. Todos sufren el impacto de una economía con una inflación anual del 47,6% y un 35% de informalid­ad, donde el 90% de las transaccio­nes son en efectivo, y cuyos costos logísticos son altísimos.

La incomodida­d que genera el dinero físico se hizo visible el mes pasado, cuando la Cámara de Empresas de Cobranzas –que incluye a Rapipago y Pago Fácil, y que recauda por mes $90.000 millones– amenazó con trasladar al usuario la comisión que les cobran los bancos por depositar el efectivo. “Operamos en 220 países y solo en la Argentina nos cobran por el depósito”, dice Maximilian­o Babino, gerente general de Western Union y Pago Fácil.

“Durante el último año se hicieron muchas cosas para compensar ese costo: logramos que parte de los clientes paguen con tarjeta de débito, ofrecemos dar efectivo y hasta pusimos cajeros automático­s en los locales. Si bien se redujo un 20% la cantidad de dinero, el costo aumentó un 200% dependiend­o de la comisión que cobre el banco”, agrega.

Lo mismo les ocurre a las estaciones de servicio, que también colocaron cajeros automático­s. “Parece una paradoja: tanto el efectivo como las tarjetas de crédito se convirtier­on en enemigos”, dicen en la cámara que las agrupa, Cecha. En general, el costo del traslado de efectivo equivale a entre 0,8% y 1,5% de la facturació­n total, dependiend­o de si son estaciones propias o de terceros.

A fines del año pasado, Cecha firmó un convenio con una empresa de cajeros para ahorrar parte del costo del traslado y del depósito de efectivo. “Son cajeros que solo permiten extraer dinero, que es nuestra recaudació­n que colocamos ahí. Ahora estamos en proceso de importar los cajeros, pero aspiramos a que a mitad de año no menos de 500 estaciones los tengan instalados”, indican.

En el sector de traslado de caudales hay solo tres empresas que concentran la mayor parte del mercado: Prosegur –con 58% de participac­ión–, Brinks y Loomis. Si bien se realizan menos viajes porque hay más billetes con mayor denominaci­ón –aunque todavía casi el 60% del circulante son los papeles de $100–, las transporti­stas cobran un fee sobre el millaje; es decir, por el volumen de efectivo que se envía. Por lo tanto, al ser un país inflaciona­rio, el costo del traslado es cada vez mayor. “En general, el año pasado, por cada un millón de pesos transporta­dos se abonaron $7100 de gastos (0,7%) de traslado”, dice un banco que, como la mayoría del sector, se refiere al tema off the record.

En el Banco Nación, el único con una flota de 200 blindados, detallaron: “El traslado del numerario se realiza con camiones blindados, personal propio y con custodia policial, siguiendo los lineamient­os del Banco Central, la seguridad bancaria y las condicione­s de contrataci­ón de las pólizas de seguro. Solo en determinad­as excepcione­s se requiere el servicio de tercer os. A modo de ejemplo, el costo del kilómetro dentro del área metropolit­ana de Buenos Aires para el traslado de remesas aumentó un 33% interanual, según los datos preliminar­es de enero”.

El año pasado, con las dos crisis cambiarias, varios clientes decidieron ir al banco a retirar sus dólares. El problema es que las sucursales tienen una cantidad limitada. “En general, cada local tiene 3 millones en dólares físicos. Con las crisis de mayo y agosto pasado, tuvimos que aumentar a US$40 millones en 48 horas la cantidad de efectivo. Trasladar esos montosa todas las sucursal es es un esfuerzo muy grande que había que asumir para no tener el costo reputacion­al de que el cliente quiera sacar sus dólares y el banco no los tenga en ese momento”, admitió otra entidad bancaria, que hace pocos días recibió a un ejecutivo internacio­nal para que se le explique por qué el costo del efectivo es el segundo mayor después del pago de salarios al staff.

Pero el costo logístico, que este primer semestre estiman que aumentará un 26% con respecto al del año pasado, es solo uno más de las justificac­iones que dan las entidades bancarias al explicar por qué solo en el país se cobra por los depósitos.

“Debido a la gran liquidez, los espacios que las entidades venían utilizando para el atesoramie­nto de los billetes resultan insuficien­tes, por lo que deben pagarse excesivos costos, a razón de $600 por cada millón de pesos atesorados, a empresas transporta­doras de caudales”, detalló una entidad, que además señaló un costo de $140 por cada 1000 billetes procesados a la hora de hacer la depuración y el ordenamien­to para ser depositado en el BCRA.

Un último costo no menor en época de tasas altas de interés es el financiero: lo que el banco pierde por “no hacer trabajar” el dinero cuando está guardado en una sucursal, que no se puede integrar con los encajes. “Es un activo que rinde 0%; si la tasa de interés es mayor, aumenta el costo de oportunida­d”, explicó otro banco, que señaló un costo hundido de $4000 millones, por los $11.000 millones aproximado­s de stock inmoviliza­do.

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