Sánchez, en jaque tras solo ocho meses
El rechazo de la oposición a su plan de presupuesto dejó al presidente socialista contra las cuerdas; mañana anunciará su decisión, que sería adelantar los comicios para abril o mayo
MADRID (De nuestra corresponsal).– Solo ocho meses después de asumir como presidente español, Pedro Sánchez quedó ayer contra las cuerdas. El rechazo opositor en el Congreso a su plan de presupuesto lo forzaría a adelantar las elecciones para abril o mayo, una decisión que anunciaría mañana. El revés para el líder socialista se produjo en un momento de fuerte tensión en España tras el inicio del juicio a 12 dirigentes catalanes por rebelión.
MADRID.– Se le terminó el sueño. La pretensión del socialista Pedro Sánchez de gobernar España hasta junio de 2020 quedó rota ayer luego de que el Congreso –con los partidos de derecha y los independentistas catalanes a la cabeza– rechazara su proyecto de presupuesto y prepara ya elecciones anticipadas. Tan brutal fue el golpe que el desgastado presidente prefirió esperar hasta mañana para anunciar cuándo y cómo se produciría ese llamado a las urnas.
Él mismo será candidato por el socialismo y lo que hace por estas horas es elegir el mejor momento para que esa convocatoria a las urnas lo favorezca. Cabe también la posibilidad de que decida “resistir” en el Palacio de la Moncloa con apenas 84 de los 350 legisladores que integran el Congreso. Una opción que parece inviable, pero que, al menos en los papeles, tiene derecho a intentar.
En un clima de enorme incertidumbre, los españoles tendrán que esperar a mañana para saber si se los convoca a las urnas para elegir nuevo gobierno y, en tal caso, en qué momento. Tres son las fechas que se mencionan como posibles.
Las más próximas conjeturan con una convocatoria tan pronto como para el 14 o el 28 de abril. También se baraja el 26 de mayo, en este último caso, en coincidencia con las elecciones europeas y municipales, lo que daría paso a un “superdomingo” electoral. Pero podrían ser otras. El anuncio se hará después de la reunión de gabinete de mañana, pero todo indica que el gobierno está acabado.
Visiblemente golpeado, Sánchez se retiró del Congreso en silencio, incapaz de dar precisiones al respecto. Necesitó aislarse para analizar la situación junto a sus colaboradores. Apenas esbozó una sonrisa ganadora cuando los periodistas le preguntaron una y otra vez si llamaría a elecciones. Se introdujo en el auto que lo esperaba en la puerta del Congreso y quedó oculto tras la ventanilla oscura.
Mientras, el país quedó sumido en la incertidumbre y abierto a todo tipo de conjeturas. Incluso, la de que –a pesar del feroz revés sufrido– baraja que el presidente intente resistir, aunque se encuentre en franca minoría.
“Todo está abierto”, deslizaban voceros del gobierno. Pero tanto sus socios de la izquierda radical como la oposición de derecha y liberal decían que prolongar el frágil gobierno es impensable.
“España no puede estar expuesta a esta incertidumbre y merece un mejor gobierno. Es necesario llamar a elecciones cuanto antes”, dijo el líder del derechista Partido Popular (PP), Pablo Casado.
Con cierta revancha, el principal partido de oposición interpretó el fuerte revés como equivalente a “una moción de censura”. Algo similar a lo que el propio Sánchez promovió en mayo pasado para desplazar a Mariano Rajoy (PP) del gobierno.
Los liberales de Ciudadanos también clamaron por elecciones. “Sánchez no puede prolongar la agonía de lo que ya está muerto. Su gobierno ya no trae nada bueno”, acotó el líder del partido liberal, Albert Rivera, al pedir elecciones y el cierre de una “etapa negra”.
Es tal el escenario de debilidad que hasta los socios del gobierno piden elecciones. “Es obvio que no queda otra salida”, dijo Irene Montero, número dos de Podemos, el partido de izquierda radical aliado de Sánchez.
El rechazo del presupuesto en primera votación fue un mazazo. Fueron 191 votos para rechazarlo y apenas 151 por la aprobación. Eso implica que aun dentro del bloque de izquierda hubo quien votó por el rechazo.
El desgaste y la falta de confianza son notorios. Sin embargo, en el tramo final se hizo evidente que el golpe de gracia se lo asestaron sus anteriores socios del independentismo catalán, que pretendió que, a cambio de votos, se reconociera el derecho de autodeterminación de Cataluña, una figura no reconocida en la Constitución española. “Esta izquierda timorata no se anima a dialogar de todo lo que es necesario”, reprochó Joan Tardá, de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC).
La derrota implicó también el naufragio de los intentos de diálogo del gobierno central con el independentismo radical que gobierna en Cataluña. Pero es un escenario envenenado. Con el juicio en paralelo a 12 políticos catalanes por la fugaz declaración de independencia de octubre de 2017, al separatismo de esa región se le hace difícil aparecer junto al gobierno central, al que desprecian en sus discursos para la grada.
Sánchez es el único presidente desde la recuperación plena de la democracia que llegó al poder no como resultado de elecciones generales, sino como consecuencia de una moción de censura contra su predecesor, Rajoy. Incumplió, sin embargo, la promesa con la que llegó al poder.
“Llamaré a elecciones cuanto antes”, dijo Sánchez en mayo pasado, antes de asestar el golpe de gracia contra Rajoy. Una vez en el poder, cambió el discurso y sostuvo su deseo de permanecer en la Moncloa hasta junio de 2020. Algo que ayer pareció hacerse añicos contra la realidad.