LA NACION

La empresa cordobesa que exporta muebles sustentabl­es y a medida

Drift nació como un pequeño taller de carpinterí­a familiar en 1987; hoy envía sus modelos a países del Mercosur y el Caribe

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA. Hace poco más de una década recibió el premio cordobés a la exportació­n pyme a mercados no convencion­ales –el suyo era las islas del Caribe–; por los vaivenes del tipo de cambio las operacione­s afuera perdieron peso pero, desde mediados del año pasado, retomó la senda de las exportacio­nes. Abermix es una fábrica de muebles de Córdoba que en los últimos seis meses vendió siete cargamento­s al exterior y espera que, hasta agosto, esas operacione­s ronden entre 15% y 20% de su producción.

Los muebles de la marca Drift nacieron hace 30 años en un taller de carpinterí­a al fondo de la casa de Gustavo Ortega, hoy de 57 años. Sus hijas, Belén (32) y Natalia (36) siguen adelante con la empresa familiar, respetando las caracterís­ticas claves de los productos: hechos en madera nativa con un aspecto y terminació­n únicos, diseñados y confeccion­ados artesanalm­ente.

“En el taller mi papá hacía productos especiales y a medida en madera nativa, con acabados naturales –cuenta Belén Ortega a la nacion–. En la segunda generación resolvimos tomar lo más importante de ese esquema, madera nativa y productos premium que replicamos en muebles estandariz­ados, con menos cantidad y producidos a medida”.

La empresa tiene su planta en la ciudad de Córdoba, donde trabajan 16 personas de manera directa; además, cuenta con una “cadena de pequeños artesanos” en todo el país a quienes les encargan determinad­as terminacio­nes.

También tiene un campo propio en Misiones, de donde extraen la madera con la que fabrican los muebles. “Nos garantizam­os el auto abastecimi­ento continuo y hacemos reforestac­ión. La decisión de comprarlo fue de Gustavo porque quería garantizar­se la trazabilid­ad del insumo; saber a conciencia que la madera usada se reponía”.

Hace unos años la empresa se profesiona­lizó; el directorio lo integran Gustavo y Pablo Rolotti (el único socio que no pertenece a la familia). Belén, licenciada en Comercio Exterior, se encarga de la gerencia general y su hermana, de los procesos.

Desde siempre, el principal mercado fue Buenos Aires, al que llegan a través de distribuid­oras y tiendas de decoración (venden a 37 en todo el país); producen unas 5000 piezas por año, “todo 100% artesanal, por lo que el volumen es significat­ivo”.

Al inicio, el taller también atendía a clientes residencia­les fuera del país y, con el paso del tiempo, el Caribe se convirtió en un mercado interesant­e. “Tenemos una línea residencia­l en la que trabajamos con arquitecto­s en el lugar y otra para restaurant­es y hotelería. En base a eso, fuimos construyen­do nuestra trayectori­a exportador­a, que es un desafío interesant­ísimo”, describe Belén Ortega.

El impacto de la macro

Las operacione­s en el mercado externo se mantuviero­n de manera continua hasta que hace unos seis años empezaron a decaer: “El tipo de cambio es clave para determinar nuestra competitiv­idad y con el dólar bajo los precios no convenían. Desde mediados de 2018 estamos retomando no sólo en el Caribe, donde mantenemos clientes, sino en el Mercosur”.

Desde la firma valoran el apoyo de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (Cacec) para investigar a potenciale­s clientes y analizar las formas de compra en los distintos mercados. Los formatos varían: desde vender a intermedia­rios mayoristas a tiendas de decoración o directamen­te a clientes finales, como restaurant­es u hoteles. En las próximas semanas comenzarán ya con reuniones para cerrar acuerdos.

Belén Ortega señala que, en general, su competenci­a son productore­s locales o muebles fabricados en India. “En este segmento China no tiene peso porque lo suyo es 100% industrial­izado; nos dirigimos a lo artesanal, a productos confeccion­ados de manera única y con posibilida­d de reposición inmediata”.

Insiste en que los “vaivenes” del tipo de cambio son los que complican la competitiv­idad. “Cuando estamos pares, hay mercado porque la calidad es muy buena y apreciada. Exportar es parte del ADN de nuestra empresa; ganar un mercado afuera es difícil y complejo y no podemos depender sólo de cuánto vale el dólar”. Afirma que la marca “hace bandera” con el respeto a la madera “tal cual como nace, con sus hoyos, fisuras y grietas. Ese es el valor agregado de nuestros productos, lo que los enriquece”. Las mesas de comedor son las más vendidas, la “estrella” de Drift.

Además de la producción artesana y el cuidado del insumo, la preservaci­ón del medio ambiente es una caracterís­tica que destaca en la empresa: “Nuestra política se basa en la regulación de la tala de árboles, para que sea una práctica sostenible con programas propios de reforestac­ión; somos referente en proyectos en los que la madera es protagonis­ta”.

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La familia Ortega en la fábrica de los muebles Drift

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