LA NACION

En una casa quemada, hallan un cuerpo con 170 puñaladas

Creen que fue un ajuste narco; había otro muerto

- Gabriel Di Nicola

El fuego y el humo despertaro­n a los vecinos. El miedo y el peligro no los paralizaro­n, e intentaron hacer algo para que el incendio no se expandiera. Pero no lo lograron: las llamas solo pudieron ser sofocadas por los Bomberos de la Ciudad, que llegaron por una llamada de auxilio. Cuando el siniestro fue controlado se descubrió algo peor: un brutal doble homicidio; las víctimas, un presunto dealer y estafador, y su mujer.

La autopsia determinó que el cuerpo de Alexis Ferreira, de 22 años, tenía 170 heridas de arma blanca. Para matarlo fueron utilizados dos cuchillos. Su pareja, Rocío Micaela Benítez Salaya, fue ahorcada con un cable. El fuego, según informaron fuentes judiciales y policiales a la nacion, fue iniciado para intentar borrar cualquier rastro que incriminar­a a los asesinos.

El doble crimen fue descubiert­o en horas de la madrugada del 3 de este mes en un departamen­to del primer piso de un PH situado en Fernández 1767, en el barrio porteño de Parque Avellaneda. Ferreira y Benítez Salaya fueron asesinados entre las últimas horas del 31 de enero y los primeros minutos del primer día de este mes.

Los homicidas conviviero­n con los cuerpos hasta que decidieron prender fuego el inmueble, dedujeron los investigad­ores.

El móvil del doble crimen tendría vínculos con los negocios ilegales que llevaba adelante Ferreira, según la hipótesis que tienen los detectives policiales y judiciales del caso. En una de las habitacion­es los investigad­ores encontraro­n una heladera en la que alguien escribió la palabra “traidor”.

Los cadáveres estaban en cada una de las dos habitacion­es del inmueble, debajo de dos colchones que habían sido cubiertos con basura y otros objetos.

En una primera etapa, la causa estuvo a cargo de la jueza en lo criminal y correccion­al porteña Alejandra Provítola. La magistrada y su equipo, con la colaboraci­ón de detectives de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad, lograron identifica­r y detener a dos presuntos partícipes del doble homicidio.

Esos sospechoso­s aprehendid­os fueron identifica­dos por fuentes policiales y judiciales como Max Javier Funes, argentino, y Camilo José Rimsky Techera, uruguayo, ambos de 19 años.

La primera pista para llegar hasta ellos se consiguió gracias a un error de uno de ellos. En el patio del PH

Rimsky Techera dejó olvidado un bolso con ropa, dos balanzas de precisión y su pasaporte.

“Era evidente que quería fugarse. Pero después de prender fuego el lugar dejó olvidado su bolso”, explicó una calificada fuente del caso.

Según pudieron reconstrui­r la jueza Provítola y los detectives policiales, el joven uruguayo “trabajaba” para Ferreira.

Uno de los negocios ilegales atribuidos a Ferreira, según fuentes con acceso al expediente, eran las estafas a personas que compran y venden artículos a través de conocidos portales de internet.

“Rimsky Techera era la cara visible de esas estafas. Entonces, como su exposición era mayor, le exigió un porcentaje mayor de las ganancias. En medio de la disputa, el joven y sus amigos cometieron el doble homicidio”, explicaron fuentes de la Policía de la Ciudad.

Los voceros consultado­s no descartaro­n que el móvil haya tenido vinculació­n con el negocio de la venta de drogas, que también habría manejado Ferreira.

“Los vecinos de la víctima vieron a Rimsky Techera hacer una especie de mudanza. Eso ocurrió después de los homicidios y antes de incendio. Es decir que habría convivido unos días con los cadáveres. Suponemos que las cosas que se llevó del inmueble eran los elementos que utilizaban para estirar y fraccionar la droga que vendían”, especuló un investigad­or del caso.

Como el tercer sospechoso es menor, Provítola debió declinar la competenci­a y la causa recayó en el juez Gonzalo Oliver de Tezanos.

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