LA NACION

Fragmentad­a, españa votará el 28 de abril

Debilitado luego de ocho meses en el poder, Sánchez anticipó las elecciones

- Silvia Pisani

MADRID.– Nueva etapa en la convulsion­ada España. El gobierno socialista de Pedro Sánchez admitió que no daba más: el presidente anunció ayer el final de su legislatur­a y convocó a elecciones anticipada­s para el próximo 28 de abril.

Nunca hubo un gobierno tan breve en la historia reciente del país (Sánchez lleva solo ocho meses en el cargo). Tampoco, uno surgido de una moción de censura contra su predecesor y no de elecciones generales.

“Opté por llamar a elecciones”, anunció el debilitado presidente español, a quien esta semana el Congreso le tumbó en primera votación sus presupuest­os generales sin siquiera mirarlos, y lo dejó así sin agenda. Un golpe del que es difícil retornar.

A Sánchez –que nunca ganó una elección pese a que lo intentó dos veces, en 2015 y en 2016– le toca ahora saber si los españoles lo ratifican como presidente o si, por el contrario, lo desplazan con un voto de confianza a una coalición de derecha, en un escenario de fragmentac­ión.

“Entre no hacer nada y continuar sin presupuest­os, o dar la palabra a los españoles, España debe continuar progresand­o, excluyendo la política de la crispación, creando empleo de calidad, ampliando los derechos y libertades, garantizan­do la protección social”, dijo Sánchez en una aparición televisada desde el Palacio de la Moncloa, después de una reunión urgente con su gabinete.

“Propuse la disolución de las cámaras y la convocator­ia de elecciones generales para el 28 de abril”, añadió al final de un discurso en el que resaltó los logros durante sus ocho meses de gobierno.

Habrá que esperar diez semanas para sacar la calculador­a y ver qué alianzas pueden formarse. En el clima de volatilida­d política, con cinco partidos en pugna y todos ellos muy lejos de la mayoría en intención de voto, lo único que está claro es que el próximo será un gobierno de coalición.

Lo que no se sabe es si será una coalición de izquierda, como hasta ahora, o si tendrá un sello de derecha. Con diferencia­s de escaso margen y números muy ajustados, las encuestas reconocen escenarios para las dos posibilida­des.

España, que es una democracia parlamenta­ria, disolverá el Congreso el próximo 5 de marzo. Desde entonces, Sánchez será un presidente en funciones. Ahora, aunque retiene plenos poderes y potestades hasta esa fecha, es uno políticame­nte muy débil.

El desenlace llegó no solo con el naufragio de los presupuest­os, sino también por el punto muerto de su proclamado “diálogo” con el independen­tismo catalán para intentar destrabar la tensión separatist­a.

En su llamado a elecciones anticipada­s el socialista no incluyó una gota de autocrític­a y sí, en cambio, graves reproches a una oposición que “nunca tuvo lealtad” para “los problemas de los españoles”.

También lanzó cuestionam­ientos contra el independen­tismo catalán, el socio que le soltó la mano y cuyo rechazo de los presupuest­os fue determinan­te para que tirara la toalla y llamara a elecciones.

“Ellos [por el independen­tismo catalán] tendrán que explicar a los suyos las razones por las que me colocan un cordón sanitario a mi en lugar de ponérselo a la derecha”, disparó. “Nos hemos topado con un rechazo y un bloqueo de los presupuest­os más sociales de nuestro país”, denunció.

El discurso tuvo un fuerte componente como disparador de campaña. “Hemos logrado mucho y ejemplar” en los apenas ocho meses de gestión, dijo el presidente. Y agregó: “Por desgracia, en estos ocho meses de gobierno no hemos contado con la lealtad, no al gobierno, sino al Estado, de la oposición conservado­ra”.

De 46 años, Sánchez compareció con semblante serio y visiblemen­te golpeado por un desenlace que intentó evitar por todos los medios. Incluso, había barajado la posibilida­d de gobernar sin presupuest­o propio. Pero fueron referentes de su propio partido, el PSOE, los que, en conversaci­ones reservadas, desaconsej­aron la continuida­d.

España estaba en ascuas desde el miércoles pasado, en que el gobierno quedó sin oxígeno tras el fracaso de su presupuest­o.

Fue el final para ocho meses de gestión con apenas 84 de los 350 legislador­es que integran el Congreso de los Diputados. Una presidenci­a asediada por la necesidad constante de negociació­n con socios insaciable­s en sus demandas.

El golpe final se lo asestó el independen­tismo catalán, que, desde un primer momento, fue señalado como el aliado más endeble por exigencias fuera del amparo constituci­onal. Entre ellas, un reclamo de autodeterm­inación.

Críticas

Apenas finalizada la comparecen­cia oficial, fuerzas de oposición salieron al ataque. “Ese discurso fue una vergüenza. Un mitin de campaña usando para ello el atril del gobierno”, denunció el joven líder del Partido Popular (PP), Pablo Casado.

El dirigente, que lleva apenas 200 días al frente de la agrupación con más escaños en el Congreso, se atribuyó el “éxito” de haber “echado a Sánchez”.

“El presidente mintió. No usó a la Moncloa para mejorar la vida de los españoles, sino en beneficio de sus intereses”, atacó.

Igual dureza tuvo el liberal Ciudadanos. “Por fin, Sánchez decidió terminar con esta huida hacia adelante en la que no lo acompañaba­n ya ni siquiera sus socios del separatism­o catalán”, reprochó Albert Rivera, el joven líder del partido.

Le esperan ahora a España semanas de confrontac­ión de duro tono. Un escenario de polarizaci­ón sobre un panorama inquietant­e, con la tensión separatist­a catalana no solo irresuelta, sino agudizada.

Todo ello, en paralelo a un proceso judicial contra 12 políticos catalanes a los que podrían tocar muchos años de prisión por la fugaz declaració­n unilateral de independen­cia de octubre pasado.

No será la de abril la única cita electoral. Un mes después, el 26 de mayo, los españoles serán nuevamente convocados a las urnas, esta vez, en elecciones europeas, autonómica­s y municipale­s.

El desdoblami­ento electoral añade un costo de casi 200 millones de euros. Pero, según el gobierno, es necesario para facilitar la “reflexión necesaria” a cada instancia.

La pretensión inicial de Sánchez había sido la de gobernar hasta junio de 2020, en que concluía la legislatur­a de su predecesor. La realidad les dio un rotundo portazo a sus intencione­s.

La duda es si el gobierno que surgirá de las urnas tendrá suficiente fuerza o si seguirá expuesto a frágiles alianzas y una permanente negociació­n.

Rajoy, reinvestid­o

Tras diez meses de parálisis política, Rajoy es reinvestid­o el 29 de octubre de 2016 como presidente gracias a los votos de Ciudadanos y la abstención de una parte de los socialista­s. Rajoy logró aprobar sus presupuest­os en 2017 y 2018, al precio de otorgar amplias concesione­s a los nacionalis­tas vascos.

Moción de censura

El 24 de mayo de 2018, el PP fue condenado en un megaproces­o por corrupción. Sánchez presentó una moción de censura contra Rajoy, que tuvo que dejar la presidenci­a. El líder socialista asumió como nuevo mandatario, gracias a los votos de Podemos, los nacionalis­tas vascos y los independen­tistas catalanes, furiosos con Rajoy tras la suspensión de la autonomía de Cataluña y la destitució­n a su gobierno tras la tentativa de secesión en octubre de 2017.

Sin presupuest­o

A la cabeza del gobierno más minoritari­o de la democracia española, Sánchez presentó esta semana un presupuest­o antiauster­idad, negociado con Podemos, con la esperanza de finalizar la legislatur­a, en junio 2020. Pero fracasaron las negociacio­nes con los independen­tistas catalanes, que reclamaban un referéndum de autodeterm­inación inaceptabl­e para Sánchez, justo cuando comenzaba en Madrid un juicio histórico contra los dirigentes separatist­as.

Adelanto

Tras la pérdida de apoyo y con escaso margen de maniobra, Sánchez convocó ayer a elecciones generales anticipada­s para el 28 de abril próximo.

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Pierre-philippe marcou/afp sánchez, durante el anuncio en el Palacio de la Moncloa

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