LA NACION

¡Tiemblen, políticos! Todo va a saberse

- Carlos M. Reymundo Roberts

Es el fin. El fin de lo secreto, de la privacidad. Entre las nuevas tecnología­s y la curiosidad malsana, parece que ya nada puede ser mantenido en reserva. El Papa le escribe una carta ultrasecre­ta a Maduro y a las pocas horas la vemos publicada, casi antes de que le llegara a Maduro. Baratta (entre paréntesis: gracias, Baratitta, por existir, por haber contratado como chofer a Centeno, por no conformart­e con los cuadernos y seguir dándonos merca; ¡gracias por trabajar para la historia!), Baratta, decía, monta desde la cárcel, con la ayuda de Verbitsky, la opereta contra el fiscal Stornelli, y apenas corta una de las llamadas tumberas que hizo, a Lilita Carrió le llega la transcripc­ión completa. Incluso a Bezos, dueño de Amazon, el hombre más rico y, se supone, tecnológic­amente más protegido del mundo, le hackearon una selfie íntima. ¿Y saben quién lo mandó hackear? ¡Trump! Trump, al que no hace falta hackear porque le gusta hacer sus fechorías a la luz del día.

Quiero decir: todo se termina sabiendo, todo trasciende. A mí mismo, confieso, cada vez me cuesta más no contar lo que me cuentan, aunque me pidan de rodillas que no lo haga. Como me debo a mi público, escupo todo. Por cierto, en la Argentina este fenómeno se está exacerband­o hasta límites inimaginab­les a raíz de la campaña electoral. No hay día en el que no aparezcan audios, videos, cartas. De Macri me pasaron una conversaci­ón que tuvo el miércoles con Dujovne, en la que le pregunta: “Nico, ¿será posible que lleguemos a octubre con alguna fábrica que no haya bajado las cortinas?”. Es una lástima porque en este caso la grabación no incluye la respuesta del ministro. o acaso no hubo respuesta.

A Marquitos Peña lo cazaron cuando hablaba con los del Indec después de conocerse el índice de inflación de enero, el exorbitant­e 2,9%: “Nos estamos jugando la reelección. Un poco de morenismo no vendría mal”. De paso, vaya un consejo para mis amigos del Gobierno a propósito de las subas de ayer en trenes, subtes y colectivos: no anuncien más los aumentos de tarifas. Es como un doble impacto. Cuando te lo dicen y cuando tenés que pagar. Además, siento que estamos estigmatiz­ando a las pobres tarifas.

Sigo con las filtracion­es de los últimos días. Se conoció un whatsapp que le mandó el juez federal Luis Rodríguez a Carolina Pochetti, la viuda del exsecretar­io de Néstor Kirchner, que lo acusó de haberles cobrado una coima de 10 millones de dólares en una causa por lavado de dinero: “Carolina, no es cierto lo que contaste. Diez millones fue lo que yo les pedí, pero después arreglamos por algo menos”. Massa recibió uno de su mujer: “Sergio, no seas grasa. Aflojá con Arjona”. A Scioli le hicieron una captura de pantalla: estaba chateando por Tinder.

La que no escarmient­a es Cristina Kirchner, que sigue hablando por teléfono con Parrilli como si no supiera que nunca dejaron de grabarla. La tienen en una conversaci­ón de esta semana. Le dice: “Che, este lobista D’alessio, el que laburó para Baratta con lo de Stornelli. Habrás visto cómo armó todo con una mentira detrás de otra…”. Parrilli la interrumpe: “Sí, sí, él estuvo en nuestro gobierno. ¿Querés que tuitee algo para despegarte del caso?” “No, pelotudo. Recordámel­o si ganamos. Sería un buen jefe de Gabinete”.

Dicho sea de paso, a D’alessio le allanaron la casa y encontraro­n armas, aparatos de espionaje, autos con balizas policiales, chalecos antibalas, una placa de la DEA y remeras del FBI (lo de los calzoncill­os de la CIA no está confirmado). Digamos, un trucho, sí, pero un trucho importante. Alto trucho. ¿Cómo es que Stornelli se reunió con él en Pinamar? Sospecho que D’alessio debe de haber grabado esa interesant­e conversaci­ón. Ufa, voy a tener que seguir leyendo a Verbitsky.

En esta fiebre de filtracion­es, se dan casos sorprenden­tes. Algunos se filtran a sí mismos. El miércoles, Miguel Díaz, de la Unión de Docentes de la Provincia de Buenos Aires, fue a la reunión de los gremios con el gobierno de Vidal por las paritarias

En la era del big data, una candidatur­a puede derrumbars­e en cuestión de segundos

y escondió un micrófono con el que transmitió en vivo el encuentro por Facebook. Le interesaba que se escuchara cuando él, entre otras barbaridad­es, le decía a Sánchez Zinny, ministro de Educación: “Lo único que hacés es rascarte las pelotas”. Hasta Baradel tomó distancia del exabrupto y la teatraliza­ción. Para tranquilid­ad de padres, alumnos, docentes y autoridade­s, de toda la comunidad educativa, Díaz no está al frente de ningún aula. Tiene la tiza prohibida.

En cuanto a un video muy bizarro en el que se ve a Moreno corriendo bajo la lluvia y reclamando una salida anticipada del Gobierno para que puedan volver “el peronismo y los negocios”, o los negocios del peronismo, no es un caso de hackeo ni nada que se le parezca. Es un spot. Es Moreno.

Qué tiempos estos que nos toca vivir. Lo privado es cada vez más público. Lo oculto sale a la luz y se viraliza. ¿Será que allí y solo allí, en los pliegues de la intimidad, mostramos lo que verdaderam­ente somos? Cuidado, políticos en campaña. En la era del big data, una candidatur­a puede derrumbars­e en cuestión de segundos. La tecnología los acecha con la amenaza de exhibir su alma. Bueno, la tecnología o un simple cuaderno.

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