Un llamado que desata un frenético juego de alianzas
En algo coinciden las encuestas en España: su gente está desencantada de la política. El dato no es menor, pero tampoco la diferencia con otros países europeos que atraviesan escenarios de convulsión política y social.
Pero si esos estudios no se equivocan al reflejar las intenciones de voto para los comicios anticipados que se acaban de convocar, el socialista Pedro Sánchez podría ganar por primera vez unas elecciones generales. Lo que no está tan claro es si eso le alcanzaría para conservar el cargo de presidente que ahora detenta o si lo perdería en manos de una alianza de derecha.
Hasta dentro de dos meses no se sabrá qué cuentas hay que hacer para saber quién podrá formar gobierno. A esta hora, las proyecciones están al rojo y dan para todos los gustos, atenazadas por dos componentes que pueden hacer quedar en ridículo cualquier pronóstico: la fragmentación de la oferta electoral en cinco partidos y el escaso margen entre cada uno de ellos.
Tres bancas más o tres bancas menos pueden dirimir el futuro de un gobierno que no será, por naturaleza, monocolor.
Eso, además de un componente nuevo. La extrema derecha de Vox, que irrumpió con fuerza en las recientes elecciones regionales de Andalucía.
Vox es un enigma. Hasta hace poco ni siquiera aparecía en los pronósticos electorales. Hoy, los sondeos le dan tanto como 20 bancas de las 350 que tiene el Congreso. Más o menos lo mismo que hoy detenta el separatismo catalán en el conjunto de sus distintas vertientes.
Es un dato a la hora de tratar a potenciales aliados. Con las calculadoras a ritmo frenético, las conclusiones iniciales son varias de cara a la campaña que se avecina en España.
A España le espera un gobierno de coalición y sujeto a negociaciones para uno de los momentos más complejos de su pasado reciente.
Hacen falta 176 legisladores para tener una mayoría. Hasta ahora, las posibles combinaciones le dan más chances de lograr el número al llamado bloque de derecha que al de izquierda. Pero eso no es determinante.
Si las cosas se mantuvieran como ahora –una alianza troncal del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con la izquierda radical de Podemos– eso arrojaría una fuerza de 146 bancas. Le harían falta 30 más y eso obliga a pensar en el independentismo otra vez.
En el arco de derecha, la combinación más citada es la de “repetir el abrazo de Andalucía”, tal como se definió a la asociación de Partido Popular (PP) y los liberales de Ciudadanos con la derecha radical de Vox. Es la llamada “foto de la Plaza Colón”, que el domingo pasado reunió a 45.000 personas clamando elecciones anticipadas. Eso daría 176 bancas, cuando menos, y una mayoría propia.
Pero el problema es que los tres actores están a los codazos, en una convivencia difícil. Como todo en estos días en la convulsionada España.
Otros sueñan con una alianza poco menos que de magia. Reunir a PSOE, al menguante Podemos y a Ciudadanos. Todo bajo la idea de un “cordón sanitario” –tal como suena– contra la derecha.
Ciudadanos, hasta ahora, no dijo que no. Aunque pondría condiciones difíciles de cumplir, como, por ejemplo, que el socialismo se olvide de Sánchez.
Mucho más fácil es imaginar los discursos de campaña. Menos certero, por estas horas, es saber si esos mensajes de seducción atraviesan, o no, la escaldada piel de los españoles.