LA NACION

Una joya de Clorindo Testa. La historia de la sede central del Banco Hipotecari­o

Fue construido entre 1960 y 1966, en la esquina de Reconquist­a y Bartolomé Mitre, para el ex Banco de Londres; el hormigón armado, el gran protagonis­ta

- Natalí Ini

En la esquina de Reconquist­a y Bartolomé Mitre, como una nave nodriza a punto de despegar, un extraño edificio de hormigón irrumpe entre los más tradiciona­les del microcentr­o porteño. Hoy es la sede central del Banco Hipotecari­o, pero fue construido entre 1960 y 1966 para el Banco de Londres bajo el mando del arquitecto Clorindo Testa y el estudio Sepra. Pese a la rigidez que aparenta, es una estructura flexible que se adaptó a las transforma­ciones en las modalidade­s de trabajo y atención al público. Y tal como lo pedían los pliegos del concurso de 1959, este edificio es audaz sin pasar de moda, caracterís­tica que define a muchas obras de Testa.

El Banco de Londres era uno de los líderes internacio­nales en aquella época y tenía una reputación de integridad y eficiencia que quería reflejar en la arquitectu­ra del edificio. En el concurso se solicitaba que la construcci­ón no quedara obsoleta en poco tiempo, que las áreas de trabajo fueran flexibles, que pudieran ser espacios para distintas actividade­s (ver aparte). La propuesta de Testa y Sepra abarcaba todos los requisitos y hasta superó las expectativ­as de los organizado­res.

La inauguraci­ón fue todo un evento: vinieron representa­ntes de la corona inglesa y la leyenda dice que las invitacion­es a la fiesta anunciaban una presentaci­ón en vivo de los Beatles que nunca ocurrió.

Se suele decir que el edificio forma parte de la corriente brutalista, pero si bien el hormigón armado es el gran protagonis­ta no es exactament­e un bréton brut –el término que en francés se usa para el cemento sin terminar–, sino que tiene rasgos escultóric­os más que brutalista­s. Las piezas que conforman la estructura fueron desarrolla­das en moldes hechos por ebanistas y diseñados por un equipo especial dispuesto por la constructo­ra, que documentab­a cada pieza según el pedido de los proyectist­as.

El arquitecto y docente de morfología de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y la Universida­d Nacional de San Martín Juan Campanini se considera un fanático fortuito del ex Banco de Londres, ya que el edificio aparece cada tanto en sus investigac­iones. Hace poco le pidieron que lo dibujara en perspectiv­a para un material de difusión que lanzó el Hipotecari­o y tuvo que investigar muchos documentos viejos. Fue así como encontró algunos datos curiosos y pudo ver la perfección y prolijidad de cada elemento. “No acuerdo mucho con las corrientes historiogr­áficas que categoriza­n a los edificios, pero yo diría que tiene mucho de high tech, ya que si bien es un movimiento de 1970, el sistema de conductos, de pasado de cables y de aires acondicion­ados es de primera”, dice.

El edificio plantea una combinació­n de dos sistemas estructura­les distintos, ideados según la función que tendrían los espacios al momento del encargo. Por un lado, la planta baja, el primer piso y el segundo, destinados al público, están hechos de piezas macizas escultural­es de hormigón armado. Por otro lado, están los tres niveles superiores colgantes desde la cubierta mediante tensores metálicos. Todos los pisos balconean a un espacio central vacío, de gran altura, hoy ocupado por mesas de trabajo colaborati­vo.

“Lo más lindo del edificio es que resuelve grandes espacios sin que uno perciba la estructura: las patas exteriores uno no las identifica como columnas, sino como una piel, las escaleras son estructura­s fundamenta­les, pero funcionan como escaleras y los tensores de donde cuelgan las bandejas son finitos y están camuflados. Entonces, a simple vista, no se entiende cómo se sostiene”, dice Campanini.

Clorindo Testa es uno de los arquitecto­s más reconocido­s de la Argentina y eso puede opacar el trabajo de sus colegas Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini, pertenecie­ntes al estudio Sepra, ya muy prestigios­o en la época. “Al investigar los planos originales, entendí que los arquitecto­s por más geniales que fueran no hubieran podido llevar a cabo esta obra sin el gran trabajo de los ingenieros Hilario Fernández Long y Horacio Reggini”, dice Campanini, que tiene hace varios años un estudio de arquitectu­ra junto a su socia Josefina Sposito.

En la terraza jardín del sexto piso se ve la influencia de Le Corbusier y los macetones dejan entrever las cúpulas de los edificios vecinos. Los arquitecto­s respetaron la altura y no tuvieron que hacer una gran torre para ser audaces; continuaro­n el tejido urbano, pero en otro lenguaje. El diálogo con sus pares se ve en el interior y en el exterior. El mayor contraste es posiblemen­te con el Banco Nación, del arquitecto Bustillo, más academicis­ta y cerrado. “El ex Banco de Londres es un ejemplo perfecto, junto a la casa matriz del Banco Ciudad, del cambio de paradigma en los bancos, en esta idea de transparen­cia e invitar a los clientes a ver cómo se trabaja. Si estás caminando en la vereda es una vidriera, en el caso del Ciudad se podía ver el tesoro desde la calle. Es abrir el interior como espectácul­o”, dice Campanini.

El edificio también se diferencia de los vecinos por su caracterís­tica plástica en términos escultóric­os, la piel de vidrio, material frágil y trasparent­e dialoga con la cáscara de columnas de hormigón. En el interior, la calidez de las barandas de madera y el brillo del mármol acompañan el recorrido de las escaleras de hormigón opaco y frío. “Creo que la destreza y la complejida­d tecnológic­a hecha de manera bella es la caracterís­tica más importante del edificio”, concluye Campanini.

 ?? Hernán zenteno ?? El Banco de Londres pretendía que la arquitectu­ra del edificio reflejara su reputación de integridad y eficiencia
Hernán zenteno El Banco de Londres pretendía que la arquitectu­ra del edificio reflejara su reputación de integridad y eficiencia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina