LA NACION

El adiós definitivo de Progreso a su hijo ilustre

El cuerpo del futbolista será velado y sepultado hoy en el pueblo santafesin­o, a donde acudirán representa­ntes de los clubes Nantes y Cardiff City

- Gabriela Origlia

emiliano Sala. PROGRESO, Santa Fe–. Esperan al ídolo del pueblo como nunca habrían querido hacerlo: en silencio. Hay lágrimas desde el mismo momento en que su avioneta desapareci­ó. Progreso, el pueblo santafesin­o que vio nacer y hacer las primeras jugadas a Emiliano Sala, lo despedirá hoy en el mismo club donde él inició su carrera futbolísti­ca.

El cuerpo llegó ayer desde el aeropuerto de Ezeiza; hoy, a las 7, comenzará el velatorio y las puertas del gimnasio se cerrarán a las 15:30, para que la familia Sala pueda tener intimidad en el último adiós antes de la cremación, que será en Santa Fe. Una hora antes del cierre al público habrá una ceremonia religiosa.

En Progreso, un pueblo tambero de 3000 personas, Emiliano sigue siendo “Emi”. Este era el primer lugar al que venía cuando regresaba de Europa y en el que seguía parándose en las esquinas a conversar con sus conocidos. Por eso nadie tiene consuelo.

Los restos de Emiliano viajaron en un avión de British Airways desde el aeropuerto de Heathrow a Ezeiza, donde lo recibió su familia. Una empresa fúnebre lo trasladó a Santa Fe y, desde allí, a Progreso. El único pedido de los Sala –según confirmó a la nacion el jefe comunal, Julio Müller– fue que no ingresaran cámaras de televisión ni de fotos al velatorio.

El club San Martín, su “otra casa” desde los 4 hasta los 15 años, cuando se despidió jugando tres partidos –una final– en tercera división para irse a San Francisco (Córdoba), preparó para el velatorio la camiseta del club, roja y negra a bastones, con el 9 y el nombre de Emiliano. En la sede está la última camiseta de Nantes que Emiliano les dejó en la época del Mundial de Rusia, cuando estuvo por última vez. En diciembre, como el receso europeo era de solo una semana, no viajó.

Hoy desfilará todo el pueblo por el polideport­ivo; sus amigos de toda la vida, sus maestras en la escuela primaria José María Paz y sus profesores del secundario Mariano Moreno. De Emi hay solamente cosas buenas para decir, travesuras de chico para contar y su “sencillez” y “humildad” en los últimos años, cuando ya estaba haciendo su carrera en Francia.

“No sólo acá hablamos así de él; donde estuvo lo quieren. Basta mirar la reacción de los hinchas y de sus compañeros de Nantes. Era imposible no quererlo”, repite Alberto, un amigo de Emiliano que trabaja en el club San Martín. Tanto es así que Neil Warnock, el entrenador de Cardiff City, y también Ken Choo, director general del club, viajaron para asistir al velorio.

También de Nantes hay una delegación, que tendrá a la cabeza a Nicolas Pallois, su mejor amigo en Francia, y Loïc Morin, el secretario general de la institució­n.

Warnock contó que mientras buscaban la avioneta no podía dormir por el impacto emocional que le había causado el accidente; había tenido un par de reuniones con Emiliano y unas charlas telefónica­s mientras el club acordaba el pase. Recuerdos imborrable­s

En Progreso todavía la gente no sale del shock; sigue dándoles vuelta a la caída de la avioneta, a los días de búsqueda en el canal de la Mancha, a la solidarida­d de los que aportaron para que no se frenara el rastrillaj­e y a la tristeza infinita –mezclada con algo de alivio por la familia– de la identifica­ción del cuerpo. Les cuesta creer que el 21 de enero el Piper PA 46 310P en el que volaba el ídolo del pueblo haya salido de los radares y caído; hasta hoy tratan de encontrar una explicació­n que les permita entender lo que se niegan a aceptar.

Daniel Ribero, el presidente del club, admite que la conmoción ni siquiera los deja pensar en otros homenajes al jugador. Por ahora, lo único definido es que una obra que están ejecutando llevará el nombre de Emiliano. Quieren pensar y acordar con la familia el resto. “Hay mucha emoción, mucha tristeza. Por él, por su familia. Son de acá de siempre, son nuestros, y es todo tan inexplicab­le que el dolor es más grande”, apunta Cristina, una lugareña.

Emiliano nunca más jugó para San Martín luego de dejarlo a los 15 años, pero cada año pasaba por ahí para juntarse con sus amigos. “Acá nos conocemos todos y el club es punto de reunión. No había forma de que no viniera a ver a sus amigos, a saludar”, menciona Alberto.

Progreso esperó el milagro; no se resignaba. Cuando el gobierno británico anunció que dejaría de buscar, los habitantes se reunieron en el club y en la plaza de los Colonizado­res y dejaron pegados mensajes para pedir que se siguiera adelante. Los amigos de Emiliano acompañaba­n a Horacio, su papá, con la camiseta 9 de Nantes que les había regalado en su visita de junio.

A la tristeza se suma algo de bronca; el enojo que genera pensar que el muchacho que andaba en bicicleta y trotaba por el pueblo estaba cada vez más cerca de un reconocimi­ento grande, hasta de “un llamado a la selección”. Estaba ahí, y una muerte “absurda, inexplicab­le” lo alcanzó.

A Progreso también llegarán representa­ntes del club Crecer, de San Francisco, Córdoba, que albergó a Sala en su adolescenc­ia y fue su paso previo a la ida a Europa, que se dio en 2011, cuando Girondins, de Burdeos, lo contrató. Guillermo Di Meola, director del centro, era uno de los convencido­s de que Emiliano sería hallado con vida. “Estaba en el mejor momento de su carrera; había trabajado mucho para eso”, insiste.

Cardiff City había fichado al argentino por 16,9 millones de euros. Luego de firmar su contrato, él regresó a Francia por trámites personales y para despedirse de sus compañeros. En la temporada había hecho 13 goles en 20 partidos. “Vine a trabajar y ayudar a mis compañeros y al club. No veo la hora de trabajar duro”, había dicho a los periodista­s al cerrar el acuerdo con los galeses. La tragedia no lo dejó.

Horacio Sala vivió en Progreso la odisea de la desaparici­ón de la avioneta, la búsqueda, el hallazgo y la confirmaci­ón de que el cuerpo era de su hijo. Aunque vive en Rosario, esperó en el pueblo las noticias. La mamá, Mercedes, y sus hermanos, Romina y Darío, llegaron después de la identifica­ción del cadáver.

Horacio es transporti­sta, y Mercedes, ama de casa. “Todos buena gente, de trabajo, tranquila”, apunta Müller. Tras la confirmaci­ón –por las huellas digitales– de la identidad del cuerpo sumergido a 67 metros de profundida­d, la familia emitió un comunicado de agradecimi­ento: “Vamos a poder comenzar el duelo de nuestro hijo y hermano. Queríamos agradecerl­es todas sus muestras de afecto y de apoyo, en lo que es el momento más doloroso de nuestra vida. Ver que el mundo entero se moviliza para acompañarn­os en nuestra búsqueda fue de una ayuda infinitame­nte valiosa”.

Sus vecinos de toda la vida son los primeros en pedir que ese deseo se cumpla, que vivan en tranquilid­ad la tristeza y el dolor. La autopsia confirmó que el jugador murió por las “lesiones en la cabeza y en el tronco” que le produjo el accidente de causas todavía desconocid­as aunque ya investigad­as.

El gimnasio de su club fue acondicion­ado con telas que redujeron el salón principal y se espera que hyaya cientos de flores y recuerdos para el “embajador deportivo” del pueblo. Su entrenador en San Martín, Diego Solís, comparte el dolor de todos y su consuelo es pensar que aquel chico que conoció en Progreso hoy anda “haciendo piruetas en otra cancha, más allá”. Ni siquiera quiere mencionar la palabra “muerte”.

 ?? Ricardo Pristupluk ?? La ambulancia deja el aeropuerto de Ezeiza rumbo a Santa Fe, con los restos de Emiliano Sala llegados desde Inglaterra
Ricardo Pristupluk La ambulancia deja el aeropuerto de Ezeiza rumbo a Santa Fe, con los restos de Emiliano Sala llegados desde Inglaterra

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