LA NACION

El club de los enemigos de Gandhi

- Mariano Donadío

Nadie es profeta en su tierra. Ni siquiera Gandhi. En las palabras de Pratap B. Mehta, del Centro de Investigac­ión Política de Nueva Delhi: “Me temo que Gandhi se ha vuelto marginal. En la India moderna, las dos fuerzas dominantes lo odian”. Se refiere a los supremacis­tas hindúes y a los parias. Los primeros no le perdonan su compasión por la minoría musulmana del país y por haber permitido que Paquistán se separara de la India. Los miembros de un grupo nacionalis­ta llegaron a erigir una estatua al asesino de Gandhi, Nathuram Godse; el primer ministro Narendra Modi y muchos de sus aliados políticos alguna vez pertenecie­ron a ese grupo. Los parias sostienen que si bien el Mahatma defendió a las castas considerad­as inferiores, no cuestionó con suficiente vehemencia el sistema. “Creen que le faltó radicaliza­rse más”.

¿Estamos ante un eclipse de Gandhi? Es cierto que todo lo sólido se desvanece en el aire. Pero los legados políticos son inmaterial­es; nunca se van del todo y regresan cuando la historia –ese enorme malentendi­do– se ocupa de volver a nombrarlos.

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