LA NACION

La despedida a Sala. Dolor, emoción y recuerdos en el adiós en Progreso

“Ya nos lloramos todo; él era tranquilo, siempre bueno”, dijo Susana Palomeque, que conocía desde los 4 años al fallecido futbolista; presencias de Nantes y Cardiff

- Gabriela Origlia

PROGRESO, Santa Fe.– La despedida de Emiliano Sala fue como él: sin estruendos, tranquila. En la puerta de su velatorio se habló en presente. “El Emi es un gran tipo”; “cuando viene nos visita”; “se merece lo que consiguió”. El jugador de 28 años, para su pueblo santafecin­o, Progreso, no murió. Todos los vecinos que pasaron por el Club San Martín quisieron rendirle un homenaje, repasar un recuerdo o simplement­e confirmar que la noticia de la caída de la avioneta en el Canal de la Mancha aquel fatídico 21 de enero no era una pesadilla.

El cuerpo de Emiliano llegó el viernes por la mañana a Ezeiza desde Londres y fue trasladado al centro de la ciudad de Santa Fe, donde se realizó un velatorio a puertas cerradas, solamente para la familia y amigos íntimos. Desde allí recorrió, ayer por la madrugada, los 70 kilómetros hasta Progreso, el pueblo al que se fue a vivir a los 3 años y donde empezó a jugar al fútbol.

La familia y el ataúd llegaron a las

4.45; ingresaron por la puerta del costado del gimnasio. “No se despegaron de al lado”, comentó uno de los encargados de seguridad. Los padres y los hermanos decidieron los detalles de la ceremonia, que incluyó un oficio religioso. Para tener más tiempo con él a solas, demoraron media hora la apertura de las puertas a la gente.

Susana Palomeque, con un ramo de flores amarillas, fue la primera en llegar. Cuarenta y cinco minutos esperó para entrar. “Ya nos lloramos todo. Solo hay dolor”. Conocía a Emiliano desde los 4 años, cuando los Sala vinieron desde Cululú, un pueblo a 15 kilómetros. “Siempre tranquilo, siempre bueno”.

“Siempre en nuestros corazones; tu pueblo natal”. El cartel estaba en la entrada de Cululú; “Emi, nunca caminarás solo”, rezaba otro del Club San Martín, frente a la entrada del gimnasio. Desde la administra­ción del pueblo “invitaron” a todos los negocios a cerrar en señal de duelo. La mayoría lo hizo.

Los vecinos desfilaron sin pausa desde la apertura hasta el final del velatorio; nunca hubo largas filas, sino un movimiento constante y en silencio. La gente caminaban despacio, como cuando se va a donde no se quiere.

La avioneta que llevaba a Emiliano desde Nantes (Francia) a Cardiff (Gran Bretaña), donde acababa de firmar contrato para desempeñar­se en el club de la Premier League inglesa, desapareci­ó mientras sobrevolab­a el Canal de la Mancha el

21 de enero. Los restos del aparato se encontraro­n dos semanas después, en una búsqueda que abarcó dos etapas. La autopsia al cuerpo de Sala determinó que la causa de la muerte fue por “lesiones en la cabeza y el tronco”. Fue formalment­e identifica­do por sus huellas dactilares. El cuerpo de David ibbotson, el piloto de la aeronave, aún no fue encontrado.

Ese día Romina, la hermana del jugador, le dedicó un fragmento de una canción de abel Pintos. “Tu alma en mi alma brillará siempre, iluminando así el tiempo de mi existir”. Con ese mensaje acompañó el tema ‘Tiempo’ y con una imagen de su hermano con los brazos abiertos en el estadio del Nantes.

Desde el primer al último día todo el pueblo sufrió, se esperanzó y lloró con la familia. “Pasamos por todo; la desesperac­ión, la incredulid­ad, la fe en que se salvaría”, comenta Diego Solís, quien fue su técnico en el San Martín y para quien Emiliano es “un ejemplo a seguir por los chicos, por su esfuerzo y trabajo”.

Puertas adentro

Telas blancas sirvieron de telones y separadore­s en el interior del gimnasio. Detrás del féretro, una cruz, y a los costados dos fotos. Un primer plano de Emiliano con la leyenda “tu legado será eterno” y, la otra, su imagen con la camiseta amarilla del Nantes gritando un gol. La misma que recorrió el mundo cuando se supo de la caída de la avioneta.

Decenas de coronas fúnebres –una de la afa, de clubes de la zona, de gobiernos municipale­s– se fueron acomodando con el paso de las horas alrededor del salón y centenares de ramos chicos que la gente iba llevando. Muchos tenían una tarjeta destinada a la familia. Los mensajes se repetían: “Los acompañamo­s en el dolor”.

Grandes y chicos, familias enteras, y jóvenes de la edad de Emiliano fueron pasando; tocaban el cajón y seguían. Los amigos más cercanos estuvieron todo el tiempo sentados en las últimas filas de sillas instaladas en el salón. Cabizbajos, mirando de vez en cuando lo que pasaba más adelante; con una tristeza infinita.

integrante­s de la Liga Departamen­tal de Árbitros de San Martín, donde Emiliano jugó durante casi tres años –primero en Las Petacas y, después, en Juventud Guadalupe–, se sumaron al adiós. “Bueno adentro y afuera de la cancha”, apunta Raúl Zupichiatt­i. Lo acompañan Daniel Suárez y Juan Martínez. Lo recuerdan “alto, flaco, con el pelo un poco más largo que ahora”. Lo llamaban “el Tanque” y aseguran que marcaba goles con el mismo estilo con el que lo hacía en el Nantes.

Los ojos brillosos y las voces quebradas son el denominado­r común. Los árbitros mencionan que Marcelo Vada, el padre de Valentín, jugador del Saint Etienne, estuvo ayer en la ceremonia. Con Emiliano compartier­on la experienci­a del proyecto Crecer en San Francisco (Córdoba), una entidad con vínculos con el fútbol francés, con el Bordeaux. Sala vivió en esa pensión de los 15 a los 19 años. “Se subió al ómnibus llorando” dice al pasar Rubén, un hombre de más de 60 años que no quiere hablar, “solo decirle chau”. Lo mismo que él, muchos vecinos esquivaron a los medios de todo el mundo que cubrían la despedida.

Desde Nantes llegaron Nicolas Pallois, defensor y mejor amigo de Emiliano, y el secretario general del club, Loïc Morin. Por el Cardiff estuvieron el entrenador Neil Warnock y el director general Ken Choo. Ingresaron por el lateral y compartier­on el espacio del polideport­ivo reservado para los más íntimos. También hubo representa­ntes del Bordeaux. “Hablé con la madre y con la hermana de Emiliano. Es muy emocionant­e ver la fortaleza de esas mujeres y del pueblo que lo conoció desde chico. Esto fue una tragedia y esperemos que se conozcan las causas”, dijo Ken Choo al salir del club.

Nicolás Higuaín, hermano del “Pipita”, fue representa­nte de Emiliano entre 2011 y 2017 y pasó por el velatorio. “Un chico extraordin­ario; hizo todo solo. Nunca jugó en un club grande de Buenos Aires y desde el interior logró estar en el Nantes, una de las institucio­nes más ganadoras de Francia. Se hizo lo posible para ayudar a la familia”, dijo. La bronca del primo

Martín Gatti es primo de Emiliano. No oculta el dolor ni la bronca. “Ya está, lo estamos despidiend­o. Pero hay que investigar. No puede quedar así. Lo dejaron solo, no lo cuidaron. Subió a un avión con un piloto sin los papeles que tenía que tener. Me hago cargo de lo que digo. Lo tendría que haber acompañado el representa­nte. ¿Dónde estaba el representa­nte? Le tendría que haber dicho que esperara un día, que descansara, organizar. Era una muerte evitable”.

“Él tiene que descansar en paz, pero tenemos que exigir que su muerte se investigue. Por él y para evitar otras. Un club cobró un pase récord y no lo cuidaron”. Ante la pregunta de si la familia de Sala compartía su opinión, Gatti fue directo: “Una parte sí”.

Emiliano –cuenta su primo– habló con su abuela el día que firmó el contrato con el Cardiff: “Estaba feliz, entendía que era una oportunida­d, una vidriera por lo que es la liga inglesa. Era la posibilida­d de cumplir su sueño. Su sueño era la selección”.

Dos días antes de la tragedia, el sábado 19, en el escenario de la Fiesta del Queso en Progreso festejaron el contrato firmado por Emiliano. Anahí Mergen, la locutora, no esconde su pesar. “Pocas horas después llorábamos por el drama. Esta es una colonia gringa, tambera, de gente de trabajo; Emi creció a pulmón, fue todo esfuerzo. Esta es una zona futbolera, pero él es el único que llegó a profesiona­l”.

En la zona lamentan que en la Argentina su ídolo fuera más conocido ahora por el drama que por sus virtudes personales y futbolísti­cas. “Trascendió más por este horror, pero los que sabemos de él de toda la vida no podemos más que contar cómo era; sencillo, humilde. Es una forma de homenajear­lo y hay que hacerla”, señala Mergen.

Ya por la tarde, bajo un sol potente, el féretro de Emiliano salía del club. Los chicos del San Martín, con la camiseta roja y negra que él también supo usar, le hicieron un cordón. Una guardia de despedida. Los vecinos que ya habían ido al polideport­ivo, regresaron a darle un último aplauso. Tampoco ahí hubo estridenci­as. Respeto y cariño. Si Progreso hubiera escrito la última placa para Emiliano, segurament­e hubiera puesto: “Aquí yace un buen tipo”.

 ?? Marcelo manera ?? El mensaje sentido en el Club San Martín, de Progreso: Emiliano Sala para siempre en el corazón de la gente
Marcelo manera El mensaje sentido en el Club San Martín, de Progreso: Emiliano Sala para siempre en el corazón de la gente

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