LA ARGENTINA, SIN CAMPEÓN EN EL ATP DE BUENOS AIRES DESDE 2008
El título fue para Cecchinato, que se impuso por 6-1 y 6-2; prologó la sequía de consagraciones locales: el último fue Nalbandian, en 2008
La espera continúa. Y llegará, por lo menos, a doce años. El hechizo se mantiene y el Buenos Aires seguirá aguardando para disfrutar una consagración local. Vaya si pasaron frustraciones para los tenistas argentinos en la Catedral de Palermo. A esa lista de frustraciones se sumó Diego Schwartzman. El Peque atravesó una gran semana en el Argentina Open, pero faltó la frutilla del postre, el último paso, el momento crucial. El título del ATP de Buenos Aires quedó en manos del italiano Marco Cecchinato, que se impuso por 6-1 y 6-2, en apenas una hora y cinco minutos, y prolongó la sequía de títulos locales en la Catedral de Palermo, sin coronas argentinas desde aquella consagración de David Nalbandian en 2008.
Semifinalista el año pasado en Roland Garros, Cecchinato ratificó su condición de especialista en canchas lentas. Nacido en Palermo, también quebró una racha adversa: se convirtió en el primer italiano en ganar el torneo de Buenos Aires en la era abierta, tras las finales perdidas por Fabio Fognini (2014), Alessio di Mauro (2007) y Filippo Volandri (2006). Partió como tercer preclasificado y en la ruta superó al chileno Christian Garín, al español Roberto Carballes Baena y a Guido Pella antes de convertirse en el verdugo de Schwartzman. Más allá de su condición de Top 20, llegó a Buenos Aires casi en silencio. No le había ido bien en el Córdoba Open, eliminado en su estreno. “Las pistas estaban raras, había altura… menos mal que perdí en primera ronda y pude venir a entrenarme tranquilo en Buenos Aires”, destacó antes de la final. En este certamen sí pudo verse su jerarquía en toda su dimensión.
Muchos errores no forzados
Diestro, con revés de una mano, dominó la final a su antojo. Se llevó el primer set en 29 minutos; con un alto porcentaje de primeros servicios (85%) le restó chances a las devoluciones de Schwartzman, que empezó a acumular errores no forzados y no pudo generar ni una sola oportunidad para quebrarlo. La consistencia del ganador apagó también el apoyo del público para Schwartzman. Ya lo había advertido cuando superó con claridad a Pella el sábado: “Me gusta jugar en estas condiciones, con este calor y esta humedad, no me afectan para nada”. Cecchinato jugó como si estuviera en el patio de su casa, sin dejar sets en el camino y con autoridad. Schwartzman tanteó en busca de alguna rendija para meterse dentro del partido, algún punto para empezar la remontada. Con un par de aciertos se metió al público dentro del bolsillo. Pero el italiano mantuvo siempre el timón del partido y cerró la final en su primer punto de partido, ante un silencio de resignación. Un dato: fue la final más corta en Buenos Aires desde la definición de 2007, cuando Pico Mónaco superó al italiano Alessio di Mauro por el mismo resultado.
Posiblemente a Schwartzman le haya caído encima el trajín de un sábado intenso: empleó 2h31m en la victoria sobre Thiem, tras salvar un match-point; después jugó la semifinal del dobles, con 1h15m más de acción en la cancha. Terminó cerca de las 21. Diecisiete horas después, ya estaba de nuevo en la cancha para disputar una de las finales más trascendentes de su carrera. Dejó todo sobre el polvo de ladrillo, fiel a su estilo, pero flotó la impresión de haber llegado a la final con el tanque semivacío.
En la nómina de campeones, Cecchinato sucede a Dominic Thiem. Ya van once años de festejos europeos, con Tommy Robredo (2009), Juan Carlos Ferrero (2010), Nicolás Almagro (2011), David Ferrer (2012, 2013 y 2014), Rafael Nadal (2015), Thiem (2016 y 2018) y Alexandr Dolgopolov (2017). De la misma generación que Schwartzman (1992), el italiano disfrutará desde este lunes el mejor ranking de su carrera: 17°. El Argentina Open es su tercer título, tras sus conquistas en Budapest y Umag, ambas en 2019. No por casualidad Cecchinato atraviesa ahora mismo el mejor momento de su carrera. Y Buenos Aires pudo comprobarlo.