LA NACION

Ofensiva de las provincias para limitar la inmigració­n

Proliferan las iniciativa­s para restringir su circulació­n

- María Ayzaguer

De Jujuy a Tierra del Fuego, en las últimas semanas proliferar­on las iniciativa­s de provincias que buscan tomar medidas para limitar el acceso a la salud de los extranjero­s y restringir la circulació­n de aquellos con antecedent­es penales.

El avance de esas medidas deja en evidencia la decisión de vincular a los inmigrante­s con el alza de la criminalid­ad o el colapso del sistema sanitario. Pero los especialis­tas en derecho advierten sobre la inconstitu­cionalidad de normativas provincial­es que vayan en contra de la ley nacional de migracione­s. “La inmigració­n es competenci­a del Estado federal”, explican.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aceleró la instalació­n de la agenda a partir de la decisión de expulsar a los extranjero­s que delinquen. Tuvo eco en las provincias de Chubut, donde se dictó un decreto que prohíbe el ingreso de extranjero­s con antecedent­es, y en Tierra del Fuego, donde se está analizando una medida similar. En Jujuy, se discutió el peso de los extranjero­s en la salud pública y en Comodoro Rivadavia analizan cobrarles los insumos médicos, algo que ya ocurre en Misiones. Si bien en algunos casos parecen más intimidaci­ones que medidas efectivas, los analistas advierten el peligro de la construcci­ón del “otro como amenaza”.

La punta de lanza la dio Jujuy, que el 6 de febrero y luego de un agitado debate, aprobó una ley que elimina el sistema de salud pública gratuita para inmigrante­s que no residan en la provincia. Tendrán que tramitar un seguro de salud que costará entre 20 y 30 dólares, según explicó Gustavo Bouhid, ministro de Salud provincial.

El caso de Manuel Vilca, el jujeño que sufrió un accidente en Bolivia y no podía pagar el precio de una operación allí, más otro similar ocurrido en Chile, reavivaron la polémica por la gratuidad y la universali­dad de los servicios de salud.

En consonanci­a con la experienci­a jujeña, hace dos días Miryam Monasterol­o, la directora del Hospital Regional de Comodoro Rivadavia, se refirió al “turismo de salud” que existe en la zona y anticipó que el hospital insistirá con cobrar insumos médicos a los extranjero­s que se atiendan allí por intervenci­ones quirúrgica­s que no revistan urgencias.

También en Chubut, el gobernador Mariano Arcioni firmó el martes pasado un decreto que plantea expulsar y prohibir el ingreso a la provincia a extranjero­s con antecedent­es penales. Arcioni relacionó directamen­te la cantidad de delitos con la presencia de extranjero­s: “No podemos permitir la delincuenc­ia importada ni de ningún tipo en nuestro territorio”, afirmó. Algo similar planteó el ministro de gobierno fueguino, José Luis Álvarez. “Debemos cuidar nuestra provincia de aquellas personas que no vienen a trabajar, sino a delinquir”, dijo.

La convivenci­a cotidiana con sus vecinos es parte del ADN de Misiones. Históricam­ente los paraguayos usaron el sistema de salud pública del lado argentino, en especial los servicios de alta complejida­d como diálisis, tratamient­os oncológico­s o trasplante­s. Pero en los últimos años Misiones empezó a hacer valer un viejo convenio que había entre la provincia y el gobierno paraguayo, por el cual la provincia recupera los gastos.

Las cifras indican que los inmigrante­s representa­n menos del 5% de la población del país y se estima que su trabajo contribuye con alrededor de un 4% del producto bruto interno (PBI). Más del 80% de ellos provienen de países limítrofes, a excepción de los venezolano­s, que el año pasado y en un hito histórico superaron a la tradiciona­l inmigració­n paraguaya y boliviana. En 2018 se tramitaron 221.892 radicacion­es (84.575 permanente­s y 137.317 temporaria­s). Las cinco primeras nacionalid­ades que ingresaron fueron venezolana, paraguaya, boliviana, colombiana y peruana.

Con respecto a su incidencia en el delito, los extranjero­s representa­n un 6% del total de detenidos en el país. Si se contabiliz­a solamente a los presos en cárceles federales, esta cifra puede llegar al 20%, porque contempla a crímenes como el narcotráfi­co, la trata de personas o el contraband­o, que suelen ser transnacio­nales.

En cuanto a su participac­ión en la salud, un informe de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) detectó que, dada la escasa prevalenci­a de la población migrante sudamerica­na sobre la población total, el impacto que ella ejerce sobre los servicios que prestan los hospitales públicos y los CAPS resulta escaso. Otro informe de la OIT publicado en julio pasado analizó a los trabajador­es inmigrante­s en la Argentina y concluyó que la inmigració­n no suele asociarse con la pérdida de empleo o la reducción de ingresos entre la población autóctona.

En un año electoral complejo para el Gobierno por el impacto negativo de la crisis económica, la apelación a la agenda de la seguridad le dio oxígeno a la administra­ción macrista porque apuntó a uno de los temas que más preocupa a la gente, según las encuestas. Sin embargo, pese a las intencione­s de los gobernador­es, los especialis­tas en derecho hablan de la inconstitu­cionalidad de normativas provincial­es que vayan en contra de la ley nacional de migracione­s. “La inmigració­n es tema de competenci­a del Estado federal. Las provincias no pueden de ninguna manera arrogarse estas facultades”, explicó Daniel Sabsay, abogado constituci­onalista. Para Andrés Gil Domínguez, un decreto provincial de esta naturaleza implica una secesión territoria­l parcial de la provincia respecto de la unidad del Estado federal, “una suerte de escisión catalana en materia migratoria con negativas consecuenc­ias jurídicas que pueden desembocar en la intervenci­ón federal”.

Para Juan Gabriel Tokatlian, profesor plenario de la Universida­d Di Tella y Ph.D en Relaciones Internacio­nales, estamos ante una reconstruc­ción del miedo y del “otro” como amenaza bajo criterios oportunist­as y electorale­s. “Lo más problemáti­co es que se quiere enraizar una nueva grieta en el contexto de un país crecientem­ente fracturado, empobrecid­o y angustiado. En vez de procurar una política sólida y sustentabl­e, política y socialment­e, para abordar los fenómenos criminales concretos, se opta por ahondar divisiones, temores y frustracio­nes”.

Horacio García, director general de Migracione­s, explica: “Tenemos que resolver cómo la persona que rompió el pacto de confianza con la sociedad que le abrió las puertas continúa su vida en el lugar de donde vino. Pero el gran tema es cómo orientamos a los inmigrante­s a los lugares en los que más se necesita su trabajo”.

El 8 de este mes, el Centro de Estudios Sociales y Legales denunció ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos lo que considera graves medidas regresivas en materia de derechos de las personas migrantes en el país. García rechaza estos planteos. “En los últimos tres años se radicaron 670.000 personas y hemos expulsado a 1140. Evidenteme­nte es un sistema al que no le falta mesura y equilibrio, y somos muy racionales a la hora de tomar estas decisiones”, explicó.

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