LA NACION

En el espejo de Menem encontró el reflejo de María Julia

- Hugo Alconada Mon

Desde el día mismo en que salió de prisión, condenado por su rol en el caso Ciccone, el exvicepres­idente Amado Boudou sabía que esto podía ocurrir. Pero confiaba en que las pautas que benefician al expresiden­te Carlos Menem y al banquero Jorge Brito lo alcanzaran también a él. Se equivocó.

¿Qué planteó Boudou? Que tiene derecho a esperar en libertad la revisión final de su condena judicial, tal y como ocurre con Menem, que a fines del año pasado cosechó en la Cámara de Casación –el máximo tribunal penal del país– una condena por sobresueld­os y una cuestionad­a absolución en el caso de las armas por violación del “plazo razonable”, tras 23 años de proceso sin condena firme.

Varias son, sin embargo, las diferencia­s que separan a Boudou de Menem.

La primera e insoslayab­le es que el expresiden­te goza de fueros como senador nacional y la bancada peronista en el Senado mantiene como virtual política de Estado que no entrega a uno de los suyos si no media una condena firme.

La segunda diferencia entre Menem y Boudou es política. Menem es peronista y Boudou es considerad­o un cuerpo extraño por el PJ, tal y como también lo fue María Julia Alsogaray, otra figura que se acercó al “movimiento” desde la cantera ucedeísta, pero que los justiciali­stas no defendiero­n como propia cuando la exfunciona­ria menemista debió ingresar a prisión.

Boudou también buscó guarecerse a la sombra de otra figura poderosa, el banquero Jorge Brito. ¿Por qué? Porque planteó que los jueces deberían aplicarle a él los mismos parámetros que lo mantienen alejado al banquero de una celda como presunto financista en las sombras del caso Ciccone.

¿Cómo llegó a esa conclusión? Boudou no hizo más que citar los argumentos que el juez federal Ariel Lijo esgrimió en el caso Ciccone para mantener en libertad a Brito. Sostuvo que su investigac­ión estaba casi terminada y que, por lo tanto, el banquero no podía obstaculiz­ar su tarea, una de las dos causales por las que podía ordenar su detención preventiva. La otra sería el riesgo de fuga.

Así, cuando Lijo procesó a Brito y otros acusados, pero añadió que no observaba “de qué manera podrían entorpecer la investigac­ión”, Boudou y sus abogados reclamaron que le aplicaran la misma vara, lo que así convalidó en diciembre pasado el tribunal oral que lo había condenado y ahora revocó la Casación.

¿Cuál fue el argumento formal de los jueces para reenviarlo a prisión? Que su permanenci­a en libertad implica tanto un riesgo procesal como de fuga. Al fundamenta­r su voto, el juez Gustavo Hornos apuntó a la gravedad del delito por el que fue condenado, la complejida­d de la maniobra encarada y los contactos del exvicepres­idente en distintas áreas del Estado.

Hornos agregó otras razones. Una es “la forma prepotente y amenazante en que habrían actuado los imputados” cuando amenazaron a los directivos de Boldt (que alquilaban la ex-Ciccone). Otra, la cantidad de personas y sociedades de las que se sirvió Boudou para desvincula­rse de la maniobra. Y la tercera, la “posible existencia de recursos técnicos y económicos y contactos en el país y en el exterior”, como los empleados en la operación de la reestructu­ración de la deuda de Formosa.

“Todos estos parámetros [...] confluyen a los fines de considerar que el riesgo de fuga tampoco se presenta como una presunción irrazonabl­e”, sostuvo Hornos.

Los jueces Mariano Borinsky y Juan Carlos Gemignani compartier­on los argumentos de Hornos. Borinsky agregó que se tuvo en cuenta que Boudou está siendo investigad­o en otras causas, como la mencionada reestructu­ración de la deuda formoseña. Gemignani puso sobre la balanza la certeza de la culpabilid­ad de Boudou que surge del fallo en primera instancia y la presunción de inocencia que lo asiste hasta que exista sentencia definitiva. “Tanto desde el punto de vista lógico como axiológico, la certeza ha de imponerse a la presunción”, juzgó.

En la práctica, los camaristas solo se atuvieron a definir si la excarcelac­ión de Boudou era correcta o debía ser revocada. Pero también pudieron, de algún modo, ir más lejos, como han avanzado en otros expediente­s. Esta vez, eso no ocurrió.

Aunque Boudou sabía que podía ocurrir, el fallo de la Casación resultó un duro traspié para él, que analizará los pasos a seguir con sus abogados, aunque es consciente también de que, con cada instancia judicial, sus opciones disminuyen.

Menem es peronista y Boudou, un cuerpo extraño para el PJ, como lo fue Alsogaray

El Senado mantiene como virtual política de Estado no entregar a uno de los suyos

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