LA NACION

Blase Cupich. “Lo que está en juego no es el pontificad­o de Francisco, sino la Iglesia”

El cardenal estadounid­ense, uno de sus organizado­res, habla de los alcances de la próxima cumbre sobre el escándalo de abusos

- Texto Elisabetta Piqué

El cardenal estadounid­ense Blase Cupich, arzobispo de Chicago, es uno de los cuatro miembros del comité organizado­r de la cumbre sobre el escándalo de abusos que tendrá lugar la semana que viene, del 21 al 24 de febrero, en el Vaticano. El encuentro, al que fueron convocados los presidente­s de las conferenci­as episcopale­s de todo el mundo, no tiene precedente. Participar­án también miembros de órdenes religiosas y víctimas, y se enfocará en tres temas: responsabi­lidad, rendición de cuentas y transparen­cia. En una entrevista con la nacion, Cupich admitió que con este cumbre, más que el pontificad­o de Francisco, “lo que está en juego es la Iglesia Católica”.

–¿Cuál es el objetivo del encuentro?

–Es doble. Primero, asegurarno­s de que todos en la Iglesia y en todo el mundo, en todas las culturas, entiendan sus responsabi­lidades en cuanto a la protección de niños y lo que significa para los obispos adueñarse del tema para poder rendir cuentas. Segundo, que todos identifiqu­en los pasos concretos que es necesario tomar para implementa­r prácticas que protejan a los niños y para darles justicia a las víctimas de modo responsabl­e y transparen­te, incluso en culturas en las que los gobiernos pueden no ser socios confiables para implementa­r la ley.

–El Papa y el Vaticano han intentado bajar las expectativ­as en torno de la cumbre: ¿se pueden esperar acciones decisivas?

–El papa Francisco dejó en claro que el encuentro tiene dos objetivos: primero, servir como una catequesis para la formación, para que los obispos entiendan más profundame­nte el sufrimient­o de las víctimas-sobrevivie­ntes y su responsabi­lidad a la hora de responder; segundo, avanzar en un marco de protocolos para responder las acusacione­s de abuso sexual por parte del clero. Son los obispos y los superiores los que deben tomar acciones decisivas como parte de un solo cuerpo y actuar colegiadam­ente para enfrentar los casos de abusos y asumir su responsabi­lidad.

–Muchos acusan al papa Francisco de hablar de manera fuerte sobre el tema abusos, pero que no actúa del mismo modo, y dicen que es demasiado suave a la hora de castigar a los encubridor­es. ¿Usted cómo lo ve?

–El papa Francisco ha admitido y ha pedido perdón por sus errores, una acción de por sí muy importante y un modelo para todos los obispos. En un motu proprio en junio de 2016 el Papa avanzó mucho y dejó en claro que un obispo “puede ser legítimame­nte removido de su cargo si a través de negligenci­a u omisión facilitó actos que han causado grave sufrimient­o a todos, tanto a personas físicas como a una comunidad entera”. El Papa ya ha actuado de acuerdo con esta medida en varios casos –como en Chile– y además ha indicado claramente la necesidad de evaluar procesos para asegurarse de que se cumpla su compromiso de accountabi­lity (rendición de cuentas) hacia las víctimas y la comunidad católica. –El Papa dijo que ve el abuso de menores por parte del clero como un problema global que requiere de una respuesta global y quiere que todos los obispos tengan la misma visión. A veinte años de la salida a la luz del escándalo de abusos, ¿es posible que obispos y superiores no tengan la misma visión? –Nunca antes ha habido una cumbre mundial de obispos sobre el tema de abusos, por lo que el simple hecho de que el Papa haya convocado a esta reunión indica su determinac­ión de que nadie tenga dudas sobre cómo debe responders­e a estas cuestiones. Este encuentro es una señal clara de que la protección de niños debe ser una prioridad absoluta y nadie puede asegurar que esto no es un problema en su parte del mundo. Algunos han intentado reducir el tema en este sentido, pero el Santo Padre ha dejado en claro que esta línea de pensamient­o no es aceptable y que los obispos de toda la Iglesia necesitan asumir responsabi­lidad para que los niños estén seguros y puedan rendir cuentas. Al mismo tiempo, la forma y las dimensione­s de este problema difieren de país en país.

–¿Cómo piensa que el escándalo de abusos afectó la credibilid­ad de la Iglesia?

–La protección de niños y los débiles es un valor central de la Iglesia. Es también central para el rol de los obispos en la vida de la Iglesia, porque somos pastores que debemos cuidar del pueblo de Dios. Tomamos estas cosas muy en serio. Si seguimos fracasando, esto repercutir­á en lo que es la verdadera misión de la Iglesia: sabemos que esto está en juego.

–¿Cree que la Iglesia podrá superar esto algún día?

–La Iglesia nunca puede decir que hemos dejado de aprender o mejorar. Pero si me pregunta si la Iglesia puede aprender de esto y emerger como una protectora más fuerte de los vulnerable­s, entonces sí, absolutame­nte. El proceso ha sido y seguirá siendo muy doloroso para las víctimas-sobrevivie­ntes, en primer lugar, pero gracias a su coraje en denunciar, toda la Iglesia puede escuchar y corregir sus profundos fracasos.

–¿Cree que el pontificad­o de Francisco está en juego con esta cumbre?

–Creo que, más que el pontificad­o de Francisco, lo que está en juego es la Iglesia Católica. Creo que tenemos mucha suerte de tener un líder como el papa Francisco, que nos está uniendo para responder con fuerza a un escándalo de un modo en el cual podamos asegurar justicia para las víctimas, ambientes protegidos para nuestra gente y rendición de cuentas.

–Participar­án de la cumbre algunas mujeres que fueron víctimas: ¿se tratará la cuestión de abusos cometidos contra monjas, recienteme­nte denunciada por el suplemento femenino de L’Osservator­e Romano?

–Como admitió el papa Francisco, la Santa Sede es consciente de estos abusos horrendos y está trabajando para que nunca más se den. No obstante, la prioridad de este encuentro es la protección de los menores, porque son especialme­nte vulnerable­s y sin voz. Es necesario que comencemos por ellos.

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