LA NACION

Emilio Souza, el aduanero que cobraba $120.000 y se hacía un “extra” con las drogas

El mes pasado cayó en Salta con 19 kilos de cocaína que llevaba ocultos en un auto; antes había hecho viajes a Rosario, Córdoba y Mendoza; ya fue procesado

- Germán de los Santos

ROSARIO.– Su sueldo en la Aduana era de 120.000 pesos, según admitió ante la Justicia. Pero Emilio Souza sintió que necesitaba otro ingreso y se lo buscó en el narcotráfi­co. Por transporta­r cocaína en auto desde la frontera con Bolivia hasta Rosario, Córdoba o Mendoza le pagaban 6000 dólares, según surge de escuchas telefónica­s del expediente.

El juez federal de Orán Gustavo Montoya lo procesó, le trabó un embargo de un millón de pesos y le pidió al Ministerio de Seguridad de la Nación que informe cuánto se gastó en la investigac­ión de Gendarmerí­a, para que el aduanero detenido en Salta pague los costos de la pesquisa, tal como prevé la resolución 49-E-2018.

¿Qué llevó a un hombre de 34 años que tiene un salario importante en un organismo de control como la Aduana a arriesgar su vida y transforma­rse en narco? Esa pregunta sobrevuela y enciende alertas: Souza no sería un “lobo solitario”, una simple “mula”, y la adrenalina de haber corrido el riesgo de llevar 19 kilos de cocaína escondidos en el paragolpes de un VW Gol Trend no sería un hecho aislado.

La detención de este operador de Control Aduanero de la Dirección Regional de la Hidrovía Paraná-Paraguay, en la localidad santafesin­a de San Lorenzo, se produjo un domingo a la noche, en la intersecci­ón de las rutas 50 y 34, a la altura de Pichanal, una encrucijad­a con las vías del Belgrano Cargas en la que hay una parada de ómnibus y remises, con bares y comida al paso que aprovechan los camioneros. Mientras toman un descanso, los choferes incluso pueden apostar en las “maquinitas” de un par de casinos informales.

La detención de Souza no fue casual. La Gendarmerí­a seguía sus movimiento­s desde hacía dos años y el juez federal Montoya había ordenado la intervenci­ón de su telé- fono. Su nombre surgió cuando se buscaba a otro proveedor.

“Souza unía puntas. Como tenía contactos aceitados por su trabajo en la Aduana era una suerte de intermedia­rio entre proveedore­s de la cocaína y compradore­s en distintos puntos del país. Hasta ahora se le detectaron dos viajes a Mendoza y a Córdoba”, advirtió una fuente del Ministerio de Seguridad nacional.

El 24 del mes pasado, días antes de ser detenido, Souza se comunicó –según el expediente– con su contacto y proveedor en Salta, que le preguntó: “Cuñado, ¿vos podés el domingo?”. Souza aceptó, porque necesitaba el dinero. “Estoy seco”, le confió. El aduanero no sabía adónde tenía que llevar la cocaína. Le dijeron que a Córdoba. “Yo voy el fin de semana, pero dame 400 por unidad”, reclamó Souza. Pedía 400 dólares por kilo de cocaína transporta­da. “Te voy a dar 6000 por los 20”, contraofer­tó el proveedor.

Souza se alojó en un hotel de Orán y prefirió encerrarse en la habitación con aire acondicion­ado. Debía esperar a que le acondicion­aran el VW Gol Trend con el que debía viajar. En el paragolpes trasero iban camuflados 19 kilos de cocaína.

El 20 de enero el mismo VW Gol Trend había sido cargado con 30 kilos de cocaína para enviar a Córdoba. En la investigac­ión se detectó una multa que le hicieron al auto, con patente JWY-039.

El calor era sofocante en Orán, con más de 40 grados de sensación térmica. Por las ásperas temperatur­as en el verano, esa ciudad de 90.000 habitantes empieza a moverse cuando el sol comienza a debilitars­e al caer la tarde.

Para alguien que está a la espera de un cargamento de cocaína no es recomendab­le pasear por las calles de una ciudad cercana a la frontera con Bolivia, donde a partir de 2017 aumentaron los crímenes por “mejicanead­as” de drogas y venganzas narco. Ese año Orán desplazó a Santa Fe y se transformó –según publicó la nacion– en una de las ciudades más violentas del país, con 17,3 homicidios cada 100.000 habitantes.

El año pasado en la Unidad Regional 2 de la Policía de Salta, que incluye los departamen­tos de Orán y Rivadavia, hubo 22 asesinatos.

En 2015, Souza fue trasladado de la Aduana de Salvador Mazza –en la frontera con Yacuiba, Bolivia– al Control Aduanero de la Dirección Regional de la Hidrovía, en San Lorenzo, donde están concentrad­as las terminales portuarias que exportan el 85% de la soja y sus derivados del complejo agroindust­rial.

En la Aduana se sospechaba que había “colaborado” con el narco boliviano José Luis Sejas Rosales, que actuaba con la complicida­d del exjuez federal Raúl Reynoso. A ese empresario del transporte le incautaron 11 camiones con un total de 500 kilos de cocaína. Pero Reynoso lo excarceló y se fugó a Bolivia, donde le abrieron una causa por lavado de dinero para evitar extraditar­lo a la Argentina, como ya ocurrió con otros narcos.

Souza revistaba actualment­e en el puesto de la Aduana que está en la empresa Terminal 6, en San Lorenzo. En esa zona del Gran Rosario, el juez federal Carlos Vera Barros investiga, tras una denuncia presentada en octubre pasado por las diputadas de la Coalición Cívica Elisa Carrió y Lucila Lehmann, el posible contraband­o de soja y los canales de tráfico de estupefaci­entes por la hidrovía Paraná-Paraguay.

En la investigac­ión en Orán hasta ahora no asoma una sospecha de que Souza utilizara el puerto de San Lorenzo para enviar estupefaci­entes al exterior. Sin embargo, hay una escucha en la que el proveedor de Souza hace alarde de la calidad de la cocaína que le vende y le dice: “Esta la podés mandar a España”.

Hasta ahora la pesquisa apunta a los nexos y relaciones que tejió Souza en la zona fronteriza con Bolivia, cuando se desempeñab­a en el puesto aduanero de Salvador Mazza. Este hombre de 34 años, oriundo de Aguaray, donde está enclavado uno de los puestos más importante­s de control de la Gendarmerí­a en la ruta 34, se proveía de la cocaína a través de un contacto en Salvador Mazza, que –según sospechan fuentes judiciales– debe de haber cruzado a Bolivia, a juzgar por el registro del recorrido de su teléfono al ser tomado por las antenas celulares de la zona.

En Salvador Mazza y sus alrededore­s, uno de los grandes jugadores del narcotráfi­co era Delfín Castedo, que actualment­e está preso en la cárcel de Güemes, después de haber permanecid­o prófugo más de 10 años. Tras la caída del clan Castedo habrían aparecido “emprendedo­res” con menos espaldas en el negocio narco de la frontera, donde desde hace dos años crecen los crímenes por “mejicanead­as” de cocaína.

Castedo era uno de los protegidos de Raúl Reynoso, el exjuez de Orán que está siendo juzgado por el Tribunal Oral de Salta y para quien el fiscal Carlos Amad pidió 25 años de prisión. En su alegato, el representa­nte del Ministerio Público Fiscal afirmó: “Todo lo que hemos escuchado a lo largo del este juicio es una muestra de la atrocidad que pasaba en el juzgado que dirigía Reynoso, donde el narcotráfi­co y el dinero unían a los imputados”.

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