LA NACION

No hay injerencia, sino dictadura

- Diputado del Mercosur; exdiputado nacional

La deriva del chavismo –entronizad­o en 1999 a horcajadas de un sistema preexisten­te plagado de corrupción y frustracio­nes– es tan grotesca como insufrible la dictadura de Nicolás Maduro.

Presos políticos, exilio de dirigentes, emigración de millones de personas, inflación récord en la historia económica moderna, destrucció­n del tejido productivo industrial, populismo crudo hasta lo caricature­sco, fuga de capitales, presencia del ejército cubano y de las FARC residuales, graves sospechas de la connivenci­a del régimen con el narcotráfi­co y una vasta corrupción que multiplica exponencia­lmente nuestros penosos y mugrientos “cuadernos” (se calcula que medio billón de dólares ha llegado principalm­ente a los paraísos fiscales supérstite­s, a Suiza y al mercado inmobiliar­io de Madrid y de España en general).

Dictadura que puede exhibir solamente viejas mañas fraudulent­as solo barnizadas con un nombre que usurpa vocablos respetable­s como el “carnet patriótico”, documento espurio con el que se habilitan las amañadas votaciones como las del 20 de mayo pasado. Obviamente, carnet manipulado por los “colectivos chavistas”, esos paramilita­res que reducen a juegos infantiles a nuestras aberrantes “barras bravas”.

Esos “colectivos paramilita­res” tienen a entrenados francotira­dores que aterran a los manifestan­tes opositores, disparando algunas veces a matar como factor de disuasión y de dispersión de las protestas, sobre todo en las barriadas periférica­s. En rigor, esta siniestra realidad pareciera que en las últimas movilizaci­ones convocadas por el presidente interino no se ha producido. Quizá configure una prueba de que el régimen dictatoria­l y expoliador está casi exhausto. No se puede omitir el recuerdo del anacronism­o de Hugo Chávez –en su Aló presidente por TV, claro que en cadena– con una interminab­le ristra de “exprópiese”. Así pasaron a las corruptas manos del sistema dictatoria­l más de 15 mil empresas, de granjas a pymes. El efecto fue la devastació­n de la economía y la potenciaci­ón del saqueo. Al principio, Chávez fue encantador. Con el tiempo supimos que lo era, pero de serpientes, las que echó a andar depredador­amente por la querida tierra venezolana. Fue tan efectivo –inicialmen­te– con su locuacidad, como un redondo fracaso como estadista. Incluida su vetusta ge o política, trayendo a Sudamérica conflictos­que deberían seraje nos y lejanos.

El socialismo fue una expectativ­a en el siglo XIX, hasta los años 80 del siglo pasado. Se derrumbó. La caída del Muro de Berlín en 1989 no es una fotografía, sino un cambio de era. Cierto que el mundo está buscando críticamen­te cómo modelar el nuevo tiempo. Aún está lleno de incógnitas. Empero, algo sabemos con certeza: el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez es una inmensa desilusión, una dolorosa mala experienci­a.

El régimen dictatoria­l está en sus postreros estertores. Solo atina a recurrir al rechazo de la injerencia foránea. Pues, ya está viendo que ese falaz argumento no tiene sustento. El mundo injiere en Venezuela cumpliendo la obligación humanitari­a de ayudar a un pueblo que reclama recuperar su libertad y sus derechos esenciales. Estamos atentos, sí, a que nadie aproveche este río revuelto para “pescar” petróleo u oro. Esos bienes son y serán de Venezuela y ojalá los utilice para su prosperida­d futura.

En Venezuela no hay injerencia, sino una odiosa, arcaica y cachivache­sca dictadura que inflige dolor a millones de venezolano­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina