Barrabravas, insultos y Riquelme se cuelan en el clima de Boca
Violentos cuidaron a Angelici ante los hinchas y hay encuestas por el ex 10; “uno puede hacer todo bien, pero si la pelotita no entra, nadie reconoce nada”, repite el presidente
“Acá se canta por Boca”, ordenó un hombre que vestía una musculosa blanca con un número 12 en su dorsal a un abonado de la platea baja de La Bombonera. Por si acaso, iba junto a seis compañeros XL. Uno llevaba puesta una camiseta amarilla del francés Antoine Griezmann (elevado a la categoría de ídolo por su afición azul y oro a la distancia, exhibida en el Santiago Bernabéu durante el partido contra River). Dos lucían indumentaria oficial de entrenamiento. Otro, un modelo más antiguo de la casaca de Boca.
Caminaban en fila, de una puerta de acceso a la otra en esa zona, a la que se puede ingresar solamente con ubicación (o así debería suceder). Otro vestía una musculosa verde fluorescente y el restante lucía orgulloso una remera azul que en la espalda tenía, en color amarillo, una silueta semejante a la del superhéroe Green Arrow y la frase “los dueños de la historia”.
“No se canta ni contra Angelici ni contra los jugadores, ¿estamos? Somos Boca y la tribuna de Boca no le grita a nadie. ¿Estamos? ¿Estamos? ¿Estamos? ¡¿Estamos?!”, advirtió otro con un vozarrón gutural intimidante en la popular Sur, mientras movía el cuello como un búho para ver si todos habían prestado la atención suficiente a la directiva, que no ofrecía espacio de debate.
Estas situaciones fueron apenas dos de las varias en sintonía que se dieron anteayer en La Bombonera, antes de y durante Boca 2 vs. Lanús 1, y que se viralizaron inmediatamente en las redes sociales. Se especulaba desde hacía varios días con que el coliseo xeneize iba a volver a ser un cabildo abierto contra el presidente del club, Daniel Angelici. Pero se dio un efecto bumerán. Ante la estrategia de la barra brava xeneize de acallar voces críticas, en un mundo viralizado no tardaron en aparecer fotos, audios y videos que expusieron esos aprietes.
En la semana que pasó había trascendido que, además de cantos contra Angelici, el domingo también habría críticas directas al presidente de la Nación, Mauricio Macri. Para silenciar esas expresiones, desde el núcleo duro de la barra diseminaron a sus súbditos por diversos sectores del estadio: plateas media y baja y tribuna Sur. Nada fue espontáneo.
Es un año políticamente movido para el club, que en diciembre tendrá la elección presidencial. Ya sin chances de una nueva reelección, Angelici posiciona a Christian Gribaudo como el candidato del oficialismo para continuar con esta gestión. Enfrente, por el momento apenas dos actores subieron al escenario: José Beraldi (en la autovía 2, que une Buenos Aires con Mar del Plata, hay carteles azules con letras amarillas que pregonan “Beraldi 2019”) y Jorge Ameal (ayer, en Radio Rivadavia, Mario Pergolini anunció que será el vicepresidente de esa fórmula). Son dos nombres de peso, que de haber afrontado unidos la compulsa de 2015, tal vez hoy serían el gobierno, ya que Angelici renovó su mandato con 44% de los votos.
Pero el que realmente mueve la aguja entre los socios es Juan Román Riquelme. Lo saben todos: el ídolo, Beraldi, Ameal, Angelici, Gribaudo y la conducción actual. Tanto es así que Ameal le ofreció su espacio e, incluso, la candidatura a la presidencia. De hecho, el exnúmero 10 forma parte está mencionado en varias preguntas vinculadas con la política boquense que la comisión directiva hace por correo electrónico a los socios. “En el caso de que Juan Román Riquelme decida participar políticamente, ¿con quién te gustaría que se presentara?”, se consulta, con Gribaudo, Beraldi, Ameal y Royco Ferrari como opciones. “¿Qué función elegirías para que cumpla Juan Román Riquelme?” Las alternativas son “presidente”, “manager”, “dirigente en fútbol profesional” y “ninguno”. ¿Considerás que Juan Román Riquelme está capacitado para ser presidente del club?”, es otra consulta.
¿Cómo transita Angelici estos primeros meses de 2019? En silencio. El dirigente está golpeado desde la noche del 24 de noviembre pasado; cuando fracasó su postura de jugar el desquite de la final contra River y perdió él la batalla interna contra gran parte de su CD, el cuerpo técnico y el plantel de Boca, y en contra de sus principios debió resignarse a reclamar los puntos en los escritorios de Conmebol.
Los insultos ya no le hacen mella. “El fútbol es muy ingrato. Uno puede hacer dirigencialmente todo bien, pero si la pelotita no entra, nadie reconoce nada”, suele repetir. De hecho, él fue el principal promotor de abrir las puertas de La Bombonera el 12 de diciembre para la celebración del Día del Hincha de Boca, aun frente al riesgo de insultos masivos contra él por la entonces fresca derrota contra River en Madrid. “Si quieren manifestarse así, que lo hagan. Va a servir como descarga”, confió a su mesa chica en el triste vuelo de regreso desde la capital española hacia Buenos Aires. Finalmente, su idea chocó con la posición opuesta de otros miembros de la comisión directiva y, sobre todo, contra la restricción de los organismos de seguridad de la ciudad.
Por lo pronto, mañana Boca jugará otra vez (saldará el partido que adeuda frente a Atlético Tucumán, por la fecha 15 de la Superliga) y La Bombonera será nuevamente escenario de expresión del denso clima político que durará todo el año.