El sueño de las grandes ligas
Algunos descuellan en sus disciplinas, otros buscan profesionalizarse o simplemente practicar una actividad que los haga felices; prejuicios y falta de recursos, las principales dificultades del
Son atletas con discapacidad y buscan profesionalizarse.
Es sábado al mediodía y en el gimnasio del Instituto Superior de Educación Física Nº 1, frente al club River Plate, Juan Pablo “Juampi” Castet espera con entusiasmo su turno para jugar. Llegó hace unos pocos días desde su ciudad natal, San Nicolás de los Arroyos, para sumarse a una serie de encuentros de tenis de mesa a disputarse durante el fin de semana largo de Carnaval. Nada del otro mundo para este campeón mundial, el primero que tiene nuestro país en ese deporte.
“¡Gané con la mano acá! ¡Número uno!”, recuerda Juampi con una sonrisa e imitando el gesto que desplegó sobre su pecho cuando subió al podio en Madeira, Portugal, para recibir el máximo galardón internacional en tenis de mesa para personas con síndrome de Down. “Le gusta sacar fuerte, es su especialidad”, dice Guillermo Silvano, su entrenador en la escuela municipal de tenis de mesa del club Unidos de San Nicolás y en el Club Social Buenos Aires. “Hace rato queríamos ir al mundial –señala–, pero recién pudimos participar en el último, el año pasado”.
Esto fue posible gracias a la enorme ayuda de los vecinos, que pusieron en marcha acciones tan solidarias como creativas; a su hermano mayor, que vive en Roma y consiguió un sponsor italiano para comprar vestimenta y accesorios, y a las colaboraciones de la Cámara de Diputados y al Senado, que le otorgaron, por única vez, una suma de dinero.
Ahora, el campeón de 30 años tiene la posibilidad de viajar a tres torneos muy importantes (ver aparte), por lo que se puso en marcha una campaña en el sitio Change.org para recaudar fondos. Pero así como Juan Pablo triunfa en su disciplina y la familia pelea duro para ayudarlo a crecer en lo que ama, hay muchos más atletas argentinos con discapacidad en la misma situación.
Sin embargo, y a pesar de las grandes dificultades económicas, del escaso o a veces, incluso, nulo apoyo estatal, la Argentina tiene muchos logros en distintas ramas del deporte adaptado y paralímpico. Desde Gustavo Fernández, el cordobés que se ubica segundo en el ranking mundial de tenis sobre silla de ruedas, medallista de oro y ganador de varios Grand Slams, hasta Yanina Martínez, la rosarina medallista de plata y de oro, y también Facundo Arregui, medallista dorado en natación, o Facundo Novik, bicampeón panamericano en parataekwondo, entre otros.
En cuanto a seleccionados, los Murciélagos son tal vez los que más difusión tuvieron en los medios, con la conquista de varios títulos mundiales en fútbol para ciegos.
También están los Pumpas, campeones del mundo de rugby inclusivo, y los Topos, representantes argentinos de básquet para sordos, el segundo mejor equipo de América y el quinto a nivel mundial, que en la actualidad intenta conseguir fondos para viajar a Polonia el próximo junio (ver aparte). La lista sigue, con más reconocimientos para el país en distintos torneos.
“Yo no digo que todo deba salir del Estado, pero tiene que haber más leyes, más apoyo”, reflexiona Enrique Nardone, exentrenador de los Murciélagos. “Y hay que invitar a las familias a que se acerquen y participen”, remarca.
Avances y deudas
Alejandro Pérez, director de Actividad Física y Promoción Deportiva de la Agencia de Deporte Nacional (ex-Secretaría de Deportes), explica que “la discapacidad es transversal a todas las áreas de la agencia”, incluido el alto rendimiento y las becas, y que hoy se trabaja sobre todo desde la base, fomentando el desarrollo de espacios específicos en todo el país y la capacitación de profesores y entrenadores.
“En el caso del deporte adaptado, no todos los clubes tienen esta prestación, y eso hay que armarlo. Trabajamos mucho en el desarrollo a través de las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE) de todo el país”, señala el funcionario. En el marco de esa iniciativa, se eligen profesores especializados en discapacidad, que puedan armar sitios multideportivos “donde todas las discapacidades estén representadas”.
“Nos importa que en cada lugar los profesores tengan ese compromiso y conozcan del tema”, agrega Pérez, licenciado y profesor en Educación Física, quien además tiene una larga trayectoria dedicada a temas de discapacidad.
Uno de los puntos más importantes a nivel institucional son los Juegos Nacionales Evita, que incluyen al deporte adaptado. La preparación se realiza durante todo el año, compitiendo primero por provincia, luego por región, para llegar a la final nacional.
En cuanto a las becas que otorga el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), Pérez explica que tienen prioridad los representantes de federaciones paralímpicas, seguidos de los deportistas que hayan obtenido títulos de primer nivel. También se contempla a aquellos que tengan proyección.
Dada esta categorización y contrastada con la gran cantidad de encuentros que se realizan dentro y fuera del país en las distintas disciplinas, hay muchos atletas que se quedan sin apoyo oficial. Sin embargo, aun quienes resultaron seleccionados para obtenerla se quejan de las demoras para percibir la ayuda.
A un nivel más amplio, deportistas, preparadores y familiares de atletas destacan que es necesaria una mayor concientización social, ya que si bien se ha avanzado en ese sentido, todavía hay mucho por recorrer para garantizar la plenitud de derechos. “Los chicos quieren jugar, dejar de hacer actividades dentro de un tratamiento”, marca Nardone en relación a cómo, todavía, se discrimina a los niños y niñas con discapacidad a la hora de anotarse en cualquier actividad deportiva o lúdica.
Muchas de estas situaciones vulneran el artículo 30 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el cual insta a promover la participación en la vida cultural, las actividades recreativas, los deportes, así como garantizar las oportunidades de desarrollo de su capacidad creativa, no solo en su propio beneficio, sino también para enriquecimiento de la sociedad.
Como simplifica Silvina Forrester, fundadora de las Lionas, el equipo de hockey inclusivo: “Entrenar y competir está muy bien, pero lo más importante es que sean felices”.
“Nadie debería pensar que una persona con discapacidad no puede hacer tal o cual cosa”, agrega Silvano. “Muchas veces desarrollan habilidades que quienes no tenemos ningún problema, ni soñaríamos con lograr. Hay que cambiar la mentalidad”.