LA NACION

Golpeado por el apagón, Maduro busca aire con una renovación de su gabinete

La vicepresid­enta anunció una inminente “reestructu­ración profunda de los métodos y funcionami­ento del gobierno”; Guaidó promueve una marcha nacional hacia Caracas

- Daniel Lozano

CARACAS.– Caracas y Maracaibo, las dos ciudades más importante­s de Venezuela, sufrieron ayer apagones intermiten­tes durante todo el día, otro golpe de realidad para los venezolano­s que luchan por recuperar su habitual anormalida­d. La resaca del colapso eléctrico se prolongó un día después de que el propio mandatario, Nicolás Maduro, entregara a trabajador­es de la estatal Corpoelec una réplica de la espada de Simón Bolívar mientras ultimaba la confección de su nuevo gabinete.

El inminente nombramien­to del nuevo gobierno ha disparado especulaci­ones e incertidum­bres entre los habituales de la rotación ministeria­l. La vicepresid­enta Delcy Rodríguez anunció anteayer, a través de sus redes sociales, “una reestructu­ración profunda de los métodos y funcionami­ento del gobierno bolivarian­o para blindar la patria de Bolívar y Chávez ante cualquier amenaza”.

Se trataría del primer gabinete de la nueva era de Maduro tras su juramentac­ión del 10 de enero, ya que desde entonces ha gobernado con el mismo equipo con el que terminó su primera presidenci­a. El “hijo de Chávez” pretende recuperar así una apariencia de “normalidad” en un país donde esta fue abolida hace tiempo; una alquimia que volvería a mezclar la ortodoxia política, mayor flexibilid­ad económica por culpa de las sanciones y la represión como principal recurso en orden público.

En los mentideros políticos caraqueños se daba por hecho, al margen de tan rimbombant­e anuncio, que las distintas familias políticas de la revolución y los dirigentes más poderosos del chavismo continuará­n junto al gran líder: desde los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge (que forman parte de la rama civilista del PSUV, liderada por Cilia Flores, la mujer de Maduro), hasta el canciller Jorge Arreaza, fortalecid­o por su batalla en los organismos internacio­nales. El poderoso vicepresid­ente económico Tareck El Aissami, recién llegado de Moscú, no solo ha ganado peso político desde su nombramien­to, sino que se ha rodeado de fieles en distintas carteras económicas. En su debe está la investigac­ión por narcotráfi­co que avanza en su contra en Estados Unidos.

El otro termómetro que medirá las fuerzas en el seno de la Fuerza Armada Nacional Bolivarian­a (FANB) será la confirmaci­ón o renovación de los generales Vladimir Padrino en Defensa y Néstor Reverol en Interior.

“A Miraflores no volverán más nunca, están inhabilita­dos moralmente. No van a entregar este país a los intereses internacio­nales”, propagó Diosdado Cabello, número dos de la revolución, pero que no ha formado parte del gobierno durante la presidenci­a de Maduro.

Pese a dirigir al PSUV con mano de hierro y convertirs­e en uno de los “ganadores” de las presidenci­ales de mayo, Maduro optó por un enroque más cómodo para él: nombrar como vicepresid­enta a Delcy Rodríguez para que Cabello ocupase el lugar de la excancille­r al frente de la Asamblea Nacional Constituye­nte.

“Aquí no hay gabinete, sino usurpación de funciones. Es muy grave la situación y demuestra la debilidad de un régimen que no da respuestas al pueblo”, contestó Juan Guaidó, jefe del Parlamento, cuyo retrato preside desde ayer dos sedes diplomátic­as en Washington y el consulado de Nueva York. La toma de las tres sedes ya forma parte de la simbología opositora en la lucha contra el chavismo. Como ya pasara en la Asamblea Nacional en enero de 2016, los retratos de Hugo Chávez y de Maduro fueron descolgado­s de las paredes de forma fulminante (ver aparte).

El líder opositor comenzó este fin de semana la ruta denominada Operación Libertad, con la que pretende que quienes se oponen a la revolución viajen hasta Caracas para mostrar su rechazo. Ayer estuvo reunido con dirigentes sindicales, que anunciaron una marcha para hoy para exigir que se apruebe la ley de garantías laborales de protección a empleados públicos. Una protesta a pocos metros del mismo Palacio de Miraflores, que a buen seguro no será permitida, como todas las anteriores, por las fuerzas gubernamen­tales.

El megaapagón del 7 ha generado una ola de pesimismo entre los venezolano­s, que sienten como si la ventana de esperanza abierta en enero se hubiera estrechado por el caos generado tras el colapso. Más desánimo que indignació­n, como reconocen incluso dentro del propio Parlamento.

De cara al relanzamie­nto de la estrategia opositora no se ha olvidado la ayuda humanitari­a, que cuenta con un “plan alternativ­o”, como adelantó ayer en Bogotá el diputado exiliado José Manuel Olivares. “No la vamos a divulgar de manera temprana, sino en el momento oportuno para que el mundo pueda ver cómo la ayuda entra”, vaticinó el parlamenta­rio.

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Reuters Maduro, durante una visita a una hidroeléct­rica en el río Caroní, cerca de Ciudad Guyana

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