LA NACION

Walter Cotte. “Hay una presión muy grande de la diáspora venezolana”

El director para América de la Federación Internacio­nal de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja alerta sobre su impacto en la región

- Texto Paula Markous

Por su trabajo, Walter Cotte viaja seguido por la región. Y en cada lugar que visita le gusta contactars­e con los migrantes para entender cómo se adaptan a los países que los reciben. De visita en Buenos Aires, el director para América de la Federación Internacio­nal de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) relata una anécdota que refleja su visión en este tema.

“Hoy me pasó una cosa muy linda. Detrás del hotel donde estoy en San Telmo pasé a ver el mercado de pulgas y me encontré una artesana venezolana, que me demostró una vez más que los migrantes son mágicos. Hacía unas pañoletas pintadas bien bonitas y me contó lo bien que ha sido integrada en este país. Los migrantes hacen arte, hacen cosas nuevas e intercambi­an cultura”, cuenta Cotte en una entrevista con la nacion.

El colombiano de 59 años –y con una carrera de 49 en la Cruz Roja tras ingresar como voluntario a los 10 años– está convencido de que hay que rescatar la parte positiva de la inmigració­n. De todos modos, dice que es consciente de que “hay una presión muy grande de la diáspora venezolana” que genera tensiones políticas en la región.

–¿Cuáles son los países más vulnerable­s de la región en los que tiene presencia la Cruz Roja?

–El reto más grande es Venezuela. Es donde tenemos las cosas más difíciles, donde tenemos una intensidad enorme con una capacidad baja por la situación del país. Pero estamos haciendo mucho. Hemos subido la operación de cinco a 13 millones de dólares y vamos a subirla más. Estamos generando más recursos, siempre manteniend­o nuestra independen­cia, neutralida­d e imparciali­dad para evitar que la ayuda se politice. No participam­os en nada que politice la ayuda.

–¿Por eso decidieron no participar en la campaña de ayuda humanitari­a que organizó el presidente encargado Juan Guaidó, en febrero pasado?

–Es que no lo hemos hecho nunca. En 160 años la Cruz Roja en 190 países jamás ha hecho eso. Siempre actuamos de manera neutral. Tenemos que trabajar en beneficio de las víctimas silenciosa­mente, buscando la reconcilia­ción.

–¿No fueron criticados por esta neutralida­d?

–Estamos acostumbra­dos a que nos critiquen y nos parece bien. Las críticas son una anécdota, estamos ayudando en Venezuela hace 124 años. Nosotros somos neutrales activos, para salvar vidas.

–¿Qué hacen específica­mente?

–En Venezuela hay una grave demanda de salud, de medios de subsistenc­ia y de seguridad insatisfec­ha. Estamos intentando responder a esas demandas con otros actores. Tenemos alianzas silenciosa­s con entidades nacionales, públicas, privadas y comunitari­as. La Cruz Roja venezolana tiene 2600 voluntario­s activos.

–¿Cómo es la situación de los migrantes venezolano­s?

–Hay una presión muy grande de la diáspora venezolana en la región. Pero creo que más que un problema, la migración es una situación que si la vemos bien puede ser positiva.Entiendo que los volúmenes de migrantes no son absorbible­s por los países de la región y eso genera una presión que los gobiernos no están capacitado­s para soportar. También genera tensiones políticas. Nosotros además de proteger a los migrantes, tenemos frentes de atención en Colombia, Ecuador y Perú. También en la Argentina tenemos un proyecto para atender a los migrantes venezolano­s.

–¿Qué otros países de la región preocupan a la Cruz Roja?

–Otro lugar en donde hacemos un trabajo enorme atendiendo migrantes y el posconflic­to es Colombia. Después está el Triángulo Norte –Honduras, Guatemala y El Salvador– y ahí trabajamos temas de violencia por las maras, y de salud, temas epidemioló­gicos como el zika. También estamos en Haití, donde hay una emergencia crónica y olvidada. Después estamos en Nicaragua, en otra situación difícil, donde actuamos neutralmen­te. Y en México actuamos en cuestiones complejas de la frontera con Estados Unidos y en el sur del país.

–¿Por qué vino a la Argentina?

–Vine por varias razones, pero me gustaría destacar que hay que lograr que se modernice la ley de la Cruz Roja Argentina, que es de las más viejas del mundo, de 1893, y ya fue aprobada en Diputados. Cuando se logre se podrá trabajar mucho mejor.

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