Una baja que impacta, pero que Gallardo puede arreglar
Una lesión siempre impacta. En cualquier momento y en cualquier situación. Mucho más si el problema está en la rodilla. Y ni que hablar si el futbolista en cuestión es la estrella de uno de los equipos más poderosos de la Superliga. Todo eso le pasó a River, tras conocerse la rotura de ligamentos de Juan Fernando Quintero, que, por lo menos, estará seis meses inactivo.
La noticia paralizó a River y a Quintero, que tras la aventura en Europa sin mayor suceso, con el paso intermedio por Independiente de Medellín, atravesaba el mejor momento de su carrera. Ese presente lo había catapultado al seleccionado colombiano y le valió una mejora sustancial en su contrato con River. Paciencia. Ambos tendrán que aferrarse a la paciencia. El futbolista tendrá que recuperarse en plenitud. Y River deberá readaptarse a un circuito de juego sin una de sus mejores cartas. Acaso la más técnica que encontró en los últimos tiempos.
Parece una ironía del destino, pero River tendrá que reemplazar otra vez a un jugador distinto, a un N° 10 tan potente como desequilibrante. Lo hizo hace poco, tras la venta de Gonzalo “Pity” Martínez al fútbol de los Estados Unidos. Y tendrá que volver a hacerlo luego de la lesión de Quintero. Todo quedará en el ingenio de Marcelo Gallardo, un entrenador que sabe adaptarse a las diferentes situaciones de juego y de plantel. Porque, a decir verdad, aquellos que comparaban características, poco convencidos estaban de que Quintero sería la solución para la partida de Pity Martínez. Pero lo fue. El mediocampista lento, cerebral y pegada tan certera como un hoyo en uno, pudo desarrollar el papel del eléctrico, veloz y zigzagueante. Espacios. En el fútbol lo fundamental son los espacios. Gallardo sabe ocuparlos, más allá de las cualidades del plantel de turno.
River tiene un tramado colectivo tan sólido que las transiciones casi ni se sienten. Pierde un pilar en la zaga como Jonatan Maidana y, de la nada, aparece un tal Robert Rojas que amaga con quedarse con el puesto en un pestañeo. A la par que Leonardo Ponzio baja las revoluciones, Bruno Zuculini parece haber hecho pie en un mundo que no hace tanto le parecía inhóspito. Cuando Exequiel Palacios estaba en su punto justo para una venta millonaria, el pibe Cristian Ferreira sorprendió a todos con una pegada magistral. El trabajo de Gallardo es casi como el de un orfebre. Y, en River, lo que sobra, precisamente, es la arcilla.