LA NACION

Game of Thrones. La inesperada carta de triunfo en los últimos episodios de la serie

John Bradley, que interpreta al estudioso Sam Tarly, cuenta cómo encaró el elenco el rodaje de la octava temporada y por qué su personaje no necesita poderes para ser un héroe

- Natalia Trzenko

LoNDREs.– “Lo que más me afectó cuando leía los últimos capítulos de la serie es que hasta ahora, al final de cada libreto decía, por ejemplo, ‘Final de temporada 5’ y en este caso decía ‘Final de Game

of Thrones’. No estaba preparado para eso”, recuerda John Bradley, más conocido –extremadam­ente conocido– como samwell Tarly.

El compañero de armas de Jon snow en el exilio de la Guardia de la Noche, el único entre todos los personajes de la serie más popular de la última década que admite tener miedo, uno de los pocos que prefieren la pluma a la espada y cuyos descubrimi­entos en la séptima temporada serán fundamenta­les para los seis episodios finales que comenzarán a emitirse por HBo a partir del 14 de abril.

Bradley, como sam, piensa con calma antes de contestar las preguntas de en el último la nacion encuentro oficial con la prensa internacio­nal como representa­nte del programa sobre el que, se sabe, fue instruido para no revelar nada de la trama que vendrá. sin embargo, para compensar el secreto guardado bajo siete llaves, sus respuestas proveen una profunda reflexión sobre el fenómeno de la serie, sobre la naturaleza de su personaje y, sí, sobre la despedida que está a la vuelta de la esquina. “cuando tuve en mis manos los últimos capítulos también sentí mucho alivio, porque era un final del que me sentía orgulloso”.

“Fue mi primera audición. Lo único en que pensaba era en no hacer papelones” “Sam es de los pocos que no creen que la guerra y la violencia sean la respuesta”

muchos programas que hacia el final terminan decayendo o no satisfacen las expectativ­as que ellos mismos crearon o directamen­te traicionan sus intencione­s originales. Solo hay un final y una sola oportunida­d para hacerlo bien. Me sentí aliviado al descubrir que David Benioff y D. B. Weiss, creadores de la serie, lo habían logrado. Esta despedida no integrará una de esas listas online de ‘Los cinco peores finales de tus series favoritas’. Saber que estaríamos orgullosos de la serie hasta el último segundo fue un sentimient­o genial. Y no veía el momento de empezar a grabarlo”, dice Bradley, que sin la barba que porta en la ficción parece bastante más joven que sus 31 años. Es fácil imaginarlo en ese video que les envió a los productore­s de la serie cuando tenía apenas 22 años y todavía era estudiante del conservato­rio.

Por entonces, tenía una vaga idea de la existencia de unas novelas de fantasía escritas por un tal George R. R. Martin. “Fue mi primera audición con mi primer agente y cuando todavía estaba estudiando. Pensé que sería una buena experienci­a; no tenía mucha idea de los libros, pero sí de que era para un programa nuevo de HBO. Así que sabía que tenía un estándar de calidad asegurado. No me preocupaba conseguir el papel. Lo único en que pensaba era en no hacer papelones. Pero cuando me llamaron y conocí a los productore­s empecé a pensar que estaría bueno conseguir el papel y que debía haber hecho algo bien en la primera audición. Después de esa convocator­ia me hicieron esperar semanas para decirme que estaba contratado. Rápidament­e me recuperé de la alegría inicial y empecé a sentir la presión de tener que demostrar a esta gente que no se había equivocado al elegirme”, explica Bradley con una sonrisa que carga con algo de la nostalgia que siente por ese joven actor que pasó de los pasillos de la escuela de arte dramático a protagoniz­ar una ficción televisiva que, aunque él no lo supiera, tenía todos los ingredient­es para transforma­rse en lo que es: una de las pocas series adoradas por el público y la crítica por igual. Para cuando emita su último episodio, el próximo 19 de mayo, dejará un hueco del tamaño de los Siete Reinos en el panorama televisivo actual.

Lo que tampoco podía imaginar el intérprete es que su personaje, el “cobarde” de la compañía de guerreros enviados a defender el Muro en la primera temporada, aportaría un punto de vista único y especial a la historia. Que sería, como postulan algunas teorías de los fanáticos de las novelas y la serie, el autor de historia que conocemos como Game of Thrones, consignand­o al papel sus memorias, ya anciano y maestre, en La Ciudadela, habiendo sobrevivid­o a la batalla más grande y sangrienta de todas, aquella que enfrentó a los habitantes de Westeros contra el Ejército de la Noche. Ni más ni menos que el representa­nte de Martin dentro de la ficción.

Sam, el héroe

“Por momentos, para mí fue un poco abrumador, porque durante años se dijo que Sam es George R. R. Martin. Él mencionó el tema en algunas entrevista­s, pero nunca hubo una confirmaci­ón oficial. Aunque parece bastante probable si analizás las coincidenc­ias entre ambos. Y una vez que te das cuenta de eso, pensás en la importanci­a que George le da a Sam en las novelas y que la clave de esa conexión es que el autor es un ferviente pacifista, alguien que, como mi personaje, no cree en la violencia ni en la guerra para solucionar los problemas”, detalla Bradley, que lleva mucho tiempo pensando en las caracterís­ticas de su personaje y en su particular lugar en el universo del relato.

Desde que se comenzó a grabar esta última temporada, en octubre de 2017 –apenas un par de meses después de emitido el episodio final de la séptima–, Bradley elaboró unas cuantas teorías sobre Sam y el inmenso y continuo éxito de Game of Thrones, que solo confirmó largo tiempo después, tras terminar de grabar la serie, en julio de 2018.

“En esta historia, Sam es uno de los pocos que no creen que la guerra y la violencia sean la respuesta. Por eso es especial. Porque muchos de los personajes son grandes guerreros y saben aniquilar lo que se les ponga enfrente, pero Sam es el único que puede hacer lo que hace. Es lo suficiente­mente inteligent­e para ser una herramient­a valiosa para las batallas. Él conecta las ideas, descubre los misterios, algo que nadie más está haciendo. Sin Sam creo que para mucha gente el programa sería difícil de ver. Me siento muy privilegia­do por interpreta­r a este personaje, que se destaca del resto por su tono más cómico, que hace que mi interpre“Hay

tación sea distinta también”, explica Bradley, y en un raro momento permite dar un vistazo –la bóveda de los secretos se entreabre apenas un centímetro– a la nueva temporada. El actor admite que sus ideas acerca de la importanci­a de Sam en la ficción cobraron más fuerza en estos últimos episodios, en los que “muchos de los personajes que estaban desperdiga­dos por distintos lugares confluyen en una única locación y narrativa”.

El último primer día

Para cuando Game of Thrones regrese a la pantalla de HBO habrán pasado un año y ocho meses desde que terminó la séptima temporada. Una eternidad en el universo de las series y un lapso de tiempo que consiguió elevar no solo las expectativ­as de los espectador­es a niveles astronómic­os, sino que también afectó a sus protagonis­tas, que tenían muy claro que el rodaje de los últimos seis episodios sería diferente al de todos los anteriores.

“Empezamos a grabar con plena conciencia de que sería la última vez y yo, personalme­nte, fui con la idea de apreciar cada segundo de la experienci­a. Lo cierto es que con esa disposició­n te volvés hiperatent­o a lo que pasa. Todos los días teníamos la sensación de que era la última vez que haríamos eso que estábamos haciendo. Desde el primer día entré al set pensando: ‘Es el último primer día’. Y así todos los días que siguieron. Porque estábamos despidiénd­onos de alguien querido en cada jornada de grabación. Podía ser un actor, un integrante del equipo técnico, usar una pieza de vestuario o rodar en una locación. La sensación era de que íbamos perdiendo algo de a poquito y de que la experienci­a se iba terminando. Por eso me di cuenta de que tenía que aprovechar y disfrutar cada segundo”, cuenta el actor, que transitó con ese ánimo sensible hasta el último minuto en el set que fue su hogar desde 2011.

Se despidió entre lágrimas del lugar en el que afirma haber aprendido a ser actor de una manera bastante peculiar: ante las cámaras de una serie cuyo suceso global es tan contundent­e que obligó al joven intérprete a elaborar una sólida teoría sobre las razones de su éxito.

“Me parece que, además de sus excelentes guiones y el impresiona­nte despliegue de producción, una de las explicacio­nes de su éxito es que no muestra lo que podrías ver cuando mirás por la ventana. Todo el mundo tiene que adaptarse, dar un salto intelectua­l para enganchars­e con la historia. Si ves algo como Los Soprano, que es un programa genial, acaso para las personas que viven en Nueva York y Nueva Jersey, esa sea su vida. Así que segurament­e sienten una conexión más fuerte que los demás con ese relato. Todos lo disfrutamo­s, pero no como ellos, que saben lo que es estar en ese mundo. Pero con Game of Thrones nadie sabe cómo es este universo. La gente en Tokio tiene la misma experienci­a de ese mundo que la gente en Brasil, los Estados Unidos o Europa. Todos tenemos que dar ese salto para creer y entrar en ese universo, y lo hacemos juntos”, concluye el actor, que ya empezó, como los espectador­es, a tomar envión para dar ese último paso, el de la despedida.

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Hbo Una escena clave de la séptima temporada, cuando su tenacidad lo ayuda descubrir la verdadera identidad de su amigo Jon Snow
 ?? hbo ?? John Bradley y Kit Harington en una escena de la primera temporada, cuando ambos revistaban en la Guardia de la Noche
hbo John Bradley y Kit Harington en una escena de la primera temporada, cuando ambos revistaban en la Guardia de la Noche
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Hbo Sam continuará descubrien­do secretos en la octava y última temporada

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