LA NACION

Los rebeldes libios no dan tregua en su ofensiva contra el gobierno

Las fuerzas de Hafar siguen desoyendo a la ONU y bombardear­on el único aeropuerto civil de Trípoli

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TRÍPOLI.– El mariscal rebelde Jalifa Haftar, del Ejército Nacional Libio (ENL), continuó ayer su ofensiva contra el gobierno de Libia, el Gobierno Nacional de Unidad (GNU), para tomar el control de Trípoli a pesar de los llamados internacio­nales para que cesen de inmediato las hostilidad­es, que han dejado ya desde el jueves último una cantidad indefinida de muertos.

Al mismo tiempo, debieron suspenders­e los vuelos del único aeropuerto que funciona en la capital, después de que un avión no identifica­do bombardeó una de sus pistas.

El enviado de la ONU a Libia, Ghassan Salamé, condenó el bombardeo del aeropuerto. Salamé condenó “el ataque aéreo perpetrado hoy por un avión del ENL contra el aeropuerto Mitiga, el único operativo en la capital que se utiliza con fines civiles”, denunció en un comunicado.

Alrededor del aeropuerto internacio­nal, a unos 24 kilómetros del centro de la capital, ardían ayer los combates. Ahmed Musbah, un habitante de la zona, dijo que escuchó disparos desde el poblado de Bin Ghashir, al sur del aeropuerto. “Los combates parecen estar cada vez más cerca”, comentó.

A pesar del temor a una guerra generaliza­da en este país petrolero, inmerso en el caos desde la caída de Muammar Khadafy en 2011, las grandes potencias fueron incapaces de ponerse de acuerdo en la ONU el fin de semana sobre una declaració­n para pedirle a las fuerzas de Haftar que ponga fin al ataque contra la capital.

La declaració­n, considerad­a anteayer por el Consejo de Seguridad, tenía entre otros el apoyo de Estados Unidos, pero fue bloqueada por Rusia, que quiere que haya un llamamient­o “a todas las partes” para evitar “un baño de sangre”.

A su turno la Unión Europea (UE) llamó ayer a Haftar a detener su ofensiva. “Llamé muy firmemente a todos los dirigentes libios y, especialme­nte a Haftar, a detener todas las operacione­s militares y volver a la mesa de negociacio­nes bajo los auspicios de la ONU”, dijo la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini. “Debemos evitar una escalada militar que pueda conducir a una guerra civil”, insistió Mogherini.

El mariscal Haftar y su ENL tiene el apoyo político de una autoridad con sede en el este el país. Además de las regiones orientales, sus fuerzas extendiero­n su control al sur de Libia y apuntan ahora al oeste, donde está Trípoli y el GNA, comandado por el primer ministro Fayez al-Sarraj. Este último es el gobierno reconocido por la comunidad internacio­nal y es apoyado por diversas milicias del oeste. Estas fuerzas prometiero­n ayer una contraofen­siva, bautizada Volcán de la Ira, con el fin de “limpiar todas las ciudades libias de agresores”.

Según un nuevo balance del Ministerio de Sanidad del GNA, al menos 35 personas murieron y unas 40 resultaron heridas desde que empezó la ofensiva de Haftar. Entre las víctimas, según esa fuente, hay civiles.

Las fuerzas de Haftar indicaron, por su parte, que murieron 14 de sus combatient­es. También afirmaron el sábado que habían conquistad­o la zona, aunque fueron contradich­as por el gobierno avalado por la ONU, que sostuvo que había logrado detener el avance.

La agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) expresó su “preocupaci­ón” e indicó que más de 2800 personas ya tuvieron que ser desplazada­s por los combates. También pidió a los beligerant­es “garantizar la seguridad de todos los civiles” así como un acceso humanitari­o “permanente”.

La misión de la ONU en Libia hizo el domingo un “llamamient­o urgente” para una tregua de dos horas en el sur de Trípoli para permitir la evacuación de heridos y civiles. Pero los dos campos rivales lo ignoraron.

A pesar de la violencia a las puertas de la capital, los habitantes seguían ayer con sus ocupacione­s habituales, con los atascos y las largas colas de siempre en bancos y estaciones de servicio. Las escuelas y los comercios estaban abiertos, al igual que los servicios de la administra­ción estatal, que se encontraba­n en funcionami­ento.

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Hani amara/ reuters Miembros de las milicias de Misrata, sostén fundamenta­l del gobierno de unidad

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