LA NACION

Todo se puede vender a la vera del camino por las demoras

Artesanías, comidas y hasta un desarmader­o de autos ilegal

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ROSARIO (Para la nacion).– Como las esperas de los camioneros son largas y en época de cosecha el trabajo se incrementa, los vendedores se instalan al costado de la ruta para ofrecer todo tipo de mercadería­s y servicios para los choferes, desde cargas de gas para las garrafas que usan para cocinar hasta artículos camperos, electrodom­ésticos y pescado fresco del Paraná.

Roberto Sánchez, de 62 años, vende desde hace 25 años a los camioneros de la zona. Antes les ofrecía artículos de electrónic­a, pero desde hace seis años cambió de rubro. Ahora vende productos de talabarter­ía para el hombre de campo. Monturas, recados y cinturones, entre otras cosas. “El camionero que viene a los puertos vive en los pueblos. Es decir, en el campo, y muchos tienen caballos, por lo que siempre hay interés por los productos criollos”, afirma Sánchez, mientras “pela” con una tijera un cuero de oveja que está extendido sobre una mesa, debajo de la sombra de un paraíso que subsiste a pesar del intenso tráfico al costado de la ruta 11.

“A pesar de que hay más camiones que el año pasado, 2019 no es un buen año para las ventas”, admite. Frente a su puesto, donde exhibe también en el tronco del paraíso una colección de cuchillos artesanale­s, cuyas hojas fabricó con el acero de los discos de arado, hay un local de comidas donde se ofrecen “milanesas de pescado, pero pescado”, insiste el cartel.

“Es muy malo este año. El camionero es un hombre que gasta, que tiene un trabajo pesado y quiere comer bien, pero vemos que este año se cuida mucho cada peso”, considera Rogelio Nantes, que tiene ese local desde hace una década.

Ropa para la familia

Carlos Ortiz anda en una moto a toda velocidad cubierto de bolsas de ropa. Es la mercadería que vende en las playas de camiones de las cerealeras Vicentín, Renova, Dreyfus y Cofco. “Le vendo ropa para la familia del camionero”, dice, como si fuera un eslogan.

El joven dice que tuvo que bajar los precios para poder vender. “No hay tantos camiones como dicen. Se hacen cuellos de botella algunos días, como los martes o miércoles, pero el resto de los días está bastante tranquilo. Lo que pensamos es que va a ser constante, a diferencia del año pasado, cuando por la sequía el trabajo mermó mucho”, explica.

En la intersecci­ón de la A012 y la ruta 34, que conduce a los puertos de San Lorenzo y San Martín, se originó un barrio. Hace unos cinco años un puestero comenzó a vender verduras a granel. Bolsas de papa y pescado fresco. Y con el tiempo se fueron establecie­ndo más vendedores. Actualment­e, ese cruce de caminos, donde hay un puesto de la Gendarmerí­a, se transformó en un caserío que tiene unas tres manzanas. Y a la vista de los efectivos funciona un desarmader­o de autos ilegal.

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