LA NACION

Los últimos pasos de la bailarina uruguaya María Riccetto

Manon será el final de una carrera con brillo internacio­nal

- Constanza Bertolini

Como Julio Bocca o Paloma Herrera, la bailarina María Riccetto hizo los picos más altos de su carrera internacio­nal en el American Ballet de Nueva York. Así fue hasta que, en 2013, el mismísimo Bocca, entonces exitoso director del Ballet del Sodre de Uruguay, la tentó para que volviera al Río de la Plata y se incorporar­a a la compañía oficial de su país, del que había estado lejos por quince años. En 2017, obtuvo –de forma compartida con la argentina Ludmila Pagliero– el premio Benois de la Danse a la mejor bailarina, y entonces el Río de la Plata la celebró como un gol mundialist­a de la Celeste. Porque, sí, es cierto que además de una excelente bailarina y un personaje público Riccetto es hoy un ídolo nacional.

Por eso se entiende el clima de ebullición que hay alrededor del anuncio que se oficializa­rá esta mañana en el auditorio donde trabaja el BNS en Montevideo. Con 39 años, y siguiendo aquella regla no escrita que dice que los bailarines clásicos se sacan las zapatillas en su mejor momento al cumplir las cuatro décadas, Riccetto confirmará que se retirará de los escenarios con el último título de la temporada, Manon, una de esas obras que son sinónimo de madurez artística y que –paradójica­mente– le llega a ella por primera vez. Como un último deseo. Con ese espectácul­o en cartel, del 12 al 28 de diciembre, se cerrará el año del Ballet del Sodre, el segundo a cargo del español Igor Yebra como director. Sin embargo, el público espera verla antes en las funciones que vienen de aquí hasta allá –en mayo, en La Sylphide, por ejemplo–, máxime después de su ausencia el mes pasado en Carmina Burana, por una inoportuna lesión.

Con estudio de danzas con nombre propio, a la vez que diversific­ó su carrera con emprendimi­entos como su propia fragancia de perfumería, María Riccetto merecerá una segunda despedida después del Sodre en el estadio Antel Arena de Montevideo. Y en eso trabaja Julio Bocca, que dirigirá la gala, aunque fiel a su estilo todavía guarda los detalles del homenaje que prepara bajo siete llaves, con la garantía de saberse un especialis­ta en lograr popularida­d con calidad. Si Riccetto había visto a Bocca despedirse, ahora la velada será en espejo. La relación entre ambos, nacida en Nueva York y afianzada en Montevideo, seguirá con sus complicida­des hasta el último día.

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BNs María Riccetto

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