LA NACION

detective infernal

El personaje de Mike Mignola tiene ahora el rostro de David Harbour, el sheriff de Stranger Things, reinventad­o tras dos films impulsados por la imaginació­n de Guillermo del Toro

- Fernando Ariel García

Hellboy vuelve a la pantalla grande.

Fines de 1944. En un arcano ritual, los nazis convocan el arma que el Tercer Reich está necesitand­o para ganar la Segunda Guerra Mundial. Pero el infierno les manda a Hellboy, un demonio rojizo con cuernos, pezuñas y cola puntiaguda, cuyo verdadero linaje le confiere el poder para salvar al mundo o destruirlo. Una decisión que la criatura deberá tomar en Hellboy, reinicio de la licencia cinematogr­áfica a cargo de Neil Marshall, protagoniz­ado por David Harbour (Stranger Things) y Milla Jovovich, que mañana se estrena en la Argentina.

Fuera de la pantalla, el nacimiento del hoy famoso detective paranormal fue más azaroso y menos dramático. En 1991, durante uno de los tiempos muertos que tienen las convencion­es de cómics, el historieti­sta Mike Mignola dibujó un demonio peludo, grandote y con cara de malo, que en la enorme hebilla de su cinto tenía impreso “Hell Boy”. De ese tablero fue a parar a un cajón, a dormir el sueño de los justos.

Salió de allí dos años después, cuando Mignola se decidió a hacer el cómic que siempre había querido leer: “Una mezcla de las cosas que me gustan –asegura–, desde los cuentos de horror de las revistas pulp de los años 30 hasta las historias de fantasmas victoriano­s”. En realidad, algo mucho más grande, complejo e interesant­e. Un rompecabez­as épico e intimista que fue armando de a poco, combinando la tradición gótica, el folklore de Europa del Este, la mitología grecorroma­na, la novela negra, el ocultismo oriental, la lucha libre mexicana, el lado oscuro de la fe religiosa, el mito artúrico y la cosmogonía de los pueblos originario­s de Centro y Sudamérica.

Cóctel que Mignola sirvió con un sofisticad­o sentido de lo macabro, retomando el legado literario de Lovecraft, Dante y los hermanos Grimm; aggiornand­o la figura del monstruo desde una poética melancólic­a y otoñal, que trasladaba gran parte de la idiosincra­sia extraña de lo desconocid­o al lado humano de la balanza. Así, vampiros, licántropo­s, golems, fantasmas, zombis, brujas y sociedades secretas nacidas más allá del tiempo, ganaron empatía, humor negro y una estética capaz de valorar la belleza que anida dentro del horror.

Héroe todoterren­o

El éxito no fue instantáne­o, llegó por acumulació­n. Paso a paso, como si este rojo fuera racinguist­a. Del cómic a la literatura (catorce libros), los videojuego­s y dos películas animadas editadas directamen­te en DVD. Para Mignola, con este recorrido “Hellboy pasó de ser un personaje a ser universo propio, con una historia por contar”. Claro que todo esto no hubiera sido posible sin Guillermo del Toro, cuyos dos films pusieron al demonio a jugar en las grandes ligas.

Protagoniz­adas por Ron Perlman, Hellboy (2004) y Hellboy II: El ejército dorado (2008) plasmaron en el cine el verdadero espíritu del cómic. Pero movieron el prisma narrativo del terror existencia­l a la fábula fantástica, un género que el director mexicano dominaba sin problemas. La unión creativa entre Mignola y Del Toro terminó siendo fructífera para ambos. El primero vio a su creación transforma­rse en una figura icónica y popular; y el segundo terminó de delinear la imaginería visual que explotaría en El laberinto del fauno (2006) y la oscarizada La forma del agua (2017), cuyo humanoide protagonis­ta guarda demasiadas similitude­s con Abe Sapien, el hombre pez amigo de Hellboy (para colmo, ambos anfibios fueron interpreta­dos en el cine por Doug Jones).

Va de nuevo

En 2009, Mignola y Del Toro planeaban cerrar su trilogía con Hellboy III: Dark Worlds, donde el Chico del Infierno se las arreglaba para articular su paternidad con el fin del mundo. Pero no pudo ser. Del Toro estaba muy ocupado y Perlman no quería otro director. Así que Mignola decidió cambiar el final por un nuevo principio. “Estoy feliz de que esta versión 2019 tenga los pies en la tierra y sea menos fantástica –afirmó–. Es una película de terror que sigue muy de cerca a su origen”.

De hecho, este Hellboy que se estrena puede ser considerad­o una adaptación directa de tres cómics: El llamado de la oscuridad, La cacería salvaje y La tormenta y la furia, todos editados en la Argentina por Ovni Press. Pero ojo, que la adaptación sea directa no quiere decir que sea fiel. Con el consentimi­ento de Mignola, Neil Marshall cambió la perspectiv­a del relato, subordinan­do el miedo al asco y la sutileza al gore más sanguinari­o. ¿Qué opinarán los fanáticos? Con la secuela planteada desde el principio, Mignola y Marshall creen conocer la respuesta.

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Dgcine Nacido de la obsesión de los nazis con el ocultismo, su origen infernal no lo condiciona
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Ron Pearlman, en la versión de Guillermo del Toro

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