BOCA GOLEÓ 4-0 COMO LOCAL Y QUEDÓ SEGUNDO EN SU GRUPO
Boca se sacó de encima un partido incómodo. Que tenía la obligación de ganar y lo hizo. No solamente por la imagen que había dejado hace una semana en Brasil, sino porque los tres puntos eran vitales para allanar el camino rumbo los octavos de final de la Copa Libertadores. Más allá de los últimos 10 minutos, que fueron un monólogo, no le sobró nada al equipo xeneize. El plantel llegó a la Bombonera de traje y corbata, pero en el vestuario se puso el overol. Porque, además, la lluvia entró en acción cuando apenas se jugaban cinco minutos y recién se fue cuando faltaban 15. La poca elegancia que exhibió el equipo de Alfaro salió de los pies, una vez más, de su jugador más lúcido: Emanuel Reynoso, que aún con las intermitencias que se le siguen marcando al N° 30, le bastó para ser una de las figuras de la cancha. Por momentos, parecía que la jugada no era válida si la pelota no pasaba por sus pies.
La síntesis de lo que fue el partido se resume con la jugada que culminó en el 1 a 0. A los 36 del primer tiempo, una patriada de Julio Buffarini, que fue a pelear una pelota dividida que parecía perdida sobre el ataque derecho, terminó con el balón en poder del N° 4, que mandó el centro justo para que Reynoso metiera un frentazo. En los festejos, el lateral derecho, que se aprendió en tiempo récord el manual sobre cómo jugar con la camiseta azul y oro, recibió tantos abrazos como el autor del gol.
El gol alivió a todos. A los jugadores y a los hinchas, que le regaló una infrecuente ovación a Darío Benedetto después de que malograra un penal (se lo atajó Giménez, junto al palo derecho). Wilstermann apenas inquietó cuando Andrada descolgó del ángulo izquierdo una pelota imposible de Cristian Chávez. Y en el rebote, con el arquero xeneize vencido, quien evitó el 1-1 fue Más, en la línea.
Boca salió a jugar mucho más suelto en la segunda parte, y sentenció el triunfo con un penal que le cometieron a Tevez y que Benedetto, esta vez, sí, lo cambió por gol. Infló la red con toda la furia. Se sacó la mufa de una noche que venía torcida, y que se acumulaba a una racha que ya lo preocupaba (desde que llegó Alfaro marcó cuatro goles en 13 partidos).
La columna vertebral del equipo tuvo una oportunidad más de afianzarse. Sin embargo, la tarea de Izquierdoz y de Marcone volvió a ser discreta, y el equipo lo sintió.
Sobre el final, Mauro Zárate, aplaudido cuando ingresó, definió dos veces con maestría para darle cifras de goleada a la victoria. Indiscutible. Ahora Boca quedó segundo en el Grupo G, con 7 puntos, a dos del líder, Atlético Paranaense, y a la vez con tres de ventaja sobre Deportes Tolima, a quien visitará en dos semanas, en un partido que, si se hubiera dado cualquier otro resultado anoche en la Bombonera, se lo hubiese catalogado “de alto riesgo” para las aspiraciones xeneizes.
Es evidente que Boca todavía no llegó al nivel ideal que este equipo, con estos intérpretes, puede ofrecer. El Falcon Sprint de Alfaro todavía está en ablande, más allá de que este modelo es más compacto y comprometido que el que conducía Guillermo Barros Schelotto. Incluso, por momentos es más inteligente y sabe cuándo apretar el acelerador y cuando el freno. Y si la Copa Libertadores está de por medio, no es poco.