LA NACION

Un intenso dolor interno fue el motor de la marcha de vecinos

Adultos y adolescent­es compartier­on el pedido de encontrar a los culpables de los homicidios

- Ivanna Zanella ENVIADA ESPECIAL

SAN MIGUEL DEL MONTE.– “Somos la voz de los que no pueden hablar”, dice uno de los tantos carteles que se vieron en la tarde de ayer en la plaza central de San Miguel del Monte. Cientos de vecinos pasearon su desconcier­to y dolor frente a la municipali­dad. Marcharon para pedir justicia por la tragedia que desencaden­ó una incomprens­ible persecució­n policial en la madrugada del lunes. Ante el silencio que dejaron las cuatro fallecidas víctimas –una joven lucha por su vida en el Hospital El Cruce, en Florencio Varela–, los familiares y amigos alzaron su voz: “Justicia, justicia”. Gritaron, lloraron, aplaudiero­n. Todo a la vez. La tranquilid­ad de una típica tarde de un pueblo habitado por unas 21.000 personas se alteró. Es que su gente, en pleno proceso de duelo, está alerta y activa para memorar a los que se fueron antes de tiempo. Y para pedir a las autoridade­s que los culpables reciban sus condenas.

Honraron a las víctimas con actuacione­s improvisad­as de rap, demostraci­ones de patinetas y una murga bien equipada. Lo hicieron por ellos, que “duermen en el cielo”, como intenta explicarle­s Juan Carlos Sansone a sus nueve hijos. Danilo, el décimo, ya no está con ellos. La marcha recorrió estas calles durante dos horas, pero no puso punto final al dolor. Es recién el comienzo de una causa que está siendo investigad­a, día y noche, por la fiscalía local. Entre los presentes, chicos, padres, funcionari­os, policías y comerciant­es, que plantearon distintas versiones sobre lo ocurrido, se registró una certeza en común: la vida en este rincón bonaerense cambió para siempre.

Mientras los vecinos mostraron su dolor, los familiares directos de las víctimas mortales denunciaro­n ante autoridade­s del Ministerio de Seguridad bonaerense que Aníbal Suárez –el joven de 22 años fallecido durante la persecució­n– había sido extorsiona­do por la policía pocas semanas atrás.

Afirmaron que en ese momento lo habían parado en un control vehicular y, dado que Suárez no tenía todos los papeles del Fiat 147 que había comprado recienteme­nte, los policías le pidieron una suma de dinero para dejarlo ir.

Los familiares plantearon su sospecha de que la persecució­n del lunes a la madrugada se inició cuando los policías –que se sospecha que podrían ser los mismos que habían extorsiona­do a Suárez– vieron pasar el Fiat e intentaron reeditar el pedido de coima.

Voceros del gobierno provincial confirmaro­n a la nacion que en una reunión con funcionari­os del Ministerio y con el auditor general de Asuntos Internos, Guillermo Berra, los familiares de las víctimas dijeron que Suárez, el conductor en el momento de la colisión, había estado detenido hace dos semanas en la comisaría local porque el auto que conducía no estaba a su nombre. El joven había comprado hacía poco ese vehículo y aún no había hecho la transferen­cia.

Según los familiares, en ese momento le dijeron que esa falta podía derivar en una multa de $35.000, pero que si les entregaba $5000, se podría llevar el auto. Suárez les habría dicho que solo tenía $4000 en su casa y, finalmente, lo dejaron llevarse el coche luego de entregar esa suma.

Fuentes del Ministerio de Seguridad informaron que la denuncia de los familiares ya está bajo investigac­ión en Asuntos Internos. Mientras tanto, en la fiscalía afirman que el dato aún no está oficializa­do en el expediente.

Un unánime reclamo social

“Justicia”, reclamó también Hugo Suárez, el tío de Aníbal. Vive hace 14 años en San Miguel del Monte y trabaja de hacer changas en el pueblo. Al salir de la casa donde velaron al joven, dijo a la nacion: “Hace un mes lo pararon los ‘milicos’. Lo llevaron a la comisaría porque el auto justo no estaba a nombre de él. El auto se lo compró a un señor, pero estaba a nombre de una señora que no es de acá tampoco. Como Aníbal les dijo que no tenía la plata para la multa, los ‘milicos’ le dijeron que si les daba $5000 se podía ir y llevar el auto”.

Y agregó: “Él solo pudo ofrecerles $4000. Se fue a la casa a buscarlos y se los llevó. Se quedaron con la plata y lo dejaron llevarse el auto. A mi sobrino no me lo devuelven más. Queremos justicia para lo que hicieron los ‘milicos’. Creemos que Aníbal se asustó cuando lo siguieron”.

Desgarrada por el dolor interno, Yanina Zarzoso lloró la ausencia de su hija Camila: “Necesito justicia porque no puedo parar de pensar en mi hija en ese momento. Veo el auto, la foto de mi hija, al policía sacando medio cuerpo afuera del auto y me la imagino a Camila gritando, siento que se quería tirar del auto, me desespera saber que me llamaría y gritaría: ‘¡Mamá!’”.

Por su parte, la intendenta de San Miguel del Monte, Sandra Mayol, dijo a la nacion que la tragedia fue “sin dudas provocada por la policía”.

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