LA NACION

Economía del conocimien­to: una ley para nuevos desafíos

La norma sancionada por el Congreso constituye un hito fundamenta­l para el desarrollo económico de la Argentina en este siglo XXI

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En una época de grietas y de posicionam­ientos políticos errantes, llama gratamente la atención el consenso alcanzado entre legislador­es de casi todo el espectro político sobre la ley de economía del conocimien­to, que acaba de ser sancionada por el Congreso.

El proyecto, que había sido presentado por los diputados Luciano Laspina (Cambiemos), Juan Brugge (Córdoba Federal) y Marco Lavagna (Alternativ­a Federal), busca fomentar y desarrolla­r las llamadas empresas de la economía del futuro. Se trata de aquellas actividade­s que utilizan intensivam­ente tecnología y capital humano de alto valor agregado, como el software, la biotecnolo­gía, la robótica, la impresión 3D, la ingeniería nuclear, la industria satelital, la inteligenc­ia artificial, la producción audiovisua­l, internet de las cosas y la industria 4.0, entre otras.

Otorga a esas empresas un tratamient­o tributario diferencia­l para el período 2020-2030, tomando como base la experienci­a positiva del régimen de promoción de la industria del software, actualment­e en vigencia y que vence a fin de este año. Aquel régimen había sido puesto en funcionami­ento en 2004 por el gobierno de Néstor Kirchner, cuando Roberto Lavagna era ministro de Economía, y prorrogado en 2014 durante la presidenci­a de Cristina Fernández de Kirchner. Se trata, por ende, de un muy poco habitual ejemplo de cómo se diseña una verdadera política de Estado en una materia. El principal insumo del nuevo proyecto surge del trabajo de más de un año de una mesa sectorial compuesta por los principale­s actores del sector y liderada por el Ministerio de Producción y Trabajo.

Existe un amplio consenso sobre el impacto positivo que tuvo la ley de software en materia de empleo, exportacio­nes y creación de nuevas empresas. Hoy existen unas 5000 compañías de software, en su inmensa mayoría pymes, en las que trabajan más de 100.000 asalariado­s, y con un nivel de exportacio­nes anuales que rondó los 2000 millones de dólares, esto es, la misma cifra que alcanzó la carne.

Pero economía del conocimien­to es mucho más que software. Sumando todos los subsectore­s involucrad­os, actualment­e se emplean de manera directa más de 430.000 personas y otro tanto de independie­ntes, con exportacio­nes en el año pasado superiores a los 6000 millones de dólares, el tercer complejo exportador de la Argentina. Esto nos muestra que el sector es hoy uno de los más relevantes de la economía argentina, además de tener un enorme potencial.

El objetivo de la norma sancionada es contribuir a que estos números crezcan mucho más, fijándose como objetivo para 2030 la creación de al menos 215.000 nuevos puestos de trabajo para alcanzar los 15.000 millones de dólares de exportacio­nes anuales. Son objetivos ambiciosos pero posibles, teniendo en cuenta que la Argentina se halla dentro de los 10 países del mundo con mayor potencial de crecimient­o de sus exportacio­nes de servicios basados en el conocimien­to. A partir de los proyectos que se están desarrolla­ndo en todo el territorio, con al menos 35 clusters de tecnología a lo largo y a lo ancho del país, no parecen inalcanzab­les. Por eso, la economía del conocimien­to es también una oportunida­d para que jóvenes y no tan jóvenes de toda la Argentina trabajen desde sus lugares de origen y generen sus proyectos gracias a las ventajas que ofrece la democratiz­ación de las tecnología­s.

La flamante ley es relevante no solo porque promueve condicione­s para el crecimient­o de un sector clave, sino también porque empuja, a su vez, el desarrollo y la evolución de otros sectores de la economía, con ideas, innovación, tecnología, digitaliza­ción y, en definitiva, mejoras de productivi­dad. Entre esos sectores figuran biotecnolo­gía para los alimentos, nanosatéli­tes para el agro, robótica para la industria, big data para el comercio e inteligenc­ia artificial para la salud.

Más allá de la coyuntura y los temas pendientes en materia de competitiv­idad, la Argentina cuenta con una muy buena base de talento de cara a los desafíos del siglo XXI. Debe llenarnos de orgullo saber que la Argentina es el país con mayor talento en tecnología a nivel mundial según Coursera, una plataforma de educación virtual desarrolla­da por académicos de la Universida­d de Stanford. ¿Quién no se alegra al ver destacarse a nuestros emprendedo­res tecnológic­os, científico­s y creativos en el mundo?

Debemos fijar las mejores condicione­s para los próximos 10 años, que van a ser mucho más desafiante­s que todos los años anteriores. La iniciativa sancionada anteayer es una respuesta a la demanda de los emprendedo­res, quienes con mayor claridad dimensiona­n el desafío que los tiene por protagonis­tas. Como en tantos otros también, tenemos que ser capaces de lograr el consenso en este tema para no dejar pasar el tren. El mundo no nos va a esperar.

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