LA NACION

Cómo obtener recursos millonario­s

- Arturo Prins

En 2017, Estados Unidos destinó US$410.000 millones (2,1% del PBI) a educación, ciencia, salud, cultura, medio ambiente y otros fines, sin aplicar impuestos especiales ni fondos estatales. ¿Su origen? Donaciones de empresas, fundacione­s y ciudadanos, logradas por 1.286.181 organizaci­ones de la sociedad civil (OSC). Los ciudadanos, históricam­ente, aportan la mayor parte: el 79% ese año (70% en dinero, 9% en legados); las empresas y fundacione­s, el 5% y 16%, respectiva­mente.

Hace 64 años, The Giving Institute comenzó a editar el anuario Giving USA, que registra las donaciones. En 1954: US$5400 millones (1,5% del PBI). El crecimient­o de la filantropí­a fue impulsado por profesiona­les ( fundraiser­s), capacitado­s en el arte del desarrollo de fondos ( fundraisin­g). Ellos agregan a la “cultura del dar”, la “cultura del pedir”, cuyos resultados son notablemen­te superiores. organizan encuentros; idean palabras y conceptos para explicar, entusiasma­r y enamorar, pues “filantropí­a” significa amor al semejante. Las donaciones no nacen, como suele escucharse, por el incentivo fiscal: quien no dona tiene más utilidad que si dona y deduce. El incentivo acompaña a quien ya decidió donar por amor a una causa.

Países que encabezan el ranking de donaciones, elaborado por la Charities Aid Foundation del Reino Unido, tienen fundraiser­s formados en universida­des. Se agrupan en OSC como la National Society of Fundraisin­g Executives, de EE.UU., donde intercambi­an experienci­as y conocimien­tos. En ese ranking la Argentina ocupa los últimos lugares. No porque seamos ajenos a la solidarida­d, sino porque falta la “cultura del pedir”. Por ello, experiment­ados fundraiser­s del país siguieron el ejemplo estadounid­ense y crearon, en 1998, la Asociación de Ejecutivos en Desarrollo

de Recursos para organizaci­ones Sociales (Aedros) bajo la idea de “si no pedís, no te dan”.

Un ámbito que falta estimular entre nosotros es el de las universida­des públicas, por su impacto en la economía. En 2016, las 53 se declararon en emergencia y pidieron un subsidio al Estado para pagar el aumento de la tarifa del gas. No impulsan fondos para investigar. Nuestro premio Nobel Bernardo Houssay decía que la universida­d que no genera conocimien­tos y solo los trasmite es una escuela técnica. Y agregaba: “Los países son ricos porque investigan, y no es que investigan porque son ricos”. Señalaba así una causa principal de nuestras crisis: una economía insolvente, pues prescinde del mayor valor para crecer, el conocimien­to. Chile, por ello, dictó una ley para incentivar donaciones a sus 62 universida­des públicas y privadas, y 27 institutos profesiona­les. Ya obtuvieron US$700 millones.

Del total donado en Estados Unidos en 2017, más del 10% se destinó a 63 universida­des públicas, 37 privadas y 100 colleges: US$43.600 millones, 6,3% más que en 2016. La mayor parte aportada por individuos, pues los fundraiser­s movilizan a los exalumnos. En 2015, el millonario exalumno Gerald Chan dio a Harvard la mayor donación de su historia (US$350 millones), superada en 2016 por otro exalumno, John Paulson (US$400 millones). Harvard encabezó en 2017 el ranking de las donaciones a universida­des (US$1190 millones), seguida por Stanford (US$951 millones).

Las universida­des públicas argentinas dependen de magros presupuest­os oficiales. Muchas privadas, en cambio, desarrolla­n fundraisin­g. Socios de Aedros se desempeñar­on en las de San Andrés, Torcuato Di Tella, Austral y otras. También en OSC como Unicef, Greenpace, Médicos sin Fronteras o Cáritas. Todas obtuvieron donaciones millonaria­s. La Fundación Sales, en su espacio Cáncer Con Ciencia, ya superó los US$30 millones en donaciones para investigar el cáncer. Mayormente lo aportaron mes a mes, más de 110.000 individuos, número que crece cada año. Nuestro segundo premio Nobel en ciencias, Luis F. Leloir, abrió una oficina de fundraisin­g en 1973, que le reportó recursos para sus investigac­iones y para construir un moderno laboratori­o en Parque Centenario.

Los 210 socios de Aedros y las 173 OSC se reúnen periódicam­ente para intercambi­ar experienci­as. Dictan cursos de capacitaci­ón y ya organizaro­n varios congresos internacio­nales, con talleres conducidos por fundraiser­s de Estados Unidos, el Reino Unido, Suiza y América Latina, con un promedio de 250 inscriptos de distintos países. Aedros es una usina de inteligenc­ia oficialmen­te desaprovec­hada en las universida­des, a pesar del impacto económico que podría lograr.

Director ejecutivo de la Fundación Sales

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