CHICOS
Es excelente la nueva versión de huesito caracú, el clásico de Midón-Gianni que dirige Emiliano Dionisi
La luz no llega al rancho. El mandamás del pueblo solo la conecta cuando le conviene. Y no es el caso de la familia de Huesito Caracú. La obra estrenada por Hugo Midón en 2001 se prestaba a la nueva versión dirigida por Emiliano Dionisi. El joven director logra calibrar en su puesta en escena cada uno de los roles en una expresividad justa, de modo de armar una constelación dinámica, con colores, brillos y matices diferenciados.
El comienzo es sosegado, con la queja un tanto resignada por la falta de luz, con la controversia familiar entre Huesito y sus padres porque prefiere tocar la guitarra antes que dedicarse a tareas más “productivas”. Pero pasa pronto a un crescendo imparable, cuando
el eje del conflicto se externaliza en la confrontación con el arrogante Cocorito, hijo del dueño de la luz y pretendiente de Flor Silvestre. La joven, clara en su sentir, encuentra un amor más sincero en Huesito Caracú.
La escena se enriquece con sonidos campestres emitidos por multifacéticos personajes secundarios y con elementos escenográficos de fuerte impacto visual como el aparatoso tren que debe llevar a Flor lejos de Huesito. La reconversión de la partitura de Carlos Gianni que hace Julián Midón al frente de una banda de músicos en escena genera clima y marca ritmo.
Todo contribuye a un tono de delirio histriónico pautado con gran precisión por Dionisi. La mama (Laura Oliva) rapea con energía arrolladora, Flor (Vanesa Butera) transmuta su belleza en canto, el tata (Patricio Witis) y sobre todo Cocorito (Roberto Peloni) ponen acentos hilarantes y Huesito (Guido Botto) emerge entre ellos como el antihéroe triunfador. Hugo Midón luciría su sonrisa ancha si pudiera ver esta versión, diferenciada de la suya y, a la vez, de espíritu bien midoniano. Por lo lúdica dentro de su mirada crítica, por lo contemporánea recreando figuras arquetípicas. Y por la excelencia que permite disfrutarla sin un instante de desperdicio.