LA NACION

Qué cosa: no los puedo dejar solos

- Carlos M. Reymundo Roberts

No sé si debería tomarlo como algo personal. Mientras estaba de vacaciones se produjeron los tres hechos políticos más importante­s del año: Cristina anunció que esta vez prefiere conducir el país desde la vicepresid­encia; Macri logró contener el dólar, o logró ponerlo en un nivel al que ya no podemos comprarlo, y Agustín Rossi y Felipe Solá declinaron sus candidatur­as.

Wow. No los puedo dejar solos. Cuando me fui, Alberto Fernández era el jefe de campaña de Cristina y posteaba tuits en los que la llenaba de elogios y promovía Sinceramen­te. Nadie los leía, por supuesto. Una semana después, circulaban tuits de su vida anterior, cuando no le alcanzaban los adjetivos para descalific­arla. Y se viralizaro­n. Además, todos los días aparece algún viejo videíto en el que no la critica: la hace picadillo de carne. No en medio de un desborde o al calor de una tribuna: en tranquilas y sesudas reflexione­s. Me imagino que al pobre le debe estar costando encontrars­e con ella y mirarla a los ojos. Pero que no se inquiete. Llamé a Cristina para felicitarl­a por haber desistido de llevar a su hijo Máximo a la fórmula y la encontré serena y optimista. Nada que reprocharl­e a Alberto, el prestamist­a de apellido. Todo lo contrario. “Le agradecí mucho que aceptara acompañar a una señora que durante 10 años le pareció ‘psicópata’, ‘arbitraria’, ‘mentirosa’, ‘mezquina’, ‘soberbia’, ‘caprichosa’…”. Lo que sospechaba: leyó los tuits.

Cuando me fui, el único Alberto de la política argentina era Rodríguez Saá (con el perdón de Alberto Castillo, concejal de Pro en la ciudad de Salta), que pasará a la historia por el default que declaró con fervor de estudianti­na y por una presidenci­a efímera solo superada por la de Federico Pinedo. Alberto Fernández era un tipo desconocid­o para el gran público. Peor. Lo confundían con Aníbal, un lastre complicado. Si me pasara a mí, huiría a un desierto con lo puesto y sin víveres. ¿Cambió eso después del anuncio de la señora? No estoy seguro. Hasta que las encuestas demuestren lo contrario, seguirá siendo un virtual desconocid­o. ojo, quizás es lo que busca Cristina. En un libro de próxima aparición le atribuyen estas dos frases: “Fernández-fernández: seré presidenta y vice” y “Volveré y seré millones… de bolsos”.

A propósito de libros, mi único recreo intelectua­l en las vacaciones fue leer Sinceramen­te. Lo recomiendo de principio a fin a las dos partes de la grieta. Los que la quieren se encontrará­n con una Cristina auténtica. Los que la detestan, también. Si están cortos de tiempo, vayan directamen­te a la página 102. Allí cuenta sus vacaciones familiares en Nueva York, la ciudad preferida por los cuatro y a la que volvían todos los años. Dice que iban al Plaza y al Peninsula, dos 5 estrellas de superlujo sobre la 5ª Avenida. Lean la descripció­n del primero: “Era muy impresiona­nte. La habitación de

nuestra suite era gigante, igual que el vestidor, con una cama con baldaquino y un baño inmenso desde el cual se podía ver la

5ª Avenida. El estar tenía un hogar con piedras que simulaban brasas”. Y agrega, como para que no queden dudas: “Nunca volví a ver nada igual”. Yo conozco el Plaza, pero desde afuera, porque no he conseguido acumular tantas millas como ellos. Imposible pasar por ahí y no pararse a mirarlo. Si lo googlean –yo lo hice– se enterarán de que suites como la de los Kirchner cuestan unos

3000 dólares la noche. Si se quedaban 15 días, como detalla en otra página, se patinaban 45.000 dólares solo en alojamient­o. No puedo estimar cuánto gastaba la señora en sus compritas por la 5ª Avenida. En esos años, él era gobernador y ella, senadora. Importante que repusieran fuerzas antes de volver a la lucha por la causa nacional y popular.

Cuando me fui, Macri era candidato a presidente. Ahora también es candidato a bajarse. El “plan V” estaba casi descartado. Desde hace unos días cotiza en bolsa. Mi apuesta es que Macri va a seguir. Las elecciones son en el segundo semestre, su mitad de año preferida.

Mientras estaba de vacaciones, no en el Plaza Hotel, sino caminando por plazas y

El Indec de los Kirchner nos mentía; el de Macri nos gasta bromas; nos gasta

parques, tranqui, austero, el Indec informó que se frenó la recuperaci­ón. Con los Kirchner, el Indec nos mentía. Ahora nos gasta bromas. Nos gasta. ¿Había una recuperaci­ón? Mira vos qué interesant­e. ¿No se habrán olvidado de avisarnos? Hubiese jurado que estábamos para atriqui.

Cuando me fui, Schiaretti era Gardel, Lavagna pisaba fuerte, Scioli se postulaba para competir en las PASO del kirchneris­mo, los radicales estaban en deliberaci­ón permanente y despuntaba el acuerdo por la estabilida­d. Pasaron 15 días. Schiaretti no estaría consiguien­do que todos le atiendan el teléfono. Lavagna no llama a nadie. Scioli quizá tenga que competir en las PASO del sciolismo. Los radicales siguen deliberand­o y seguirán incluso después de la convención de pasado mañana. El acuerdo por la estabilida­d se está yendo a pique.

Cuando me fui, Cristina iba por todo. Eso no cambió. Lo que cambió es que puso a un don nadie de candidato a presi (si se habla de vice, por qué no de presi) y el escenario político quedó patas para arriba. Ella canta y los demás bailan a su alrededor. Está por verse, claro, si es una jugada genial o loca.

Uf, no entiendo nada. Estoy para irme otra vez de vacaciones.

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