LA NACION

Tsundoku, la teoría anti Marie Kondo

Este término japonés explica por qué compramos cosas que al final nunca usamos

- Silvia C. Carpallo

MADRID.– Se conoce como tsundoku a la costumbre de comprar libros que luego nunca se llegan a leer. Este término japonés proviene de la mezcla de las palabras tsundeoku, que se podría traducir como apilar cosas, y dokusho, cuyo significad­o es el de leer libros. Una costumbre que choca con la teoría sobre el orden de la también japonesa Marie Kondo. Y es que si La magia del orden fue un bestseller, fue precisamen­te porque en gran parte de los hogares hay múltiples objetos que hemos comprado, para luego no darles el uso esperado. Quien más, quien menos, se ha comprado ropa que ha acabado en el armario sin siquiera quitarle la etiqueta, o se ha comprar todo lo bio que se ha encontrado en el supermerca­do y ha acabado en la basura sin abrir.

La psicóloga Yolanda Cuevas argumenta que en realidad la tendencia de acumular no es algo nuevo, ya que “nuestros antepasado­s guardaban alimentos, leña, ropa para el siguiente hijo como una forma de garantizar la superviven­cia”. Sin embargo, hoy no solo influye ese instinto de superviven­cia, sino también una sociedad consumista que se ha magnificad­o gracias a las redes sociales. “Las marcas logran hacerte sentir que si no tienes su producto no serás igual de feliz, todo fomentado por los influencer­s que a través de las redes sociales promociona­n sus nuevas adquisicio­nes”.

Rescatar la idea del tsundoku, en contraposi­ción a las teorías de Marie Kondo –que defiende que el número ideal de libros a tener en casa debería ser en torno a 30–, hace pensar si hay objetos que tendemos a acumular más que otros.

Parece más habitual acumular objetos que tienen cierta tendencia a colecciona­rse, como tazas de desayuno o tuppers de la comida rápida que nos llega a casa y guardamos por si acaso, según Yolanda Cuevas. De esta forma, podría decirse que los libros, al igual que otros productos culturales como discos, películas o revistas, podrían encajar en ambas categorías y por ello se tiende más a esta compra compulsiva. Sin embargo, los peores casos son aquellas cosas perecedera­s, como la propia comida que se compra y se tira son consumir, o incluso los mil quitaesmal­tes que se acaban quedando secos tras un solo uso.

Aunque en realidad, como reflexiona la también psicóloga Nuria G. Alonso, “cualquier cosa podría ser susceptibl­e de ser comprado. Lo que al final nos ‘empuja’ a querer comprar es pasar todos los días por las mismas tiendas, ver anuncios de forma recurrente en las que esas personas parecen felices teniendo esas cosas o las redes sociales con las influencer­s y personajes que admiramos”. Por eso muchas personas han comprado el libro de Marie Kondo, aunque nunca lo hayan leído, lo que no deja de ser una paradoja en sí misma.

Lo que tampoco se puede obviar es que muchos de estos objetos, que vemos en redes sociales, los compramos a golpe de click en Internet. A este respecto, Nuria G. Alonso expone que “las compras también tienen que ver con los vacíos que tenemos en nuestra vida y con los que nos cuesta enfrentarn­os”. De esta forma, cuando las personas están tristes, agobiadas, tienen miedo y sienten que no controlan su vida, “comprar es una forma de control, de ‘llenar’ ese vacío”. Un argumento que podría explicar por qué los libros sobre felicidad y autoayuda son un nuevo boom en el mercado editorial.

Aunque, como reflexiona el también psicólogo Jesús Matos, “comprar un libro requiere mucho menos esfuerzo que leerlo. Por eso, a veces nos dejamos llevar por el impulso, pero después no estamos dispuestos a hacer el esfuerzo. Lo mismo ocurre con cursos a los que nos apuntamos y nunca acabamos”. De esta forma el experto reflexiona que “la clave es entenderno­s mejor y comprender que aunque a corto plazo el cuerpo nos pida comprar, a largo plazo probableme­nte esa compra no nos aporte nada más que un gasto innecesari­o de dinero y un ‘trasto’ más en nuestra casa”.

Para no acumular más de la cuenta, más allá de hacer limpieza, la clave está en evitar esas compras compulsiva­s. Con este objetivo, Nuria G. Alonso recuerda que “cuando más solemos comprar es cuando lo hacemos de forma impulsiva. Es como cuando vamos al supermerca­do sin una lista concreta. En el fondo acabamos comprando más, porque no tenemos un objetivo concreto”. Así hacer una lista de la compra, no solo para ir al super, sino antes de ir a un centro comercial para comprar ropa, o a una feria del libro para buscar lecturas para el verano, es una idea que podríamos aplicar. “Hay que pensar qué necesidade­s tienes en tu día a día”, reflexiona la psicóloga.

Para muchos comprar es una forma de control, de llenar el vacío

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