LA NACION

El primer juicio oral contra cristina Kirchner.

El comienzo del primer proceso oral y público por sospechas de corrupción contra la expresiden­ta abre la esperanza de que comience a hacerse justicia

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El comienzo del proceso oral y público por sospechas de corrupción abre la esperanza de que comience a hacerse justicia.

Ensuciar al acusador y denunciar confabulac­iones y persecucio­nes judiciales, políticas y mediáticas ha sido permanente­mente la estrategia de cristina Kirchner y de muchos de los exfunciona­rios de su gobierno a quienes se les imputan delitos vinculados con la corrupción pública. Ha sido y es el recurso preferido de quienes se saben culpables.

Durante demasiado tiempo, los escándalos de malversaci­ón de fondos públicos, exacciones ilegales, negocios incompatib­les con la función pública y asociacion­es ilícitas enquistada­s en la administra­ción estatal han convivido con la impunidad. La iniciación, el martes pasado, del primer juicio oral y público por sospechas de corrupción contra la expresiden­ta de la nación abre una esperanza de que, de una vez por todas, comience a hacerse justicia.

cristina Kirchner está acusada de ser la cabeza de una asociación ilícita que habría defraudado al Estado por un monto que, a valores de hace tres años, representa­ba unos 46.000 millones de pesos –hoy deberíamos hablar de al menos unos 100.000 millones de la misma moneda–, mediante el direcciona­miento de obra pública en la provincia de Santa cruz, en favor de Lázaro Báez.

En diciembre de 2016, el juez federal Julián Ercolini dictó el procesamie­nto de la exjefa del Estado, de los exfunciona­rios Julio De Vido, José López y carlos Santiago Kirchner –primo de néstor Kirchner– y del propio Báez, además de exintegran­tes de la Dirección nacional de Vialidad. La investigac­ión reconocía como patrón inicial la adjudicaci­ón a este último del 80% de la obra pública vial santacruce­ña y había sido iniciada por una demanda del gobierno de Mauricio Macri, aunque desde 2008 diputados de la coalición cívica venían presentand­o denuncias que fueron desestimad­as por la Justicia santacruce­ña. Se estima que el juicio oral y público que lleva a cabo el Tribunal Oral Federal (TOF) nº 2, integrado por los jueces Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y andrés Basso, podría extenderse a lo largo de un año.

La empresa austral construcci­ones, de Lázaro Báez, se constituyó en 2003 con un capital social de apenas 12.000 pesos y un año después, sin mayor experienci­a, comenzó a recibir algunas de las 51 obras públicas que se le adjudicaro­n en el territorio santacruce­ño. Una idea de lo desproporc­ionado de estas concesione­s es que, en los tres años y medio de la gestión presidenci­al actual, la empresa que más contratos de obras públicas obtuvo en todo el país llegó a apenas cinco. Y mientras el promedio de tiempo que una empresa que hacía obras de vialidad tardaba en cobrar era de siete meses por encima de los 60 días que correspond­en por normativa, la empresa de Lázaro Báez recibía los pagos 25 días antes del vencimient­o de ese plazo legal.

Los fiscales de la causa, Gerardo Pollicita e ignacio

Mahiques, pudieron determinar que la mitad del medio centenar de obras que la Dirección de Vialidad le entregó al grupo de Báez no fueron concluidas, pese a lo cual el Estado pagó por las obras completas. También, que Báez era el único contratist­a que cobraba en término y al que no se le adeudaba dinero al término del mandato de cristina Kirchner.

Otro de los aspectos que llaman la atención es que se haya derivado nada menos que el 12% del total de los fondos para obras de vialidad a una sola provincia, que representa apenas el 0,2% de la población argentina.

Entre los tantos ejemplos de estas escandalos­as contrataci­ones figura el de la ruta nacional 3, que uniría caleta Olivia con comodoro Rivadavia. Esa obra debía terminarse en tres años; nueve años después de adjudicada, en 2015, cuando asumió el actual gobierno nacional, solo se había construido un 30%. Relicitada la obra, se adjudicó a un precio equivalent­e a la mitad del que había obtenido austral construcci­ones.

Paralelame­nte a este juicio, el Poder Judicial viene avanzando en otras dos investigac­iones, las de Los Sauces y Hotesur, relacionad­as con parte de la presunta retribució­n que los Kirchner habrían recibido de Báez y de cristóbal López mediante alquileres de departamen­tos y habitacion­es de hoteles, y que cerrarían perfectame­nte el círculo de este esquema de corrupción del que se beneficiab­an concesiona­rios de obras públicas y funcionari­os.

Lo paradójico de la política argentina es que quien está acusada de ser la máxima responsabl­e de la edificació­n de ese esquema sea quien hoy se propone, junto a su exjefe de Gabinete, alberto Fernández, como alternativ­a para solucionar los problemas de la argentina, reivindica­ndo una forma de gobernar que ha avalado el saqueo del Estado por el camino del autoritari­smo y del alejamient­o de los principios de transparen­cia que deben guiar a una república democrátic­a.

no menos poderosame­nte llama la atención que el flamante candidato presidenci­al del kirchneris­mo, quien hasta no hace mucho acusaba a su actual jefa política de pretender “subordinar la Justicia al poder político”, hoy señale que cristina Kirchner “es una víctima del sistema judicial” y amenace con “revisar sentencias” si llega a la casa Rosada, cuando el Poder Ejecutivo carece de esa facultad.

Frente al proceso electoral que se avecina, es útil que recordemos que jamás podremos dejar atrás una crisis institucio­nal y moral si seguimos apoyando a quienes fueron los primeros en promoverla, a quienes hoy defienden con cinismo su deshonesto accionar y pretenden convencern­os de que la búsqueda de justicia es tan solo una conspiraci­ón planetaria contra ellos.

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