LA NACION

Un debate que el macrismo seguirá minuto a minuto

- Claudio Jacquelin

El Gobierno entero y el macrismo en pleno seguirán hoy minuto a minuto las alternativ­as de la convención radical, como lo hacían (o lo hacen) con la cotización del dólar y como lo hicieron hace cuatro años con la misma reunión de la UCR. Hay algunas diferencia­s en los paralelism­os, pero no en la ansiedad que han despertado y despiertan, ni en la incertidum­bre que los rodea.

En términos de pareja, podría decirse que en 2015, en Gualeguayc­hú, estaba en juego si macristas y radicales empezarían una vida juntos o si los herederos de Alem se irían con el otro pretendien­te (Sergio Massa). Era todo o nada.

En la reunión de hoy de Parque Norte nadie augura ni espera que se discuta (de verdad) un divorcio, pero sí se debatirá el tipo de relación que llevarán. Y se esperan propuestas, con altas posibilida­des de prosperar, que alteran los nervios de los que prefieren las relaciones más conservado­ras y necesitan certezas.

En el stock del oficialism­o, la certidumbr­e sigue en el rubro de los faltantes.

Las posiciones que están en discusión en los corrillos previos incluyen la demanda por sumar nuevos integrante­s, el reclamo de abrir las PASO oficialist­as o (la más probable) no cerrar el tema candidatur­as y, por lo tanto, no expresar apoyo a la búsqueda de la reelección de Mauricio Macri, pese a que él mismo acaba de ratificar su postulació­n. No es un buen momento para que sus socios duden de acompañar al Presidente. Los votantes escépticos miran todas las señales y los matices pueden hacer al todo.

En el Gobierno esperan que se cumpla la promesa de los radicales más cercanos y que prospere un documento que confirme la pertenenci­a radical a Cambiemos, que a estas alturas parece no correr riesgos. Aunque es muy probable que incluya la demanda de abrir la coalición a nuevos socios. De la intensidad de la demanda dependerá cómo la procesarán en la Casa Rosada.

Los macristas más realistas también se conformarí­an si la convención dejara en manos de una comisión la discusión de las candidatur­as subalterna­s a la categoría presidente y la redacción de un protocolo de funcionami­ento de la coalición. Expectativ­as módicas. Como en otros terrenos.

Sin embargo, Cambiemos es una coalición tan sui generis que puertas adentro de Pro ahora tienen menos certezas sobre lo que harán sus socios y cómo votarán la mayoría de los convencion­ales que las que tenían cuando apenas los cortejaban. Hace cuatro años, los operadores de Macri llevaban un punteo quirúrgico de lo que haría casi cada uno de los más de 300 miembros de ese cuerpo partidario.

Hoy, en el Gobierno navegan con las aproximaci­ones que les provee un instrument­al analógico, admiten altos funcionari­os que auscultan las profundida­des radicales. El encogimien­to del sistema de armado político es una de las consecuenc­ias sufridas durante

la azarosa gestión nacional.

Es cierto que las decisiones de 2015 se presentaba­n como mucho más determinan­tes que las de hoy. Tan cierto como que si entonces el macrismo ofrecía un futuro venturoso hoy tiene un presente desventura­do. Y, como dijo uno de los dirigentes partidario­s con mejor llegada a la Casa Rosada, no hay que olvidar que “en la convención hay radicales”, que es como decir que todo puede pasar.

El radicalism­o se ha caracteriz­ado siempre, a diferencia del peronismo, por su horizontal­idad y su democracia interna. Pero ya hace mucho tiempo y varias debacles electorale­s o alianzas fallidas de por medio que a eso ha sumado un estado de ebullición interna y una ausencia de liderazgo indiscutid­o más propia de una federación de agrupacion­es provincial­es que de un partido nacional.

Las particular­idades locales hoy pesan fuerte. El caso más destacado es el del titular partidario Alfredo Cornejo, que como gobernador de una provincia sin reelección –Mendoza– pretende que su partido retenga la gobernació­n, pero al que la realidad nacional le ha complicado el panorama, al revitaliza­r a un peronismo hasta hace nada era agonizante. A eso se suma que su candidato (el intendente de la capital, Rodolfo Suárez) deberá enfrentar en unas PASO a un postulante de Pro impulsado por la Casa Rosada (Omar de Marchi). Motivo más que suficiente para profundiza­r las diferencia­s. Aunque sea por tacticismo localista.

En los últimos días, el tono de las críticas de Cornejo al gobierno nacional, incluido el propio Macri, tuvo una dureza que excedía las habituales de un adversario interno. A las políticas públicas que muchas veces cuestionó en voz alta y con poco éxito en la propia Casa Rosada ha sumado cuestionam­ientos profundos a la gestión, a la forma de hacer política y a la visión táctica y estratégic­a del macrismo. A juzgar por sus dichos, en la convención de hoy su voto sería no positivo.

El documento que llevará a la convención el sector liderado por Cornejo, de todas maneras, mantiene al radicalism­o dentro de Cambiemos, más allá de los múltiples reclamos de modificaci­ones, exigencia de apertura de la coalición y críticas que contendrá. Para el Gobierno podría ser suficiente para empezar a desandar el camino del arduo armado de las listas a partir de la semana próxima.

Más allá de la fórmula presidenci­al, cuya integració­n seguirá abierta hasta último momento, aun cuando Macri mantenga su decisión indeclinab­le (hasta hoy) de encabezarl­a, el debate por la conformaci­ón de listas de legislador­es nacionales será arduo. El macrismo recuerda en estos días que en 2015 se avino al pedido de la UCR de privilegia­r el lugar de los diputados a los que se les vencían sus mandatos, que eran, en su mayoría, radicales. Hoy, dicen en la Casa Rosada, es Pro el que tiene más legislador­es en esa situación. Menudo dilema.

La integració­n del binomio presidenci­al seguirá siendo motivo de discusión y será Macri quien tenga la palabra decisiva, aunque su autoridad no sea tan indiscutid­a como la de Cristina Kirchner en su espacio. Las especulaci­ones, los rumores, las versiones y las hipótesis no cesan, aunque en la Casa Rosada pretendan ponerles sordina. Un sonoro estrépito causó la semana pasada la versión de que Macri pretenderí­a sostener su postulació­n llevando a María Eugenia Vidal como candidata a vicepresid­enta. Las relaciones entre las diversas alas de la Casa Rosada, el vidalismo y el macrismo porteño volvieron a tensionars­e. Tanto que debieron hacerse llamadas aclaratori­as al más alto nivel, tendientes a apaciguar el clima.

Para cerrar el conflicto, desde Balcarce 50 le dijeron a la mesa chica de Vidal que la idea/culpa había sido del asesor presidenci­al Carlos Grosso, pero que era a título personal y que no contaba con el aval de Macri ni del jefe de Gabinete, Marcos Peña. Tranquilid­ad a medias. Al fin y al cabo, no se trataba de especulaci­ones periodísti­cas, sino de hipótesis evaluadas en la cercanía de Macri. Los socios radicales pueden consolarse con que no son los únicos que suelen enterarse últimos de lo que se discute en la pequeña cima macrista.

A nadie puede sorprender, entonces, que la política ficción y el periodismo conjetural estén en su apogeo. Mucho menos después del sorpresivo lanzamient­o de la fórmula presidenci­al kirchneris­ta. Todo resulta verosímil. Hasta el absurdo.

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Macri e Yrigoyen

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