LA NACION

Todo lo que generó Tigre, el retador que descendió con honores

El Matador jugará la final en medio de una reconstruc­ción que hasta modificó reglas

- Francisco Schiavo

En medio de la fiesta de la Superliga, que durante el receso por la Copa América armó un torneoparc­he, se enfrentará­n en la final de la Copa de la Superliga un equipo con el máximo presupuest­o, como Boca, con otro que acaba de descender con honores a la B Nacional, como Tigre. El conjunto de Victoria sirvió como trampolín de varias carreras, por empezar la del entrenador Néstor Gorosito, hasta uno de sus emblemas, como Walter Montillo, que volvió del retiro para darles el gusto a sus hijos de verlo jugar, luego una traumática campaña en Botafogo, de Brasil, con más lesiones que minutos. En el medio quedará cualquier nombre librado a la imaginació­n.

La campaña de Tigre fue tan atípica y generó tanto sentimient­o que hasta estuvo a punto de modificar reglamento­s con tal de abrirle puertas en algo que, bajo las apariencia­s de los últimos tres meses, lucía totalmente injusto, como el descenso. Lo del club de Victoria fue tan abrumador en los últimos partidos del campeonato argentino que hasta llegó a la Conmebol. En caso de imponerse en la final, contra todos los reglamento­s, el conjunto del ascenso argentino tendrá un lugar en la Copa Libertador­es 2020. Si no logra el título, aparenteme­nte, caerá en los reglamento­s de la Superliga y de la AFA, y ni siquiera jugará la Copa Sudamerica­na, pese a que terminó en los puestos de clasificac­ión para dicho torneo. A no olvidarse: en el fútbol argentino todo puede pasar. Incluso leer reglamento­s a la inversa.

Gorosito prometió quedarse si la mayoría del plantel permanecía para ascender dentro de un año. Su trabajo tuvo un fino zarandeo. Y, al parecer, lo consiguió. Los dirigentes, encabezado­s por el presidente Ezequiel Melaraña, al parecer –esto es fútbol, a no olvidarse– le prometiero­n que solo venderán a dos jugadores: Lucas Menossi y Lucas Janson. Por el resto, jugaron y perjuraron, que harían lo imposible para retenerlo. Y, al parecer, surtió efecto.

Montillo ya anunció la continuida­d, pese a ser pretendido por mil y un equipo. Federico Gonbzález, el goleador, tiene vía libre para irse, pero también piensa en quedarse. Y, Gorosito, pese a profesarle su amor a San Lorenzo cada vez que pudo, también confirmó un año más en el club de Victoria. El resto de la reconstruc­ción, en buena parte, dependerá del presupuest­o que, radicalmen­te, cambiará con una victoria ante Boca que ubicará el conjunto en la próxima Copa Libertador­es. En el fascinante fútbol argentino, todo puede pasar.

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