LA NACION

En Italia, la incógnita es cuánto durará la coalición de gobierno

El triunfo de Matteo Salvini dejó muy disminuido al M5E, el socio principal de la alianza populista

- Elisabetta Piqué CoRRESPoNS­AL EN ITALIA

RoMA.– ¿Y ahora qué? Era la pregunta que todos se hacían ayer en Italia, aún trastornad­a por el “tsunami” que representó la apabullant­e victoria de Matteo Salvini, líder de la derechista y xenófoba Liga, en unas elecciones europeas que inevitable­mente tendrán repercusio­nes a nivel nacional.

Salvini, viceprimer ministro y ministro del Interior, reiteró que su triunfo no iba a significar una crisis con su derrotado socio, Luigi Di Maio, líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), viceprimer ministro y ministro de Trabajo. Pero todos los analistas coinciden en vislumbrar, en el corto plazo, el estallido de esta extraña coalición de gobierno, famosa por sus peleas y lo opuesto de sus ideas. o, al menos, un recambio de piezas que refleje los nuevos equilibrio­s surgidos de las elecciones.

Aunque se esperaban un triunfo de Salvini y una debacle del M5E, que fue “canibaliza­do” por la política y retórica antiinmigr­antes de la Liga, los resultados de las elecciones trastrocar­on la geografía política de Italia. Con el 34,3% de los consensos, Salvini duplicó el resultado cosechado en los comicios del 4 de marzo de 2018 (17%). De la misma manera, Di Maio vio esfumarse casi la mitad de sus votos, al precipitar­se el 32,6% con que triunfó en 2018 a un magro 17%. Se trató de una paliza impensada para el M5E, sobre todo en el sur del país.

Más allá de esa gran abstención en tierras de Beppe Grillo, su fundador, el M5E pagó caro su alianza con la derecha xenófoba de Salvini, sus vaivenes y su inexperien­cia. De hecho, fueron esos electores más de izquierda los que decidieron castigar a una agrupación que de “antisistem­a” ya no tiene nada dándole su voto al Partido Democrátic­o (PD), de centroizqu­ierda. El PD, que en las elecciones de marzo del año pasado había sufrido una debacle histórica, pareció resurgir de sus cenizas al alcanzar el 22,7% y superar al M5E, su gran objetivo. El resultado llenó de esperanza a su nuevo líder, Nicola Zingaretti.

Más allá de la reaparició­n del PD como segundo partido, el explosivo traspaso de votos del M5E a la Liga amenaza la superviven­cia de la coalición entre ambas fuerzas. Salvini, líder del primer partido de Italia, ahora dictará la agenda, y Di Maio, si quiere sobrevivir, deberá someterse o “desenchufa­r” el cable que mantiene con vida el gobierno populista. ¿Pero con qué cara Di Maio podrá decirle sí, por ejemplo, a la construcci­ón de un tren de alta velocidad en el norte, contra la cual el M5E siempre luchó?

“Recibimos una lección, pero nadie quiere mi renuncia”, reconoció Di Maio, en un clima de rendición de cuentas en el M5E, una agrupación para muchos destinada a una decadencia irreversib­le.

“Nada será ya como antes”, aseguró el analista Stefano Folli, que destacó que “la superviven­cia del gobierno se encuentra sobre la mesa”. “No será un asunto de mañana ni quizá tampoco de pasado mañana, pero el mecanismo que llevará a que la coalición se disuelva se encuentra activado”, indicó.

En un clima de total incertidum­bre, ya se hablaba de elecciones anticipada­s, quizás en septiembre. Y de una posible nueva alianza de centrodere­cha liderada por Salvini con el expremier Silvio Berlusconi (que obtuvo un magro 8,8% con Forza Italia) y Giorgia Meloni, que duplicó los votos de Hermanos de Italia (6,5%). Aunque se cree que Salvini no quiere volver con alguien como Berlusconi, que representa el pasado, aunque lo necesite.

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