LA NACION

Con 69 años y dos trasplante­s de hígado, entrena 40 km por semana

A través de charlas, el atleta Alberto Domínguez busca que más personas se anoten como donantes

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Alberto Domínguez dice que nació tres veces. La primera, el día en que llegó al mundo, un 5 de agosto de 1949. Las otras fueron en 1995 y en 2015, cuando fue trasplanta­do del hígado por primera y segunda vez. Hoy, a los 69, este atleta entrena 40 kilómetros semanales y es una leyenda en el ámbito de los deportista­s trasplanta­dos de la Argentina.

“Siento que debo luchar por los que están en lista de espera”, asegura Alberto, quien con su historia busca generar conciencia sobre la donación de órganos, dando charlas en escuelas, polideport­ivos, hospitales y otras institucio­nes. Aunque ganó decenas de trofeos y medallas, sostiene: “La mejor dorada es cuando hay una persona trasplanta­da”.

En su casa de Don Torcuato, recuerda que tenía 40 años cuando una hepatitis B golpeó súbitament­e su vida. Seis años después, la misma enfermedad tocó nuevamente a su puerta. “La única solución es un trasplante de hígado”, sentenciar­on los médicos. A lo que Alberto respondió con convicción: “Me voy a trasplanta­r y voy a vivir”.

Estaba acostumbra­do a los golpes de la vida. Se crio junto a sus 12 hermanos en un ranchito del campo cordobés y desde los ocho años ayudaba a su padre a paliar la arcilla que debían cargar en los vagones del tren. En 6º grado dejó la escuela.

Un arduo recorrido

El camino al primer trasplante no fue fácil. En aquel entonces pesaba 150 kilos y era un paciente de alto riesgo. Como no tenía obra social, el Centro Único Coordinado­r de Ablación e Implante Provincia de Buenos Aires (Cucaiba) se ocupó de su caso y se internó en el Hospital Favaloro a la espera del órgano, acompañado por Concepción, su esposa. Sus tres hijos quedaron a cargo de la gomería familiar.

Cuando se cumplió el año y medio de internació­n, llegó el tan ansiado hígado. La generosida­d de una familia de Córdoba que había decidido donar los órganos de su hijo fallecido, le daba a Alberto, a sus 47 años, la posibilida­d de seguir viviendo. Después de 18 horas de cirugía y dos semanas más en el hospital, estaba en su casa.

Poco a poco comenzó a hacer actividad física. En su juventud había sido un gran deportista. Bajó más de 60 kilos en seis meses y un día escuchó que había competenci­as de trasplanta­dos en el Centro Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo (Cenard). No dudó en anotarse: ese fue el comienzo de una gran pasión que cambió su vida y lo llevó a competir a nivel nacional e internacio­nal.

En 2013, al poco tiempo de participar en los juegos mundiales para trasplanta­dos de Sudáfrica (donde se consagró campeón de los 400 metros), sufrió una recaída. Luego de una segunda larga espera, en 2015 y con 66 años, se produjo el segundo milagro.

Hoy su sueño es poder representa­r a nuestro país en las competenci­as para trasplanta­dos que tendrán lugar en 2020 en Newcastle, Inglaterra. Sabe que será su último mundial y debe costear los 2500 dólares que cuesta todo el viaje. Por eso está vendiendo rifas a 50 pesos. Los interesado­s en colaborar pueden comunicars­e al (011) 15-62317-453.

“Voy a seguir así hasta que cierre los ojos. La gente me pregunta: ‘¿Cómo hacés para entrenar cuatro veces por semana? ¿No te cansás?’ Ellos no saben por qué lo hago, que es para sumar mi granito de arena para ayudar a los que están sufriendo y pasando por lo que yo pasé”, confiesa conmovido.

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Cecilia zolezzi Alberto Domínguez (70 años) posa junto a algunas de las medallas que ganó

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