NINGÚN SMARTPHONE PODRÍA LLEVAR HOY AL HOMBRE A LA LUNA
La computadora de las naves Apollo no solo era muy avanzada, sino también a prueba de fallas
Existen un par de mitos muy arraigados respecto de la computadora de navegación de las misiones Apollo, o AGC, por sus siglas en inglés. El primero, que era una sola. Segundo, que era muy primitiva.
Las naves Apollo llevaban en realidad cuatro computadoras: el piloto automático del cohete Saturno V; las dos de navegación (una en el módulo de comando y otra en el módulo lunar), y una más para abortar el alunizaje, en caso de necesidad.
La más conocida es la AGC. Sus especificaciones finales fueron estas: 2000 palabras (de 16 bits) de lo que hoy llamaríamos RAM y 36.000 de memoria fija (para programas y demás). El precio llegó a ser de medio millón de dólares cada una. La NASA autorizó la construcción de 75 AGC y 138 tableros de control (llamados DSKY, por display and keyboard; se pronuncia “disquí”). Cincuenta y siete AGC y 102 DSKY fueron de la segunda generación, o Bloque II; es decir, la que llevó a los primeros hombres a la Luna (https://history.nasa.gov/computers/Ch2-5.html).
Suelen hacerse pintorescas comparaciones entre la AGC y digamos, un iPhone. Es cierto, un smartphone promedio tiene alrededor de un millón de veces más espacio de almacenamiento y de RAM que la AGC. Pero esta es solo una foto fuera de foco, y alimenta el segundo mito.
La AGC no solo era un milagro de la miniaturización, sino que fue una de las primeras computadoras que resolvían problemas en tiempo real. Tenía, por otro lado, la capacidad de priorizar tareas y darles más tiempo de cómputo a las que fueran críticas (hoy llamamos a esto multitarea prioritaria), e incluso era incapaz de colgarse. Pídanle eso a un celular.
Pero hay algo más. Ni el smartphone más costoso y avanzado podría haber llevado a los primeros hombres a la Luna, porque sus memorias
se habrían freído a causa de la radiación cósmica. Fue idea del argentino Ramón Alonso (https://www.lanacion.com.ar/1240769) usar lo que se conoce como “memoria soga”, en la que los bits están –literalmente– tejidos con cables de cobre y anillos de hierro.
En total, lejos de ridiculizar a la AGC comparándola con dispositivos del siglo XXI, hay que admirar sus características prodigiosas. No solo guio a las naves Apollo sin fallas estrenando tecnologías pioneras (chips; acceso directo a memoria; multitarea prioritaria; interrupciones de hardware; máquinas virtuales), sino que lo hizo hace medio siglo y en el ambiente más hostil que conocemos: el espacio exterior. Lo único que le faltaba era tener WhatsApp. Ah, y pantalla táctil.