Es diseñadora y libra una batalla contra el uso de plástico descartable
Dafna Nudelman lleva su propio recipiente cuando compra comida; por las redes difunde alternativas a este material que tarda hasta 500 años en degradarse; busca reducir el volumen de basura en los mares
En la cartera de la diseñadora Dafna Nudelman siempre hay un táper. No solo eso: también hay una botella para cargar agua, un juego de cubiertos de madera y un sorbete de metal. Cuando quiere comer algo rico, sale de su casa, en Almagro, y camina hasta la heladería de la vuelta, donde ya la conocen por su apodo: “La loca del táper”. Así la bautizaron la primera vez que, en mayo del año pasado, puso su propio táper sobre el mostrador y pidió un cuarto de dulce de leche granizado, chocolate y granizado. El heladero la miró desconcertado, pero cuando ella le explicó el motivo, accedió a su pedido.
“Un día me empezó a parecer ridículo que cada vez que iba a la heladería volvía con un potecito de telgopor, que es un material plástico y difícil de reciclar. Entonces decidí llevar mi propio contenedor”, cuenta.
No pasó mucho hasta que Nudelman se convirtiera en “La loca del táper” en las redes sociales. Su cuenta en Instagram (@lalocadeltaper) hizo furor. Tiene casi 20.000 seguidores. “Soy una antiinfluencer, porque lo que propongo es consumir menos. Soy una activista del no. Mi eslogan es: ‘Si es descartable, no gracias’. El táper siempre va conmigo. A veces vacío, otras veces, lleno. Si un día me quiero comprar comida, tengo la forma de evitar la bandejita de plástico”, explica.
Su militancia se inscribe tanto en la lucha contra el plástico de uso único como en el desafío de la basura cero. El primer blanco son los materiales descartables y de un solo uso: primero fueron las bolsas de supermercado; después, los sorbetes que se prohibieron en Pinamar, Mar del Plata y también en la ciudad de Buenos Aires. Y ahora la mira está puesta en las botellitas individuales.
¿Por qué el mundo pone en jaque al plástico de un solo uso? Para reducir la enorme cantidad de basura que llega a los océanos: unas 600.000 toneladas al año. Y más del 80% de la basura de los mares es plástico. A este ritmo, según estimó recientemente el Foro Económico Mundial, para 2050, en el mar habrá más plástico que peces. Cada argentino usa unos 43,2 kg de plástico por año, según datos del sector, y solo el 24% de estos residuos domésticos se reciclan posconsumo.
La lucha de Nudelman empezó en 2010, cuando estudiaba Diseño en la Universidad de Buenos Aires y formó parte del proyecto FADU Verde, que consistió en reciclar apuntes, maquetas, cartones y todos los materiales que rodean al estudio de las carreras. En noviembre próximo viajará a Shenzhen, China, para participar del proyecto Unleash, que es un laboratorio de innovación global y que reúne a personas de todo el mundo para transformar 1000 ideas personales en cientos de iniciativas, y construir redes globales duraderas en torno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ella representa al país en el objetivo “Consumo responsable”.
Siempre le hacen la misma pregunta: ¿no puede reciclar? “Sí y no. Es un mito. Apenas el 9% del plástico a nivel mundial se recicla. Es una ilusión que creamos para no sentir culpa. El mejor residuo es el que no se genera”, insiste.
El cambio de hábitos llegó de a poco a su vida y se fue expandiendo a las distintas áreas. En el baño de su casa, el champú es en barra y el cepillo de dientes, de bambú. Y detergente natural hecho en casa: para desengrasar usa agua y vinagre, que dice es su limpiador universal. Para lavar otro tipo de vajilla, disuelve jabón blanco en una botellita. Al vinagre, le agrega cáscaras de cítricos y afirma que la limpieza y desinfección sea total, sin contaminantes. Para poner el lavarropas también tiene opciones, según cuenta en los videos y posts de su Instagram: el jabón es de los que se compran y se rellenan, ella elige una empresa que usa materiales biodegradables. Tiene su compostera, en la que recicla sus residuos orgánicos con lombrices californianas. Pero todos esos cambios no llegaron de la noche a la mañana.
Para evitar el plástico hay que tener siempre la guardia alta, dice. A la verdulería, por ejemplo, Nudelman lleva sus propias bolsas de tela para evitar las bolsas pequeñas que se usan para cada tipo de verduras o frutas. “En Buenos Aires se instaló el uso de la bolsa reutilizable gracias a la ley. Pero lo cierto es que todos tenemos un ejército de bolsas que reutilizamos y está mal porque significa que no las estamos volviendo a usar. Si las coleccionamos es peor, porque la huella de producción es mayor que la de una bolsa tradicional”, dice.
La reacción ante el no de Nudelman es dispar. Por un lado, cuando dice que no quiere la bolsa o el vaso plástico, algunos vendedores se la quedan mirando, como diciendo “pero es gratis”. Como si lo descartable fuera un derecho adquirido. Pero también es una buena oportunidad para conversar con otros clientes que le preguntan por qué. “Al principio me preguntaban si era más económico. Ahora, muchos entienden a qué apunto y les da una idea para hacer lo mismo”, agrega.
“No demonizo el plástico. Es un material que nos trajo mejoras en muchos aspectos. Hay usos específicos. Lo que yo pido es por favor no más plásticos descartables. En todo lo que es salud, en jeringas, en materiales estériles, en cuestiones que interviene la bromatología no se debe prescindir del plástico. También en esto se está avanzando y se están desarrollando plásticos biodegradables. Pero los plásticos que se usan para la salud deberían ser la última batalla que libremos”, explica. Pero es un material que dura 400 a 500 años. Es decir que los primeros plásticos todavía no se llegaron a degradar. Es más, si Colón hubiera traído vasitos plásticos en las carabelas, todavía seguirían en América. En un microsegundo en la historia de la humanidad, llenamos el planeta de plástico. En la exploración del océano más profundo, encontramos plástico y en la cima de la montaña más alta, también. Esta es una crisis de magnitud enorme. Pero tenemos que empezar a cambiar toda esta comodidad que nos trajo el mercado”, asegura.
Dafna Nudelman
diseñadora “Soy una
antiinfluencer, porque lo que propongo es consumir menos. Soy una activista del no. Mi eslogan es:
‘Si es descartable, no gracias’. El táper siempre va conmigo. A veces vacío, otras veces, lleno. Si un día me quiero comprar comida, tengo la forma de evitar la bandejita de plástico”
“No demonizo el plástico. Es un material que nos trajo mejoras en muchos aspectos. Hay usos específicos. Lo que pido es por favor no más plásticos descartables. En todo lo que es salud, en jeringas, en materiales estériles, en cuestiones que interviene la bromatología no se debe prescindir del plástico. También en esto se está avanzando y se están desarrollando plásticos biodegradables”