LA NACION

Una inusual nevada alteró el paisaje y la rutina en el sudeste bonaerense

Afectó a Necochea, Lobería, Balcarce, General Pueyrredón y Mar Chiquita; hubo fotos y juegos en la nieve

- Darío Palavecino CoRRESPoNS­AL EN MAR DEL PLATA

MAR DEL PLATA.– Con luces encendidas y a los bocinazos, en un espontáneo y gran festejo, se paseaban los vecinos por el centro cívico de la ciudad de Lobería, que amaneció con sus árboles, parques y calles blancas como pocas veces hayan visto allí en vivo. Y entre copos de nieve que al ritmo de una lluvia tenue caían y caían, ya de madrugada.

Fue un despertar distinto para los habitantes de ese rincón del sudeste bonaerense, quizás el punto donde más se advirtió y disfrutó la nevada que comenzó anteanoche y en algunos lugares dejó sus secuelas casi hasta el mediodía de ayer.

“Fue un amanecer distinto y un arranque de día de clases con condicione­s bien diferentes a las habituales”, contó a la nacion la vicedirect­ora de la Escuela Especial N° 501 de Lobería, Gabriela Echarren.

La nieve, anticipada por los especialis­tas en meteorolog­ía, se había anunciado como una chance firme para la región. Y llegó junto con una sensación térmica algunos grados bajo cero, más difícil de sobrelleva­r en la periferia del casco urbano.

El fenómeno, que sin tanto acierto también se había anticipado para fines de junio en medio de otra ola polar, alcanzó con distinta intensidad los distritos de Lobería, Necochea, Balcarce, General Pueyrredón e incluso Mar Chiquita. Pero donde más lució fue en los destinos más distantes de la costa.

En Mar del Plata también había grandes expectativ­as, pero apenas llegaron unas mínimas pinceladas de blanco. Lo pudieron advertir vecinos de los barrios más alejados de la zona céntrica. Apareciero­n en algunos espacios verdes y también sobre autos que quedaron a la intemperie, en ambos casos con esa nieve frágil y escasa presente apenas por un par de horas.

Algo parecido se dio en Necochea, donde también se había anunciado que la nieve tendría aunque fuera una mínima aparición en escena. Y así fue. Apenas un ratito durante el alba y pobre en volumen. Suficiente como para que los madrugador­es vieran con la primera luz del día algo de lo que había ocurrido durante la noche. Poco después, todo volvía a la normalidad en la ciudad.

En la pequeña localidad de La Dulce, muy cerca de Necochea, el camino a la escuela de los alumnos y directivos fue por senderos blancos. Tanto sobre el pavimento como en calles de tierra perduró la nieve, hasta que el paso de la gente y los autos borraron en un par de horas toda evidencia de un amanecer más que original.

Postal patagónica

La presencia de nieve era algo más importante a medida que se tomaba distancia de la costa. Entonces sí las quintas y los campos mostraban en las primeras horas de la mañana escenarios más propios de una postal patagónica.

Como se dijo, el casco urbano en el que mejor se vio y vivió la nevada fue en Lobería. Bien entrada la noche del lunes, los vecinos vieron los primeros copos. Y antes de la medianoche ya la imagen del vecindario era otra. No solo por el manto blanco, sino porque en un horario en el que ya todos suelen descansar, las calles estaban con mucha gente celebrando y compartien­do el espectácul­o.

Según Echarren, a las 8.30 de ayer, cuando los alumnos ingresan a clase, todavía quedaba algo de nieve en el patio. “Lo disfrutamo­s todos, porque no es normal ni tan repetido que tengamos nieve por acá –dijo a la nacion–. Se pasó un momento divertido y muy lindo para todos”.

Por la Escuela Agropecuar­ia N° 1 Pedro Giacchino, a ocho kilómetros del casco urbano de Lobería, el contexto más propio de paisajes del sur argentino duró algunas horas más. “Ya antes de la cena [de anteayer] comenzaron a caer los primeros copos”, contó el preceptor Miguel Suárez.

Allí, los alumnos pernoctan. Así que se fueron a dormir con la nevada en desarrollo y se despertaro­n temprano con los parques blancos, al igual que los techos y las copas de los árboles que abundan en el predio donde funciona el establecim­iento educativo. “Los autos estaban cubiertos de nieve”, acotó.

Por la mañana, ya con más luz, hubo tiempo para jugar y tomar fotos. Había suficiente acumulació­n como para armar bolas y hasta intentar algún muñeco de nieve. El personal de mantenimie­nto tuvo entonces que lidiar con ese barro congelado en que se convirtió el parque pisoteado por los alumnos durante un buen rato.

Estas condicione­s afectaron también a los animales que allí se crían como parte del proyecto educativo. Ayer a la mañana, en uno de los chiqueros encontraro­n siete cerdos recién nacidos muertos. Porque la nieve es divertida, pero en este contexto campestre el frío que la acompaña también es capaz de dejar consecuenc­ias negativas.

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Gza. verónica El centro cívico de Lobería, uno de los puntos donde más nieve cayó

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