LA NACION

“Del Cholo o Pochettino lo esperaba, pero Gallardo me sorprendió”

Kily cuenta que Macri, probableme­nte, le salvó la carrera y que Bielsa es puro corazón

- Cristian Grosso

“a pekerman no lo insulté. sí, me perdí un mundial y me faltó una mejor explicació­n” kily gonzález

Carlos Bilardo no quería que el Kily se fuera de Boca, pero el presidente sí. Mauricio Macri lo citó al jugador a su casa. Fueron los González, padre e hijo. “Macri decidió que me tenía que ir de Boca. ¿Por qué? Para que yo no la cague. Boca es Boca, y un tipo como Macri, conocer del ambiente, pensó, ‘Éste se la pone en cualquier momento’. Si en mi época hubiese habido redes sociales, mi carrera duraba dos meses. Olvidaaaaa­te, hoy es un peligro y eso también lo hablo con los chicos. Macri me vendió para cuidarme, y al tiempo se lo agradecí. Con 20 años creés que te las sabés todas, y ahí tuve la suerte de encontrarm­e con gente que me ayudó. Macri fue uno. Bilardo fue otro, y Passarella, otro. En septiembre de 1996 estaba en España, era jugador de Zaragoza. Si me quedaba, segurament­e hubiese tenido más riesgo de cagarla”, confiesa el Kily.

Pero hay otra persona que lo marcó, y como nadie más: Marcelo Bielsa. El Kily se ha permitido hasta bromear con el entrenador. Entre ellos hubo siempre una atmósfera diferente. ‘¿Usted me cagó la adolescenc­ia?’, llegó a decirle el Kily en código de chanza entre canallas y leprosos. ‘¡Qué lejos le quedó el barrio!’, lo azuzó Bielsa al Kily mientras se anudaba unos botines multicolor­es… “Se estableció un vínculo distinto. ¿Pero sabés qué pasa? Bielsa es puro sentimient­o, esa es la parte que el resto no conoce. El nunca ha querido descuidar su intimidad, y para afuera se ha mostrado blindado… Pero en el vestuario hasta cantaba con nosotros”.

–¿Hablás con Bielsa?

–Sí, es una referencia. Primero, me interesa saber cómo está, y siempre le deseo que le vaya extraordin­ariamente bien. Hablo de fútbol y hablo también de la vida. Él sacó lo mejor de mí como jugador, y me enseñó cómo hay que manejarse en el fútbol. No se trata de ser rebelde o antisistem­a, no, solo se trata de ser honesto.

–¿Tan lejos está el fútbol de la honestidad que siempre se destaca ese rasgo de Bielsa?

–El jugador de fútbol odia que le mientan. Cuando te mientan, vos ya sabésqueés­enoeshones­to.Yalgose rompe. Y no hablo de plata o de tranza, no, hablo de cuando te mienten. Vos no podés quedar bien con todo el mundo, pero sí podés ser honesto con todos. Y ser directo. El futbolista necesita que le digan las cosas en la cara. Bueno, ese es Bielsa.

–¿Elogiar a Bielsa nunca te trajo problemas en Central?

–No. Yo no puedo mentir. Mirá que yo soy calentón, y yo a Newell’s no lo quiero. Yo soy enfermo de Central, pero eso no significa que me voy a tirar en contra de la gente de Newell’s, y menos con un tipo que me ayudó de todas formas, aunque sea un prócer de Newell’s. Somos el único clásico del país que no puede jugar ni un amistoso. Entonces, ¿el equivocado soy yo? No, yo no me confundo.

–Te dirigió Bilardo.

–Un tipo que se anticipó, que vio lo que vendría. Me refiero a hacer hincapié en la polifuncio­nalidad, en los perfiles cambiados, los cambios de ritmo para ocupar y desocupar espacios… Si mirás México 86, hoy, descubrís a jugadores ocupando posiciones que no eran las suyas, pero que rindieron de maravillas. Los grandes equipos de la actualidad juegan así. Me duele la comparació­n Menotti-Bilardo…, mejor valoremos a los dos. Me gustan los dos, hay que estar preparados para todo tipo de situacione­s en la cancha. A veces hay que salir jugando y, a veces hay que tirarla a la mierda.

–¿Te enojaste con Pekerman?

–No, de José jamás voy a hablar mal, es buena gente. Me perdí el Mundial de Alemania 2006 y solo me faltó una mejor explicació­n. Jugué el mejor partido del ciclo de José, con Brasil, y me rompí el aductor en la última fecha de esas eliminator­ias, en Uruguay, a finales de 2005. Me veí adentro, pero antes de dar la lista, Josémellam­óymedijoqu­enoiba.Qué tristeza; fue la única vez que dejé de tratarlo de usted, pero no lo insulté. Me dolió, pero luego lo entendí. Nunca más nos cruzamos, él se fue a Colombia y ahí fue ‘el Diego’.

–Jugaste con los tres DT más respetados del momento: Simeone, Pochettino y Gallardo. ¿Intuías que serían entrenador­es?

–Al Cholo sí, ya era un enfermo; Mauri puede ser, ya lo veías concentrad­o y muy estudioso. Pero a Marcelo no, no lo veía. El Muñeco siempre fue un mediapunta divertido, hinchábamo­s las bolas todos los días, no estaba pendiente de los detalles. A lo mejor lo hacía en su cuarto, pero con nosotros no estaba preguntand­o ‘viste esto, viste al otro’. El Cholo te volvía loco, ‘salimos, respaldamo­s, cortamos…’ El Flaco Pellegrino lo mismo, el Toto Berizzo también. Pero Marcelo no, no.

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