LA NACION

Dakillah, la revelación del trap que siempre quiso cantar tangos

Invitada al festival por el Quinteto Negro La Boca y al ciclo del trío Aura en Circe, explora nuevos territorio­s rítmicos

- Gabriel Plaza

“De chica flasheaba con cantar tango”, dice Dakillah, y la frase encaja con el entorno que la rodea. En la pared de la esquina hay una pintada que dice “Ciudad ATR”. De fondo se eleva el puente de hierro transborda­dor Avellaneda. El aire es viscoso, con olor a petróleo. Un grupito de chicos cubren sus cabezas con sus capuchas para esconderse del frío. El perfil de la rapera se recorta en esa escenograf­ía urbana con una naturalida­d intrínseca.

A los diez años, Dakillah se ponía a jugar con las pistas de tangos clásicos que encontraba en YouTube. “Fue una de las primeras cosas que canté para poder encontrarl­e mi onda al canto antes de conocer el rap”. Habla de un abuelo aficionado al tango que le contagió su amor por el género. Hay un encuentro subliminal con esa música que cantaba antes de entrar al mundo del hiphop, a los doce años. Las bases de trap, dance hall y reggaetón potenciada­s por el flow con identidad y rimas pobladas de jerga local podrían sonorizar perfectame­nte el ritmo de estas calles de La Boca.

“Tengo algo medio tanguero –reconoce–. Mi voz es muy grave y el tango siempre me quedó cómodo”. A los 19 años, Dakillah es una de las revelacion­es del trap, un universo aparenteme­nte distante del tango. A partir de la popularida­d de “Oro negro” y “Actitud”, con millones de visitas en YouTube, la artista finalmente capitalizó todas las horas improvisan­do rimas en las plazas junto a pibes que la doblaban la edad. “Me tuve que hacer fuerte porque era una de las pocas mujeres entre muchos hombres. Me tiraban cualquiera. Lo que canto sale todo de ahí. Es una catarsis de lo que me pasa”.

En dos años, tras ser fichada por Sony Music, el ascenso de la artista fue rápido. “Jamás se me cruzó por la cabeza que esto podía ser una profesión. Empecé jugando. Yo solo quería cantar bien”.

Morena Jabulij se crio en un hogar de clase media de la zona norte con mujeres fuertes, como su madre y su hermana, que siempre quisieron cantar. “Ninguna se dedicó profesiona­lmente. Pero mi mamá se la pasaba cantando y mi hermana también. En mi casa siempre se escuchó mucha música”.

Será por su oído atento y la diversidad de sonidos que alimentaro­n su ADN musical que hay un pulso diferente en el desarrollo artístico de Dakillah, una necesidad de moverse y buscar otras aristas musicales. “Debe ser porque siempre escuché un montón de música, de Nina Simone a Amy Winehouse, y no tengo prejuicios. Me interesa descubrir cosas nuevas”.

Por eso, cruzó toda la ciudad para venir a La Boca y ensayar con sus nuevos camaradas musicales del Quinteto Negro La Boca. Cosas del destino, Dakillah regresa a ese primer amor del tango. Con el quinteto actuará pasado mañana, a las 18, en la sede de la Usina del Arte, en el Festival de Tango. Ese cruce urbano forma parte de un trabajo de experiment­ación que viene desarrolla­ndo el grupo. Con Dakillah compartirá­n tres canciones con un corte más tanguero y un freestyle en el clásico “Desencuent­ro”. “Es lindo cruzarse con gente de otra generación y es todo un desafío, porque son lenguajes diferentes”.

Un día antes compartirá escenario con el trío Aura, que dirige Popi Spatocco, arreglador y pianista de Mercedes Sosa, en el ciclo que realizan los viernes de agosto en Circe (Córdoba 4335). El músico dice que Dakillah tiene algo distinto dentro de los raperos de la nueva generación. “Es muy versátil –sostiene Popi–. Tiene un gran capacidad de improvisac­ión y una musicalida­d gigante. Y además tiene mucha curiosidad por explorar otros horizontes. Es muy artista ella”.

En el escenario, Dakillah es como una guerrera, y su flow puede ser dulce y asesino. Muchas de las cosas que le pasaron en la vida están en su música. “Mis canciones son como un diario personal. Ahí está todo lo que me pasa”. En “Actitud” se define así: “Viviendo un estilo de vida como cualquiera/ no me como las historias de minas que por ser minas pueden ser raperas”. En su último single, “Luna”, habla de salir de fiestas. “Hubo una época que fue así. Ahora estoy más tranqui”.

Dentro de ese mundo adolescent­e aborda temas más difíciles, como las relaciones abusivas en “Solo quiero bailar”. En el video aparece maquillada con un hilo rojo que le sale de la nariz. Dakillah cuenta su historia en primera persona. “Yo pasé por eso. Estuve con alguien que cuando le agarraba la locura nadie lo paraba. No estoy vendiendo una imagen. Esto me pasó y está bueno que lo sepan otras chicas de mi edad, así nadie les dice que no valen por lo que son. En la canción les digo que si están en una relación así salgan de ahí y que esa persona las está haciendo mierda”.

Dakillah no suena como una adolescent­e. Su canción de trap se parece más a un tango.

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Santiago vivacqua / archivo La rapera actuará en la Usina del Arte

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