LA NACION

Lazo interno Martínez Quarta describe a River como “una familia”; la influencia de Gallardo y la pertenenci­a

El defensor destaca la unión del plantel a partir del liderazgo que ejerce Gallardo y dice que hay que vivir los momentos: “Podés estar arriba y después abajo. Hay que saber disfrutar”

- Texto Juan Patricio Balbi Vignolo | Foto Ricardo Pristupluk para la nacion

Año 2015: debutó en la Reserva, firmó su primer contrato, fue al banco con la primera y se fracturó el peroné de su pierna derecha. Año 2016: se enteró que iba a ser padre con su novia Agustina durante una pretempora­da con la Reserva, debutó oficialmen­te en River y jugó como titular la final de la Copa Argentina, su primer título. Año 2017: nació su hijo Bautista, se afianzó como titular, marcó su primer gol, brilló en un superclási­co y fue sancionado por siete meses por un extraño doping. Año 2018: volvió a jugar tras la suspensión, luchó por un lugar desde atrás, nació su hija Mía, fue titular en la primera final de la Copa Libertador­es ante Boca, conquistó el título más soñado y conoció a su referente Sergio Ramos en el Mundial de Clubes.

De película. Frenética. Intensa. Así es la vida de Lucas Martínez Quarta. Tiene 23 años, 75 partidos en primera, seis goles, cinco títulos y una expulsión. Pero su espalda es mucho más grande de lo que muestran los números. Y su cabeza siempre busca encontrar la pausa justa. “En el fútbol todo es muy rápido, por eso trato de disfrutar cada día. Lo que vendrá, se verá. Hoy estás arriba y después estás abajo. El clic que hay que hacer es poder disfrutar”, reflexiona el defensor en diálogo con la nacion.

Martínez Quarta nació en Buenos Aires, pero a los dos años se mudó a Mar del Plata por el trabajo de su padre. A los cuatro comenzó su vínculo con el fútbol: Jorge Olguín, su profesor, lo vio en el jardín y le dijo a su mamá que lo llevara al Club Urquiza porque iba a ser futbolista. Allí inició su camino, luego pasó por Argentinos del Sud y Kimberley, hasta que River lo fichó a los 16 años tras una prueba en la ciudad balnearia. En su primer año, en 2013, Daniel Messina le cambió el puesto: de volante a marcador central. Y allí empezó el sueño que hoy es realidad.

–Gallardo hace foco en el vínculo especial de los jugadores de las inferiores con el club. ¿Es tan así?

–Sí, tenemos un sentido de pertenenci­a importante. Nos tocó crecer, debutar… y a muchos les ha aparecido la oportunida­d para irse, como a Palacios, por ejemplo, pero ese vínculo hizo que se quede un tiempo más.

–Vos también pudiste emigrar: Celta de Vigo y otros clubes te han buscado…

–Sí, te hablo de Pala, Montiel u otros chicos que quizás tuvimos la chance de partir y nos quedamos. Es importante que sintamos eso por la camiseta y creo que se ve reflejado en el día a día y en cada partido.

–La mayoría de los jugadores recalca el concepto de unión. ¿Por qué?

–Tenemos algunos referentes que marcan el camino y los más chicos tratamos de seguirlos. Han hecho un muy buen trabajo de unión, por eso River hoy es una

familia. Y el que llega también lo siente así, eso está muy bueno y después se ve reflejado en los resultados. Aunque no soy mucho de hablar, me siento identifica­do con los más chicos que se suman. Por eso trato de que disfruten y sean ellos: si están acá, es porque tienen con qué.

–¿Asumiste el gran desafío de reemplazar a Maidana. ¿Cómo lo llevaste?

–A principios de año se nos fue un jugador con mucha historia, un emblema del club. Y personalme­nte sentí que fui de menos a más, pero hoy estoy disfrutand­o de un buen presente. Siempre tuve la confianza del cuerpo técnico, al igual que de los compañeros: está muy bueno que confíen en uno. Eso, más la continuida­d de partidos, termina siendo fundamenta­l para seguir buscando el mejor nivel que tuve en un principio. En ningún momento tuve la desesperac­ión para hacerlo, eso me jugó a favor y hoy puedo disfrutar.

–¿A qué atribuís tu irregular nivel durante 2018?

–El jugador necesita continuida­d, más un defensor. Y también la confianza de creer en uno, a mí me faltaba eso. Pero son momentos, ninguno es regular al 100%, por eso traté de tomármelo tranquilo, no desesperar­me y seguir trabajando día a día. Al volver al equipo titular este año, fue fundamenta­l meterme en una defensa consolidad­a que venía de ser campeona de América.

–¿Por qué a River le cuestan los inicios del semestre?

–Puede ser que nos cuesten los primeros partidos. Eso sí: si vos ves lo buena que fue la pretempora­da, no podés imaginar que vamos a sufrir. También hay virtudes de los otros equipos, pero nosotros queremos tomar la iniciativa contra cualquier rival y ya se empezó a ver otro River contra Cruzeiro y Lanús, más suelto y superior.

–La Sub-23 pateó los penales contra Cruzeiro… ¿qué te pasó por la cabeza?

–Y… estaba tranquilo porque ya había decidido dónde patear. Quizás tenía esa duda de errarlo, porque todos los penales que pateé fueron ahí. Encima el último que había pateado había sido en cuarta división contra Central, al mismo lugar, y me lo atajaron. Pero teníamos la tranquilid­ad de que Franco ya había tapado dos penales.

–Hay dos River: el copero y el del torneo local. ¿Ustedes lo ven así?

–La Libertador­es es diferente, son 180 minutos en los que hay poco margen de error y te mentalizás de otra manera. Obvio que esa mentalidad con la que jugamos la Copa deberíamos tenerla siempre. Sabemos que somos capaces y trabajamos para eso, para ganar las dos cosas.

–¿Se deben una reivindica­ción en la Superliga? ¿Es una deuda?

–Nosotros queremos ganar todo. Después, está la seguidilla de partidos que a veces te obliga a hacer un desgaste enorme. Y encima la Superliga es muy pareja y hoy a River le salen a jugar como si fuese la final del mundo. Quizás, en ese desgaste, nos cuesta y nos hacen la diferencia por ese lado. Pero apostamos a ganar la Superliga, la Copa Libertador­es y la Copa Argentina.

–¿Se piensa en la chance de otro superclási­co copero?

–Está en la cabeza de todos los hinchas, pero nosotros sabemos que tenemos a Cerro Porteño y ellos tienen a Liga de Quito, dos muy buenos equipos. Para enfrentarn­os tenemos que pasar. Vamos paso a paso.

–Ya pasaron más de ocho meses: ¿cómo son los recuerdos de la final? Te tocó jugar el primer partido de manera inesperada…?

–Mirá, me enteré tres días antes que iba a ser titular en la Bombonera. Después de un reducido, Marcelo nos comentó que una chance era jugar con línea de tres. Yo no me lo esperaba, pero es como dice siempre: cuando te toca, tenés que estar preparado. A mí me tocó en una final de Libertador­es y los recuerdos son únicos.

–Casi hacés un gol de cabeza… ¿cuántas veces volviste a ver esa jugada?

–(Risas) Uhh, la vi un par de veces… pero el juez había cobrado falta me parece, igual me seguía agarrando la cabeza, eh. Hubiera sido lindo hacer el gol...

–¿Pudieron manejar las emociones tras el título?

–Fue algo único que va a quedar en la historia y hoy no somos muy consciente­s por la exigencia que tiene el club, que te demanda volver a ganar otra Copa y el año que viene será igual. Cuando nos retiremos, nos daremos cuenta y vamos a tomar dimensión de lo importante que fue ganarle la Libertador­es al máximo rival.

–¿Quién es Gallardo?

–Es un líder nato. Sabe los momentos en los que uno no anda bien y sabe cómo decirte las cosas. Es muy capaz para afrontar cualquier desafío, en cualquier club grande del mundo o en la selección.

–Imagino que igual querés que se quede…

–(Risas) Nooo, sí, obviamente. Y también hay que destacar a sus ayudantes, que no hay que olvidarse de ellos: Matías (Biscay), Hernán (Buján), Pablo (Dolce) y los profes, todos trabajan muy bien. Es un combo que hace que Marcelo pueda ser el gran técnico que es.

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Ricardo pristupluk Todo pasó demasiado rápido en la vida de Lucas Martínez Quarta, de 23 años; el defensor ya tuvo oportunida­des para irse a Europa
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Recuperó la titularida­d en 2019: “Fue clave entrar en una defensa consolidad­a”, remarca Martínez Quarta

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