LA NACION

Marianela Núñez le pone a su gala una viñeta sobre un tema actual

En el espectácul­o benéfico que hace cada agosto en San Martín, bailará un drama inspirado en Casa de muñecas

- Constanza Bertolini

“Me pareció que había vivido ocho años en esta casa con un extraño, y que había tenido tres hijos con él... ¡Ah! ¡No quiero pensarlo siquiera! Tengo tentacione­s de desgarrarm­e a mí misma en mil pedazos!” Nora le da el anillo. Y deja las llaves. “¿Puedo escribirte?” “Ayudarte, si lo necesitás”, dice Torvaldo, tarde, cuando su “avecilla” no dará vuelta atrás. Que no, le responde, y pronuncia el “adiós” justo antes de dar el portazo más famoso del teatro clásico, el de la primera obra feminista, tal vez.

La última escena de Casa de muñecas, de Ibsen, y sobre todo el clima que antecede al vendaval dramático de esta pieza que en diciembre cumplirá 140 años –cuando se estrenó, en 1879, generó gran controvers­ia– se traslada a una sala de ensayo de la Fundación Julio Bocca. Allí otro Julio (López, coreógrafo, activo en sus ochenta) ha vuelto a la creación después de dos décadas. “Me tienen olvidado”, comenta, pero no se detiene en un lamento; enseguida se ríe y en un arranque de energía busca un ángulo –“uso varios frentes, para dar volumen”– desde el cual ver con detalle lo que sigue. Una danza que interpreta la ruptura entre una mujer aparenteme­nte frágil, que logrará liberarse (abrir la jaula) de la opresión de un matrimonio que no es lo que parece. En proceso, la pasada dispara unas cuantas correccion­es que llegan para darle más sentido a los pasos de Marianela Núñez y Alejandro Parente, que ya tienen a Torvaldo y Nora en el cuerpo. “No te hagas el bueno –le marca primero–. ¡Es más libidinoso!” Y en otro momento, el director le pide a ella: “¡Más triunfante! ¡Esa es mi Nora!”, celebra el acierto interpreta­tivo.

La bailarina argentina, primera figura del Royal Ballet de Londres, prepara este estreno para la gala benéfica que cada agosto presenta en San Martín, su lugar de origen. Durante las vacaciones en la compañía inglesa, su visita se volvió una norma de este lado del mapa: con entradas agotadas, mañana y el domingo habrá funciones en el Club Alemán, con artistas invitados (ver aparte).

Si anteriorme­nte fue el piazzollan­o Kicho lo que los reunió, ahora su relación con López va por una nueva aventura. “Tiene una forma muy teatral de ver la danza y eso me atrapó enseguida”, reconoce Núñez en el coreógrafo, quien justamente se autodefine “teatrero desde siempre”, y entre los dos cuentan que de la idea inicial de montar un solo sobre Casa de muñecas pasaron a esta variante, más extendida, que dura exactament­e lo que expresa el título con el que se anuncia: 16’ 32” en la vida de Nora Helmer. En verdad, trabajando a solas frente a la computador­a, López

imaginó una pieza mayor para el Quinteto para piano de Schnittke, con más bailarines (aquí son tres, porque también está en escena Pablo Fermani), pero como el formato de gala exige cierta “agilidad” y aire “festivo”, con un cuarto de hora ya había drama suficiente.

“Le estoy agradecida por esta obra en este momento que estamos viviendo, cuando la figura de la mujer se está respetando y escuchando, tan fuerte”, opina Marianela. “Una y otra vez vuelvo a pensar qué increíble este personaje que fue creado hace tanto tiempo y que nos deja a nosotras, las mujeres, y a la sociedad, un mensaje tan fuerte”.

Una silla, un antifaz, un libro y poco más; de telón de fondo no está la típica Navidad, sí una proyección que quiere dar contexto de intimidad a la escena. Ella abre los brazos una, dos, tres veces, como quien reitera una pregunta, con la misma insistenci­a que a veces adquiere una frase musical. Ya se sabe: la respuesta sonará rotunda como un portazo.

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Carlos villamayor Alejandro Parente y Marianela Núñez, en un ensayo

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