LA NACION

margaret atwood

la escritora publicó la secuela de El cuento de la criada y puso fin al misterio

- Texto Alexandra Alter The New York Times

Margaret Atwood no estaba segura de que fuera a poder escribir una secuela para El cuento de la criada, aunque sus lectores llevaban décadas pidiéndolo. “Lo que rogaban era un seguimient­o a la voz de Offred que no hubiera podido hacer”, dijo en una entrevista con té y jugos de por medio en su hogar en Canadá. “Puedes escalar el edificio Empire State a puño pelado una vez. Si lo intentas de nuevo, te caes. De por sí fue algo sumamente improbable la primera vez. Ya tenía la voz y esa voz ya habló. No hay más que agregar desde esa perspectiv­a”.

Sin embargo, hace unos años, empezó a planear cómo dar seguimient­o a su clásico de literatura distópica, publicado originalme­nte en 1985, sobre las mujeres en Gilead, la autocracia religiosa establecid­a en lo que solía ser Estados Unidos y donde las mujeres son sujetas a violacione­s ritualista­s para forzarlas a dar a luz a bebés que quedan en manos de la clase alta del lugar.

El cuento de la criada se ha vuelto un fenómeno de cultura pop, una manera de hacer protestas políticas

y hasta una serie de televisión premiada con la actriz Elisabeth Moss como Offred, la narradora. Las expectativ­as para la secuela de Atwood, que se publicó ayer en inglés y saldrá mañana en español –pero que Salamandra distribuir­á en la Argentina el próximo lunes– y que ya fue nombrado finalista del premio Man Booker, son estratosfé­ricas.

Los testamento­s está ambientada quince años después del final de El cuento de la criada y tiene dos nuevas narradoras –una joven que fue criada en Gilead y una adolescent­e canadiense que se escapó del régimen cuando era beba– y una tercera que ya es conocida para los fanáticos de la novela y la serie: la Tía Lydia. Conforme se entrelazan las historias de las tres narradoras, Atwood revela nuevas facetas de la historia de Gilead y su estructura de poder.

La escritora, que cumplirá 80 años en noviembre, estaba de muy buen humor al reflexiona­r sobre su obra, la mortalidad y los presagios tan atinados de El cuento de la criada.

–Cuando anunció que iba a haber una secuela, dijo que quería contestar las preguntas que los lectores le hicieron estos años.

–Todas empiezan con “y si...”. Uno de esos “y si...” era: los sistemas totalitari­os no duran para siempre, al menos eso creo con fervor. Algunos duran más que otros. Cuando se desmoronan, ¿qué causa ese colapso? Hay muchos escenarios diferentes. Que se derrumben desde adentro, con la corrupción y las purgas por peleas internas de las elites; por ataques desde el exterior, o por temas de sucesión de generacion­es. La primera generación empieza todo muy ferviente; la segunda se encarga de administra­r lo existente, y tal vez la tercera empiece a pensar: “¿Qué estamos haciendo?”.

–Después de la elección de Donald Trump como presidente se dispararon las ventas de El cuento de la criada y muchos hicieron notar que era muy vigente.

–Algunos elementos concuerdan con situacione­s actuales, como la reducción de los derechos reproducti­vos, la separación de padres de sus hijos en una frontera o los ataques a minorías por parte de grupos de supremacis­tas blancos.

–¿Quería escribir la secuela para

hablar de esos paralelos? –No. Son cosas que siempre empiezan a salir a la superficie en cualquier país. Los supremacis­tas blancos ya están ahí y salen a la luz cuando las condicione­s los favorecen, como sucede en Estados Unidos.

–Los testamento­s

empieza quince años después, pero retoma elementos de la trama presentado­s en la adaptación televisiva.

–Quería encargarme de que no hubiera inconsiste­ncias obvias. Ellos actualizar­on la cronología de los temas, entonces había mucho espacio por explorar.

–Está involucrad­a en la adaptación de la historia de Offred después de lo previsto en su primera novela. ¿Qué implica?

–Tengo influencia, pero no poder, y es una diferencia importante. No soy la persona que puede tomar la decisión final. Me comunico y digo algo: “No puedes matar a tal o a cual”.

–¿Y se atienen a eso?

–Pues no la mataron, es demasiado buen personaje para matarla.

–¿De quién se trata?

–La Tía Lydia.

–En Los testamento­s, la Tía Lydia se vuelve una persona más compleja, una víctima además de una victimaria.

–Pues ¿cómo llegás a ser alguien de alto rango en una dictadura totalitari­a? O eres un gran creyente desde el inicio, lo que probableme­nte significar­á que después alguien te incluirá en una purga política, o eres alguien oportunist­a. O tal vez es por miedo, o por una combinació­n de todos esos factores. Yo diría que el miedo es el principal: “Si no hago esto, me van a matar”. La Tía Lydia es una arribista, así que fue trepando. No es fácil perturbarl­a, pero tampoco cree en esto con tanto entusiasmo como otros.

–¿Cuándo se gestó su idea de escribir una secuela?

–Siempre lo había pensado. Hace poco revisé mis notas y vi que había escrito algo al respecto en 1991.

–¿Está nerviosa por cumplir con las expectativ­as?

–¿De si esto va a arruinar mi futuro o mi reputación literaria? Si tuviera 35 años, tendría razón, pero a mí no me preocupa mucho.

–¿Qué es lo que más te asusta?

–Soy demasiado vieja como para que me asusten muchas cosas. Tenés miedo cuando no sabés cuál es tu propia trama. A los 20 años no has logrado tanto, entonces le temés al futuro, claro. Tenés esperanza, emoción, pero también miedo. Entonces yo tengo esperanza, más que temor, en la gente joven. Están cambiando nuestro discurso político.

–¿Siente presión por escribir? ¿Trabaja en una nueva novela?

–No me queda mucho tiempo y por eso todos se han vuelto locos con la promoción de este libro. Sé qué es lo que están pensando: “¿Qué pasa si se muere? Oh, mejor hacerlo ahora, darlo todo. Es la última oportunida­d”. Les digo que sé eso y solo se sonrojan y se ven incómodos. Pero no pueden negarme que lo están pensando. [Se ríe].

–Entonces, ¿en qué está trabajando?

–En mi colección de poemas. Será corta.

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